La democracia en un solo pa¨ªs
Las vacilaciones y las oscilaciones del presidente Zapatero a la hora de frenar el desbordamiento de las cuentas p¨²blicas (desde el super¨¢vit de 2007 hasta el d¨¦ficit del 11,4% de 2009) para hacer as¨ª cre¨ªble el compromiso de reducir ese desequilibrio al 3% del PIB en 2013 reflejan las contradicciones de un Gobierno deseoso de cumplir sus promesas electorales, pero forzado a la vez a tomar en cuenta las circunstancias cambiantes del entorno.
Como sucede con los cestos de cerezas, las variables econ¨®micas se entrelazan de manera irremisible. El desempleo cercano al 19%, la tardanza en salir de la recesi¨®n, la falta de competitividad internacional, el desaforado crecimiento de la deuda p¨²blica (17 puntos sobre el PIB en los ¨²ltimos tres a?os) y la magnitud de la deuda del sector privado est¨¢n encareciendo el cr¨¦dito del Reino de Espa?a en los mercados internacionales y elevando su prima de riesgo.
La pol¨ªtica econ¨®mica del Ejecutivo de Zapatero se enfrenta con una dif¨ªcil alternativa
El presidente del Gobierno ha cumplido hasta ahora su palabra de respetar los derechos sociales de los trabajadores: las medidas contra la crisis no han afectado a la prestaci¨®n de los subsidios por desempleo ni a los servicios b¨¢sicos del Estado del bienestar. Las agencias de calificaci¨®n del cr¨¦dito, los centros decisores de los mercados internacionales y los servicios de vigilancia de la Comisi¨®n Europea, sin embargo, advierten sobre los peligros de un elevado d¨¦ficit p¨²blico y del endeudamiento necesario para financiarlo, con las correspondientes dificultades para colocar las emisiones en los mercados internacionales y el correlativo encarecimiento de su servicio.
A menos que un espectacular cambio de la coyuntura modificase tan apurada situaci¨®n, ese contradictorio panorama obligar¨¢ al presidente Zapatero a elegir entre dos opciones: de un lado, el incumplimiento parcial del compromiso de respetar en su integridad los derechos sociales de sus votantes; de otro, aguantar las embestidas de los mercados internacionales contra las finanzas espa?olas si el Gobierno no pusiera en marcha las reformas estructurales adecuadas para crear empleo, recortar el d¨¦ficit, contener el endeudamiento y sanear la burbuja inmobiliaria. La reducci¨®n de 50.000 millones del d¨¦ficit en tres a?os, el retraso de la edad de jubilaci¨®n, el aumento de los a?os de cotizaci¨®n para fijar las pensiones y el proyecto de reforma laboral anunciados la pasada semana parecen iniciar un viraje hacia el ajuste. Sin embargo, la volatilidad no es un rasgo exclusivo de los mercados: tambi¨¦n es una conocida caracter¨ªstica de la voluntad pol¨ªtica del presidente Zapatero.
En cualquier caso, la estrategia seguida por el Gobierno durante la primera mitad de la legislatura no le ha dado a cambio buenas expectativas electorales. El bar¨®metro de enero del CIS, cuyo trabajo de campo concluy¨® antes de que se desencadenara la semana horrible de los mercados internacionales, sit¨²a al PSOE casi cuatro puntos detr¨¢s del PP. Sin embargo, el remedio podr¨ªa ser peor que la enfermedad en este caso. Los escarceos del Gobierno con la jubilaci¨®n han empeorado las perspectivas socialistas: el bar¨®metro de febrero de EL PA?S ampliaba el domingo en casi seis puntos la ventaja de los populares.
Zapatero se enfrentar¨ªa, as¨ª pues, a una eventual derrota en las urnas, tanto si resolviera mantener unas promesas electorales de imposible cumplimiento ¨ªntegro como si se decidiera a aplicar medidas para asegurar a corto y medio plazo la solvencia del Reino de Espa?a en los mercados de la deuda. A dos a?os de las legislativas en marzo de 2012, sin embargo, nadie las puede dar por resueltas de antemano: Felipe Gonz¨¢lez renov¨® en 1986 su mayor¨ªa absoluta pese a la impopularidad de la reconversi¨®n industrial y de la reforma de las pensiones.
Lo ¨²nico seguro es que la democracia en un solo pa¨ªs asociada al cuerno de la abundancia de los derechos sociales garantizados (un inconsciente homenaje a las respuestas m¨¢s rosadamente optimistas dadas en el debate sovi¨¦tico post-revolucionario sobre el socialismo en un solo pa¨ªs) no saldr¨ªa indemne de la crisis si tuviera que recurrir a unas estrategias de gasto, d¨¦ficit y endeudamiento rechazadas por sus socios europeos y por los mercados internacionales, aunque fuese con el bienintencionado prop¨®sito de cumplir las promesas electorales hechas por el presidente Zapatero a sus votantes.
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