Marichalar el perdedor
Tiene nombre real y apellido noble, pero el cuento de pr¨ªncipes y princesas de Jaime de Marichalar no ha tenido un final feliz. Al cuarto hijo del VII conde de Ripalda las leyes de los t¨ªtulos nobiliarios le hurtaron el suyo en favor de su hermano mayor, Amalio Marichalar. Pero el atildado joven logr¨® encandilar a la hija mayor del rey de Espa?a y protagonizar la boda del a?o, lo que le convirti¨® en duque de Lugo y Grande de Espa?a, adem¨¢s, claro, de miembro destacado de la familia real.
A partir de aquel momento, empresas y fundaciones se lo disputaron. Era el resultado de sus conocimientos de gesti¨®n empresarial y marketing y, sobre todo, de su nueva condici¨®n aristocr¨¢tica. Pero el sue?o dur¨® lo que dur¨® la felicidad de la pareja; poco m¨¢s de un decenio. Las realezas de hoy en d¨ªa ya no esconden los desamores conyugales como anta?o, de modo que un comunicado oficial, aquel que anunciaba de manera creativa el divorcio de la pareja como "cese temporal de la convivencia", marc¨® en 2007 el principio del fin de este ef¨ªmero duque.
La expulsi¨®n del para¨ªso ha sido un lento pero implacable descenso a los infiernos. Ya en diciembre de 2007, apenas un mes despu¨¦s del anunciado divorcio, Jaime de Marichalar tuvo que dejar el palco del Bernab¨¦u para ver el f¨²tbol desde las gradas. Meses m¨¢s tarde, el Museo de Cera retir¨® su r¨¦plica del retablo real para colocarla en la sala taurina, detr¨¢s de la barrera. A partir de hoy languidecer¨¢ en el desv¨¢n, con otras estatuas en desuso. De las empresas empezaron a prescindir de ¨¦l en sus consejos de administraci¨®n y las fundaciones barrieron su nombre de sus presidencias (Portland, Axa, Winterthur, Sociedad General Inmobiliaria...). El divorcio oficial lleg¨® el 17 de diciembre pasado y con ¨¦l la p¨¦rdida del ducado y del t¨ªtulo de Grande de Espa?a.
Pero a¨²n hab¨ªa una esperanza. Con todo, Jaime de Marichalar, padre de dos nietos del Monarca, segu¨ªa siendo de la familia. Sin embargo, la Casa del Rey le acaba de borrar de la foto oficial, como en su momento hizo Josef Stalin con su enemigo Le¨®n Trotski; una carga de profundidad simb¨®lica en este pa¨ªs desde que Alfonso Guerra acu?¨® aquello de "el que se mueva no sale en la foto".
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