Otro Bola?o
Invenciblemente el lector se pregunta por qu¨¦ Roberto Bola?o dej¨® in¨¦dita una novela escrita en 1989, mucho antes de su fallecimiento en 2003 o de los problemas de salud graves e irreversibles. La redacci¨®n de El Tercer Reich, seg¨²n la contraportada, es anterior a casi todo lo que public¨® en Espa?a, porque sus primeros t¨ªtulos aparecen en 1993 y la tensa y amarga Estrella distante es de 1996, mientras Los detectives salvajes no aparecer¨¢ como premio Herralde hasta 1998: el propio editor acaba de explicar que posiblemente interrumpi¨® la redacci¨®n de la novela para meterse en 2666. La insatisfacci¨®n de autor es la ¨²nica explicaci¨®n convincente, pero no porque sea una mala novela, ni siquiera una novela floja, sino porque est¨¢ lejos de lo que ser¨¢n los mundos imaginativos, m¨¢s fantasiosos y m¨¢s ¨¢cidos tambi¨¦n, del Bola?o de madurez. No satisfizo la ambici¨®n literaria del escritor que quer¨ªa ser porque creaba otro distinto, como si el resultado final (que seguramente est¨¢ por rematar) diese el retrato de un novelista que no quer¨ªa ser: algo m¨¢s convencional, algo m¨¢s morbosamente l¨²gubre, algo menos seguro. Es una buena novela de otro Bola?o.
El Tercer Reich Roberto Bola?o
El Tercer Reich
Roberto Bola?o
Anagrama. Barcelona, 2010
360 p¨¢ginas. 18 euros
Bajo la superficie pl¨¢cida de un relato veraniego crece la pesadilla de la autodestrucci¨®n del protagonista. Escuchamos su voz siempre a trav¨¦s de las p¨¢ginas del diario en el que se cuenta la historia, a menudo forzando hasta el l¨ªmite la ancha flexibilidad narrativa del formato, pero eso sirve tambi¨¦n para seguir puntualmente el avance de la degradaci¨®n y el descontrol progresivo sobre su propia vida o la incapacidad creciente para fijar deseos y objetivos (como si un jefe militar hubiese dejado de entender el significado de una batalla o de la guerra misma). El argumento sin¨®ptico es abrumadoramente tedioso, pero la novela est¨¢ lejos de serlo: la semana de vacaciones en la Costa Brava de una pareja de alemanes se convierte en una lenta renuncia a la alegr¨ªa y un goteo de adversidades, de resignaciones y deseos incumplidos que pronto tendr¨¢n su reflejo en el elemento vertebrador del relato, que es el desarrollo a lo largo de muchos d¨ªas de un wargame llamado El Tercer Reich y en el que ¨¦l no deber¨ªa perder porque es el campe¨®n alem¨¢n de la especialidad. Pero perder¨¢, y el lector lo intuye desde que intuye el valor metaf¨®rico que el novelista ha querido dar a un juego basado en imaginar y ensayar variantes distintas de las que se sucedieron en el curso real de la Segunda Guerra con la derrota nazi final. La novela se va haciendo claustrof¨®bica a medida que el personaje vive m¨¢s obsesivamente la evoluci¨®n del juego, incapaz de escapar a la soluci¨®n que la historia dio a la Segunda Guerra Mundial con la destrucci¨®n del Tercer Reich. Udo Berger ver¨¢ crecer en el juego el desequilibrio y la negligencia que van degradando su vida: la muerte de otro veraneante y la gesti¨®n complicada del cad¨¢ver, el abandono de su novia, la fascinaci¨®n y el deseo por la mujer del director del hotel (forzadamente enigm¨¢tica) y la morbosa relaci¨®n indirecta con el marido enfermo van conduciendo el relato hacia la oscuridad plomiza del oto?o, hacia el sentido perdido de una vida que no funciona como un wargame pero reproduce el mismo resultado de derrota sin l¨¢grimas ni casi pesadumbre, con la misma fatalidad con la que el oto?o ha retirado la luz al verano.
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