Goloso y cautivador

En Extremadura, el vino tiene su r¨ªo, el Guadiana. Atraviesa estas tierras perezosamente, haci¨¦ndose el remol¨®n. Apenas si desciende medio metro por cada kil¨®metro recorrido, con andares cansinos, como de r¨ªo viejo. A veces casi parece que se para, porque se estanca en charcas y marjales.

Tras un origen incierto, al Guadiana extreme?o lo meten en cintura. Lo embalsan, lo domestican y lo ponen a producir. Entonces da nombre a sus vinos, los de la Ribera del Guadiana. El impulso de esta joven denominaci¨®n de origen ha sido fundamental para el despegue de los vinos extreme?os de calidad. Y es que nada es f¨¢cil en esta tierra dura y extrema, gleba ¨¢rida y pobre que padeci¨® tranquila los males de la historia y produjo gentes capaces de trocarse de pastor en soldado y patearse el mundo en plan conquistador. Aqu¨ª la vi?a ha sido historia cautiva del varietal blanco, el granel y el destilado, hasta que Marcelino D¨ªaz puso horizonte enol¨®gico a la zona. Y ahora una nueva generaci¨®n de empresarios y bodegueros ha rematado la faena con resultados impensables. Ya hemos tenido ocasi¨®n de rese?ar algunos. Faltaba Pago los Balancines y su primer tinto: Huno. Cadenciosos aromas de nuez de coco, ciruela, moras, ar¨¢ndanos y chocolate amargo, acompa?ados por un dosificado paso por roble. Goloso y cautivador, arrebuja el paladar con sus maduros, frutales y jugosos taninos.