Divorciarse a los 12 a?os
Una ni?a que ten¨ªa 11 a?os cuando contrajo matrimonio en 2009 con un anciano de 80 se ha convertido en un test, no ya para la justicia, sino para la racionalizaci¨®n de las costumbres, por muy ancestrales que sean, en Arabia Saud¨ª, el para¨ªso de las ejecuciones (m¨¢s de 1.000 al a?o).
La criatura fue casada contra su voluntad y la de su madre con un primo de su progenitor, a cambio de una dote, aunque es mejor decir soborno, de 16.000 euros. Y aunque la madre, que hab¨ªa interpuesto demanda de divorcio, la retir¨® sin que se supiera por qu¨¦, el caso ha atra¨ªdo la atenci¨®n de una comisi¨®n estatal para los derechos humanos, que se ha personado en el juicio en favor de la demandante. La vista se celebra en la localidad ultraconservadora de Buraidah, cercana a la capital, Riad, donde se espera sentencia dentro de unos d¨ªas.
Expertos estudian la aprobaci¨®n de una ley que fije una edad m¨ªnima para el matrimonio, con toda probabilidad los 16 o 18 a?os.
Casos como ¨¦ste, con esa diferencia de edad, no son habituales, pero tampoco es tan infrecuente que, sobre todo en zonas tribales, se concierten matrimonios sin que los contrayentes tengan arte ni parte, y especialmente ellas, en el negocio. Pero es absolutamente singular que la interesada pida la intervenci¨®n de la justicia, y m¨¢s a¨²n en un caso de coyunda consumada como ¨¦sta.
La comisi¨®n gubernamental, que seguro que no carece de faena para llenar su tiempo, tambi¨¦n es la primera vez que toma cartas en un asunto de esa ¨ªndole.
Los partidarios de barbaridades semejantes no son, sin embargo, pocos ni carecen de antecedentes que esgrimir. El profeta Mahoma tuvo entre sus numerosas mujeres una a la que despos¨® cuando era una ni?a de nueve a?os, aunque el fundador de la fe isl¨¢mica no intent¨® consumar el matrimonio hasta fecha mucho m¨¢s tard¨ªa.
En tiempos de Mahoma era sumamente corriente que jefes tribales, o personalidades de alg¨²n g¨¦nero, tomaran esposa para sellar una alianza pol¨ªtica, lo que tambi¨¦n, por otra parte, hac¨ªan las casas reales europeas.
Pero el siglo XXI tiene exigencias que ni Arabia Saud¨ª puede deso¨ªr.
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