Homenaje a Canito: una feliz promiscuidad

A principios de 1980, la nueva ola madrile?a se desenvolv¨ªa en la clandestinidad: apenas hab¨ªa locales para el directo, fuera del circuito universitario; sus canciones se escuchaban muy raramente y todav¨ªa en estado de maqueta. Sonaban en los programas de Onda Dos de Radio Espa?a, presentadas, entre otros, por Gonzalo Garrido, Juan de Pablos, Rafael Abitbol y Jes¨²s Ordov¨¢s.

Una muerte absurda permiti¨® que gran parte de aquellos grupos emergentes se juntaran por una noche, en un escenario grande.

El equipo de Popgrama, en la Segunda Cadena de TVE, decidi¨® que ser¨ªa una buena ocasi¨®n para tomar el pulso a lo que parec¨ªa aspirar a movimiento. En realidad, s¨®lo Carlos Tena y un servidor apostamos por llevar las c¨¢maras a la Escuela de Caminos. All¨ª vimos momentos m¨¢gicos: un encuentro de las tribus, donde coincidieron proyectos luego irreconciliables, como Mam¨¢ y los Pegamoides. Tambi¨¦n destac¨® el deleite del p¨²blico: unos desconocidos Mario Tenia y Los Solitarios trenzaban pasos de baile mientras tocaban y provocaban rugidos de placer; aquellos m¨²sicos hac¨ªan pop y reivindicaban su historia.

Todo hubiera quedado en un acontecimiento local de no estar presente TVE. La emisi¨®n del Concierto para Canito lo convirti¨® en un revulsivo nacional. Los grupos, en general, estaban muy verdes; tampoco suele ser bueno el sonido en conciertos colectivos y nosotros no ten¨ªamos grandes medios.

As¨ª que sobre Popgrama cayeron cartas airadas, deplorando que di¨¦ramos cancha a semejantes diletantes, en vez de programar honestos grupos de rock urbano. Hasta nuestros compa?eros fueron muy cr¨ªticos con aquel especial. Sin embargo, supuso la irrupci¨®n medi¨¢tica de una nueva generaci¨®n, de esp¨ªritu l¨²dico y voluntad rupturista. Lo que luego se bautizar¨ªa como la movida.