Espa?oles sin papeles
Unos 2.000 'sin techo' carecen de empadronamiento, por lo que no acceden a las ayudas p¨²blicas - Inscribir a quien vive en la calle es una odisea administrativa
![Carmen Mor¨¢n Bre?a](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F62d31e9f-9943-4d92-997c-a15aa4a35bf9.png?auth=8424e1fb56009e0c1a0500325c8d01c9aba1ec2b74a4d4518db4efbcae00ece7&width=100&height=100&smart=true)
El padr¨®n es el documento que da derecho a la existencia. En Espa?a hay alrededor de 30.000 personas sin hogar, que vagan por las calles de forma inadvertida; la mitad son espa?oles, y m¨¢s de un 12% de ellos, seg¨²n las organizaciones que trabajan con este colectivo, no est¨¢n empadronados o desconocen d¨®nde. Es decir, un m¨ªnimo de 2.000 personas que, sencillamente, son invisibles para el Estado. El que no est¨¢ empadronado no tiene derecho a una renta m¨ªnima de inserci¨®n, esas ayudas para los que no poseen nada, que toman distintos nombres seg¨²n la comunidad de que se trate; carecen de acceso a una pensi¨®n no contributiva, no podr¨¢n optar a una vivienda de protecci¨®n oficial o de bajo alquiler; sin tarjeta sanitaria, s¨®lo usar¨¢n las urgencias hospitalarias; imposible solicitar las prestaciones recogidas en la Ley de Dependencia; en algunos municipios ser¨¢ complicado incluso apuntarse a centros de ocio o deporte o inscribirse en muchas de las actividades culturales. Y de votar, ni hablamos.
Son enfermos cr¨®nicos pero s¨®lo pueden atenderles en urgencias
Las asociaciones les prestan su domicilio para iniciar los tr¨¢mites
Cualquiera de estos derechos, de los que puede disfrutar el com¨²n de los empadronados, est¨¢ vetado para ellos, en una espiral que suma miseria a la miseria y exclusi¨®n a la exclusi¨®n. "El empadronamiento no es s¨®lo un obst¨¢culo administrativo. Tiene m¨¢s consecuencias para las personas de las que hablamos, porque las sume en la indefensi¨®n", dice Martina Charaf, directora de Programas con Personas en Exclusi¨®n Social de la Red de Apoyo a la Integraci¨®n Sociolaboral (Rais), una organizaci¨®n de apoyo a este colectivo. Charaf califica de "b¨¢sico" el estar empadronado. Y, como ella, otros colegas de organizaciones similares y los trabajadores sociales que pelean por esto en la Administraci¨®n cada d¨ªa. Calculan que el n¨²mero de no empadronados puede ser incluso superior a ese 12%.
Pero empadronar a las personas sin hogar es a veces m¨¢s dif¨ªcil que cazar a lazo. ?Est¨¢n empadronados en alg¨²n municipio de Espa?a? No lo recuerdan. Cuando perdieron su casa, perdieron el padr¨®n, y ahora, ?qui¨¦n los registra si no tienen vivienda? Aunque las diferencias podr¨ªan ser tantas como municipios, hay algunos aspectos bastante extendidos y comunes en esta mara?a administrativa. En puridad, uno podr¨ªa empadronarse en un banco de la calle, o debajo de un puente, pero eso sirve de poco. Las cartas, las comunicaciones, las tarjetas sanitarias o las citas con el especialista o para una intervenci¨®n quir¨²rgica, ?ad¨®nde se enviar¨¢n? Para salvar ese limbo, tanto las organizaciones como los organismos municipales (albergues, casas de acogida), prestan en ocasiones su propia sede para que los que no tienen hogar tengan, al menos, una direcci¨®n postal que les sirva para salvar los requisitos administrativos. De ese modo procede la Fundaci¨®n Arrels, en Barcelona. "Nos dimos de alta para poder empadronarlos en nuestra sede, porque si no figura un domicilio sirve de poco estar empadronado. No empadronamos a todos, pero s¨ª a los que tienen un mayor v¨ªnculo con el centro, aunque vivan en la calle", cuenta Ester S¨¢nchez, responsable del Trabajo Social en esta fundaci¨®n catalana.
"Pero esto entra?a ciertos peligros, porque para algunos tr¨¢mites, como una pensi¨®n no contributiva, se necesita estar empadronado durante varios a?os consecutivos en la misma comunidad, y algunas veces ellos lo est¨¢n, pero no sabemos d¨®nde. Podemos romper ese padr¨®n antiguo si los registramos de nuevo, e impedir su acceso a esta prestaci¨®n econ¨®mica durante algunos a?os, mientras que, si han cumplido los 65 a?os, tampoco podr¨ªan tener derecho a otras prestaciones de inserci¨®n; se quedan sin nada", dice el director del Albergue de Zaragoza, Gustavo Garc¨ªa Herrero.
