Chango, decano de la prensa extranjera en Cuba
Firmaba Alfredo Mu?oz-Unsain, pero sus amigos lo conoc¨ªamos por Chango y admir¨¢bamos de ¨¦l su desprecio ol¨ªmpico por el periodismo poco riguroso y el af¨¢n de la exclusiva. No lo pod¨ªa remediar: le daban alergia los scoop, los consideraba de mal gusto. Para ¨¦l, un buen cable de agencia era siempre fruto de a?os de experiencia y de ingentes lecturas, adem¨¢s del olfato para obtener y presentar la noticia. Entrar en su c¨ªrculo de amistades no era f¨¢cil, hab¨ªa que estar juramentado; nada de lo que se dijese alrededor de un asado en el patio de su casa o en un almuerzo c¨®mplice en una embajada pod¨ªa ser publicado, y la tentaci¨®n era grande, pues sus fuentes eran de primera y sus an¨¢lisis brillantes.
No se valoraba la tertulia diplom¨¢tica que no le ten¨ªa como invitado
Chango era el decano de los periodistas extranjeros en Cuba y quiz¨¢s el que mejor conoc¨ªa los intr¨ªngulis del poder y de la realidad cubana. Cada ma?ana se le¨ªa el diario comunista Granma con vocaci¨®n de augur y descubr¨ªa claves que nadie m¨¢s sab¨ªa ver, y del mismo modo escuchaba las noticias de televisi¨®n y analizaba los discursos de Fidel Castro. Al comandante lo ten¨ªa estudiado hasta la ¨²ltima coma, conoc¨ªa sus costumbres igual que las man¨ªas y h¨¢bitos de los peces espada que sal¨ªa a pescar muchos fines de semana.
Chango hab¨ªa nacido hace 78 a?os en la provincia argentina de Santa Fe, pero pese a haber vivido casi medio siglo en Cuba era argentino hasta la m¨¦dula, como periodista fue hasta el ¨²ltimo segundo de su vida. Se enorgullec¨ªa de haber sido uno de los fundadores de la agencia de noticias Prensa Latina (PL) cuando en plantilla hab¨ªa redactores de base como Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez; eran los tiempos en que el director de la agencia, Jorge Masseti, y el Che Guevara alimentaban el sue?o de una insurrecci¨®n en Argentina.
Chango comand¨® la corresponsal¨ªa en Montevideo hasta que en 1963 fue llamado a La Habana. Despu¨¦s de PL, trabaj¨® en varios medios de prensa cubanos y colabor¨® con numerosas publicaciones, hasta que en 1969 entr¨® a trabajar en la delegaci¨®n de la Agence France Presse (AFP), donde trabaj¨® 25 a?os como director adjunto. All¨ª se convirti¨® en todo un cl¨¢sico, hasta el extremo de que se consideraba de poca monta la tertulia diplom¨¢tica que no le ten¨ªa como invitado.
Muchos de los libros sobre Cuba publicados por periodistas extranjeros y viajeros de paso son deudores de la sabidur¨ªa de Chango. Le gustaba ser consultado y contaba sus experiencias con generosidad y sin regateos en el patio de su casa, si bien ten¨ªa un ego de consideraci¨®n y era cascarrabias, lo que lo hac¨ªa una persona dif¨ªcil para muchos. Tradujo la poes¨ªa de Drummond de Andrade y a finales de los a?os sesenta escribi¨® el libro de cuentos La victoria perfecta y otros relatos, pero hasta ah¨ª: nunca cont¨® en un libro lo que hab¨ªa vivido y sab¨ªa de la revoluci¨®n, y era mucho.
Chango consideraba la biograf¨ªa sobre Fidel de Tad Szulc como "una Biblia para entender Cuba". Admiraba a G¨¹nter Grass porque le "conmov¨ªa" rememorar "esta parte de mierda del siglo de mierda" que le toc¨® vivir, y elogiaba con iron¨ªa el genio de Cabrera Infante "por descubrir la piedra filosofal de refritarse a s¨ª mismo".
Despu¨¦s de jubilarse colabor¨® con el diario argentino Clar¨ªn, el Peri¨®dico de Catalu?a y la revista cat¨®lica cubana Palabra Nueva. Ten¨ªa un sentido del humor inteligente y c¨¢ustico, el mismo que le llev¨® a escribir a una amiga navarra que se hab¨ªa dado cuenta de que cada a?o sab¨ªa m¨¢s, y que en los decenios sucesivos aprender¨ªa m¨¢s que en todos los anteriores sumados. Esto le llev¨® a describir "un teorema macabro: uno se muere cuando sabe m¨¢s que nunca".
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