Conspiraciones, conspiraciones
- "El homosexual brit¨¢nico rompi¨® el partido." Todor Baktov, due?o del Levski Sof¨ªa, despu¨¦s de que un ¨¢rbitro abandonara un partido en su estadio por c¨¢nticos racistas.
Los periodistas tenemos que andar con cuidado estos d¨ªas. Especialmente, aqu¨¦llos a los que nos permiten publicar la primera burrada que nos sale de la cabeza. Miren lo que le pas¨® al del Financial Times, el que se sent¨® el otro d¨ªa frente al teclado y, por necesidad de ganarse el pan y por falta de otra cosa que se le viniera a la mente en ese momento, se le ocurri¨® sugerir que el Gobierno espa?ol no estaba a la altura del desaf¨ªo que presenta el lamentable estado actual de la econom¨ªa. Bueno: ?la que se arm¨®! Ministros y portavoces del Gobierno de Zapatero se envolvieron en la bandera espa?ola e hicieron cola ante las c¨¢maras de televisi¨®n para denunciar una calculada, deliberada, siniestra conspiraci¨®n global contra la madre patria.
Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n son el pen¨²ltimo refugio de algunos. El ¨²ltimo es el patriotismo
Esto se qued¨® en una pura an¨¦cdota, claro (una cosa es la pol¨ªtica, otra el f¨²tbol), comparado con lo que ha desatado esta semana un columnista del diario As. Hac¨ªa tiempo que el As ven¨ªa tocando las narices con la teor¨ªa conspirativa del Villarato. Seg¨²n ¨¦sta, el presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, ?ngel Mar¨ªa Villar, ha dado instrucciones a los ¨¢rbitros para que sistem¨¢ticamente ayuden al Barcelona y sistem¨¢ticamente compliquen la vida al Real Madrid. El hecho de que el actual Bar?a es uno de los mejores equipos de todos los tiempos no viene a cuento. Si gan¨® la Liga el a?o pasado y sigue primero hoy con cinco puntos de ventaja sobre el Madrid, se debe a la corrupci¨®n arbitral.
Esto ni el As se lo cree, obviamente. Lo bonito de escribir sobre f¨²tbol es que, como todo es opinable (es reconfortante ver la frecuencia con la que los supuestamente m¨¢s sabios -Guardiola, Wenger, Ferguson- meten la pata), uno puede decir pr¨¢cticamente cualquier cosa sin mayores consecuencias. Esta semana, sin embargo, la prensa catalana enloqueci¨® con lo del Villarato. Tras la expulsi¨®n de dos jugadores del Bar?a el s¨¢bado pasado, los del As insistieron -con esp¨ªritu deliciosamente travieso y provocador- en que la conspiraci¨®n segu¨ªa vivita y coleando; que uno de los goles del Bar?a hab¨ªa sido en fuera de juego, ergo todo segu¨ªa igual. No s¨®lo la prensa deportiva de Barcelona pic¨® el anzuelo, sino la prensa seria, como La Vanguardia, uno de cuyos escritores de opini¨®n no pudo reprimir el impulso ancestral de ver en las palabras de un se?or que trabaja para el As, o sea que hace lo que tiene que hacer para dar de comer a su familia, otra prueba inequ¨ªvoca de la gran y eterna conspiraci¨®n que sufre el pueblo sometido catal¨¢n a manos de la p¨¦rfida Madrid.
Es por todo esto, por el clima de paranoia en el que vivimos y lo sensible que est¨¢ el personal, que esta columna siente la urgente necesidad de salir al paso de las posibles acusaciones conspirativas que podr¨ªan, de un momento a otro, surgir. Es verdad que desde aqu¨ª hemos arremetido a veces contra, por ejemplo, el execrable estilo de juego que impone Rafa Ben¨ªtez, el entrenador (inexplicablemente, ?todav¨ªa lo es!) del Liverpool; o hemos comentado que no nos deja de asombrar la insistencia del pueblo argentino en querer seguir con el bufonesco Diego Maradona como seleccionador. Pero, por favor, que no se nos aplique la l¨®gica del Gobierno espa?ol con el asunto del Financial Times, o la de sectores de la opini¨®n p¨²blica catalana con las bromas del As. El C¨®rner Ingl¨¦s no se ha reunido en secreto con nadie de la banca de Londres o de Nueva York, ni con representantes del Gobierno de China, o de Estados Unidos, o de la masoner¨ªa internacional, o de Gibraltar, ni con el Vaticano ni con la Casa Real inglesa con el prop¨®sito a) de poner en duda la grandeza y competencia de gesti¨®n del pueblo espa?ol o b) profundizar m¨¢s en la humillante lecci¨®n que la demagogia argentina recibi¨® a manos de Gran Breta?a durante la guerra de las Malvinas. No. Aqu¨ª, como en casi todo lo que hacemos los de la prensa, lo que uno ve es lo que hay. Que no nos den un peso, o una importancia, o un grado de astucia que no nos merecemos es al mismo tiempo un halago y una idiotez. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n son el pen¨²ltimo refugio de algunos. El ¨²ltimo, como el de los canallas, es el patriotismo.
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