?Es el Gobierno el ¨²nico responsable?
Desde que se mostr¨® la crisis econ¨®mica con toda su crudeza, gran parte de las responsabilidades se han repartido entre la gesti¨®n del Gobierno y los mercados internacionales. Seguramente, cuando en el futuro echemos la vista atr¨¢s, en el relato de la crisis figurar¨¢n algunos de estos argumentos. Pero habr¨¢ m¨¢s protagonistas. Y si quieren salir bien retratados, deben comenzar a asumir sus responsabilidades.
Si por algo se caracterizan los ¨²ltimos meses es por la enorme confusi¨®n que hay en el debate p¨²blico. No es casual este desconcierto. Si hay un bien preciado en los mercados es la informaci¨®n. Los problemas surgen cuando ¨¦sta no est¨¢ distribuida de forma uniforme. Es decir, cuando un grupo de gente sabe m¨¢s que los dem¨¢s. Entonces se genera lo que los economistas llaman "problemas de informaci¨®n asim¨¦trica".
Se transmite la idea de que empresas, autonom¨ªas, expertos y oposici¨®n no tienen que ver con la crisis
Las consecuencias son dos. Por un lado, aquellos que tienen mayores conocimientos pueden utilizar ¨¦stos en beneficio propio. De tal forma que se pueden generar abusos. Por otro, las responsabilidades se diluyen, y uno no sabe muy bien qui¨¦n es responsable de qui¨¦n. En el mejor de los casos, las culpas se repartir¨¢n entre todos los implicados. Aunque siempre existir¨¢ la tentaci¨®n de asignar la responsabilidad de los problemas a otros.
Es cierto que el Gobierno tiene un gran peso en la gesti¨®n de la crisis. A ¨¦l le corresponde presentar an¨¢lisis precisos de la situaci¨®n, anunciar de forma clara los objetivos que persigue y relatar los instrumentos y pol¨ªticas que va a utilizar para ello. No siempre lo ha realizado con ¨¦xito. Las distintas voces sobre la pol¨ªtica fiscal o la rectificaci¨®n de sus propios documentos no ayudan a arrojar luz a su gesti¨®n. Pero no es el ¨²nico responsable y son muchos los que contribuyen y alimentan la confusi¨®n, en muchas ocasiones, buscando r¨¦ditos.
Resulta sorprendente leer muchas de las recomendaciones y an¨¢lisis que vienen haciendo en los ¨²ltimos meses las empresas y los organismos internacionales que trabajan en el mercado econ¨®mico mundial. No s¨®lo no fueron capaces de anticipar la crisis, sino que adem¨¢s siguen sosteniendo los mismos principios que nos condujeron a ella.
En estos an¨¢lisis, los economistas est¨¢n jugando un papel muy relevante y, al mismo tiempo, cuestionable. As¨ª, muestran un excesivo ¨¦nfasis en proponer medidas que afectan a los trabajadores y a los Gobiernos y, en cambio, hablan muy poco de los empresarios. Adem¨¢s, en muchas ocasiones, presentan sus propuestas como si fueran soluciones t¨¦cnicas cuando, en realidad, son juicios de opini¨®n.
Otros responsables de la confusi¨®n son los agentes sociales. Por un lado, la persona que representa en estos momentos a la patronal espa?ola no es, precisamente, un ejemplo de gesti¨®n. Esto resta mucha credibilidad a las propuestas de los empresarios. Por otro, los sindicatos parecen m¨¢s preocupados por aquellos trabajadores que tienen un contrato estable. No resulta de utilidad practicar el buenismo en el mercado laboral. Y tampoco es suficiente con decir que se quiere acabar con el empleo precario, esperando que la desaparici¨®n de determinados tipos de contratos tenga efectos taumat¨²rgicos. Decir que "el Gobierno parece una pandilla de aficionados" a?ade mucha confusi¨®n al debate.
Los terceros actores en grado de responsabilidad son las comunidades aut¨®nomas. En estos momentos representan un porcentaje muy relevante de nuestro gasto p¨²blico y algunos dirigentes regionales no muestran una visi¨®n estrat¨¦gica. Por ejemplo, el presidente de la Comunidad Valenciana ha decidido gastarse cientos de millones de euros en eventos que duran un fin de semana. Mientras tanto, tiene una de las tasas de fracaso escolar m¨¢s alta de Espa?a y el porcentaje de desempleados es tambi¨¦n de los m¨¢s elevados. Si hay un lugar donde es necesario cambiar el modelo de crecimiento econ¨®mico es la Comunidad Valenciana. En cambio, su pol¨ªtica econ¨®mica est¨¢ muy alejada de este objetivo. ?Qu¨¦ credibilidad transmite a los mercados este tipo de decisiones?
Finalmente, si hay alguien que agita la confusi¨®n es la oposici¨®n. Es cierto que su trabajo es controlar la acci¨®n del Gobierno. No obstante, si tuviesen tan claro qu¨¦ ha pasado, cu¨¢les son los objetivos y qu¨¦ pol¨ªticas deben implementarse, ya lo habr¨ªan anunciado. Adem¨¢s, algunas de las declaraciones del Partido Popular invitan a pensar que la claridad en el debate revelar¨ªa la impopularidad de su proyecto. Quiz¨¢s sea la ¨²nica oportunidad que tenga el PP de acceder al poder. No tienen una estrategia definida y sus propuestas son impopulares. As¨ª que, si difuminan la acci¨®n del Gobierno, nadie percibir¨¢ sus defectos.
Si todos estos actores agitan la confusi¨®n es porque para ellos sus propios intereses son m¨¢s prioritarios que la salida de la crisis. Adem¨¢s, con ello trasladan toda la responsabilidad de la situaci¨®n actual al Ejecutivo socialista. Pero, parafraseando a John F. Kennedy en su discurso inaugural de 1961: no nos preguntemos qu¨¦ puede hacer nuestro pa¨ªs por nosotros, sino qu¨¦ podemos hacer todos juntos. De esta crisis s¨®lo saldremos con la colaboraci¨®n de todos, y comenzar a asumir cada uno su responsabilidad puede ser un primer paso.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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