Lo que pasa es que buscar el municipio donde consta como empadronada una de estas personas es m¨¢s parecido a una tarea detectivesca. Las personas sin hogar pueden haber vivido en distintos pueblos y ciudades. Muchos de ellos presentan patolog¨ªas duales, es decir, trastornos mentales ligados a las adicciones, drogas, alcohol. Son personas escurridizas, de dif¨ªcil seguimiento. Pero s¨®lo a veces. Tambi¨¦n se da el caso contrario, que reconocer¨¢n perfectamente muchos vecinos en las ciudades: el del hombre que vive abajo, en la esquina de la calle, entre el banco y la escalera de la iglesia. All¨ª bebe, come y duerme cada d¨ªa. Cuando eso ocurre, las organizaciones o los responsables de albergues, o la propia polic¨ªa (siempre depende de cada ayuntamiento), pueden ejercer como testigos o emitir certificados que demuestran en la ventanilla de la oficina que, a pesar de no tener vivienda, el domicilio de ese hombre lleva siendo, durante a?os, el mismo: la calle. Y eso surte efecto para cumplimentar un padr¨®n. Y colgadas de ¨¦l, como las cerezas, pueden llegar las ayudas. "En esta sociedad todo est¨¢ organizado alrededor del domicilio y el que carece de ¨¦l est¨¢ en tierra de nadie", dice Sonia S¨¢nchez, trabajadora social en el Albergue Municipal de Zaragoza. Opina S¨¢nchez que el sistema deber¨ªa flexibilizarse para que las personas sin hogar encontraran v¨ªas de escape a esta situaci¨®n.
De las 30.000 personas sin hogar que se calcula que hay en Espa?a, pr¨¢cticamente la mitad son inmigrantes, un problema a?adido. Pero el resto son espa?oles. Todos necesitan una vivienda, ?pero c¨®mo llegar hasta ella sin papeles? Para recuperar la sensaci¨®n de pertenencia a un grupo a veces es vital reunirse en un centro de ocio, participar en actividades culturales con la gente de la ciudad, hacer amigos. Incluso votar en las elecciones contribuir¨ªa a reforzar el arraigo social.
![Un dormitorio improvisado en las calles de Madrid donde pasan la noche algunas personas que no tienen hogar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZUGLFT2CALALZHLPK2UVHWUR2I.jpg?auth=65a44ef59b78d57d88ed0b67521c735042d05cb972c1cf3104d35260ce1cfc5f&width=414)
Bucles kafkianos
Kafka no lo habr¨ªa pensado mejor: si un hombre sin hogar llega a Cuenca, por poner un ejemplo, el trabajador social del albergue quiz¨¢ deber¨ªa recomendarle que vuelva a Soria, que es donde est¨¢ empadronado, una ventaja indudable. All¨ª estar¨¢ su trabajador social de cabecera. Pero una vez en Soria, esta persona sin hogar encontrar¨¢ m¨¢s dificultades para dormir bajo techo, porque los albergues est¨¢n pensados para gente de paso, de fuera, y ¨¦l est¨¢ empadronado en esta ciudad.
"Es dif¨ªcil tratar estos casos. En los albergues y en casas de acogida se necesitan intervenciones a medio plazo para solucionar situaciones administrativas complejas, que llevan m¨¢s de 6 o 10 d¨ªas, que son los que normalmente pasan en estos centros estas personas", dice Sonia S¨¢nchez, trabajadora social del Albergue de Zaragoza.
"Hay algunos motivos para alargar la estancia en albergues de estas personas", comenta el responsable del Albergue de Zaragoza, Gustavo Garc¨ªa Herrero. Esas circunstancias excepcionales que les facilitan una estancia mayor son, en primer lugar, el que una persona encuentre un trabajo. "No ser¨ªa l¨®gico dejarle en la calle antes de cobrar su primer sueldo y poder pagarse un alojamiento por su cuenta; tambi¨¦n puede justificar una pr¨®rroga de su alojamiento, que est¨¦ esperando una operaci¨®n quir¨²rgica o a punto de cobrar una prestaci¨®n, que se encuentre en pleno proceso de recuperaci¨®n de alguna adicci¨®n, por ejemplo. O que haya menores por medio, una situaci¨®n que, en nuestro caso, consideramos de especial sensibilidad", resume Garc¨ªa Herreros.
Los problemas con los papeles no paran en los albergues. A edades m¨¢s avanzadas se dan problemas con personas que necesitar¨ªan acceder ya a una residencia geri¨¢trica. No tienen recursos para pagar una privada, y les resulta muy dif¨ªcil acceder a una p¨²blica si no est¨¢n empadronados en ese territorio. El carn¨¦ de identidad, caducado o robado, es el primer escollo administrativo que los trabajadores sociales les ayudan a salvar.
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