La realidad siempre es felliniana
Una muestra desvela las fuentes del universo creativo del autor de 'La strada'
Federico Fellini (R¨ªmini, 1920-Roma, 1993) era junguiano y no freudiano -se psicoanaliz¨® con Ernst Bernhard y busc¨® en sus sue?os el inconsciente colectivo-, por eso nunca quiso abandonar la infancia y hacerse adulto. Por la misma raz¨®n, Anita Ekberg y Marcello Mastroianni -su alter ego- no llegan a besarse en la escena de la Fontana di Trevi de La dolce vita.
La pel¨ªcula que abri¨® los sesenta, La dolce vita, es el eje sobre el que se articula la exposici¨®n El circo de las Ilusiones que se abre ma?ana al p¨²blico en CaixaForum de Barcelona y que posteriormente viajar¨¢ a Madrid. Su responsable, Sam Stourdz¨¦, que ya realiz¨® un trabajo similar sobre Charles Chaplin, ha hurgado durante cuatro a?os entre m¨¢s de 25.000 fotograf¨ªas y documentos, rastreando las im¨¢genes que inspiraron la mec¨¢nica de su proceso creativo para "iluminar el camino entre inspiraci¨®n y creaci¨®n".
Las 400 piezas que finalmente ha seleccionado revelan, cierto, las obsesiones de un cineasta cuya filmograf¨ªa sobrevive sin problemas al alud de la banal imaginer¨ªa digital del nuevo milenio. Pero lo m¨¢s sorprendente es que nos muestran de donde beb¨ªa Fellini: de la realidad pura y dura, de la cr¨®nica de los diarios y revistas, como buen periodista que fue en su juventud.
La escena de La Dolce Vita en la que un helic¨®ptero transporta por los aires la imagen de un Cristo, sucedi¨® realmente en el Vaticano. El famoso striptease est¨¢ inspirado en un episodio protagonizado por una actriz de serie B ¨¢vida de fama, La Turca, en el bar Rugantino del Trastevere romano, y fue la propia Anita Ekberg la que apareci¨® en una revista "refresc¨¢ndose los pies" en la Fontana di Trevi dos a?os antes del rodaje.
Los paparazzi, a quienes Fellini dio nombre con el apellido (Paparazzo) del fot¨®grafo que acompa?a a Mastroianni en esta pel¨ªcula, eran moneda corriente en la Roma de la d¨¦cada de 1950. La llegada de las estrellas de Hollywood para rodar en Cinecitta cre¨® una profesi¨®n. En la exposici¨®n hay una bella selecci¨®n de estas im¨¢genes robadas.
El circo de las ilusiones no s¨®lo recoge la filmograf¨ªa de Fellini, sino tambi¨¦n sus primeros trabajos como caricaturista, de cuando lleg¨® a Roma procedente de su Rimini natal en 1930 y firmaba Fellas, o los dibujos que ilustran El libro de los sue?os, que el director fue haciendo a lo largo de su vida.
Y en torno al director danzan sus colaboradores, gente de inmenso talento que se entreg¨® de lleno al trabajo del genio: desde el compositor Nino Rota -"el hombre que adivinaba lo que quer¨ªa"- hasta el escen¨®grafo Piero Gherardi, o los guionistas Tullio Pinelli, Ennio Flaiano, Zapponi, Rondi y Tonino Guerra, que participar¨¢ en una de las actividades que CaixaForum ha programado en torno a la muestra.
No pod¨ªa faltar uno de los elementos clave del cine de Fellini: las mujeres. De su mujer, Giulietta Masina, a bellezas como Claudia Cardinale, pasando por la ninf¨®mana Saraghina de 8 y medio, o la Volpina y la estanquera de enormes pechos de Amarcord.
Pero lo que m¨¢s evidencia esta muestra es la importancia decisiva de la cultura popular en la obra de Fellini. En este sentido, son impagables las im¨¢genes de los castings que realizaba, fuera de prostitutas o de obispos, para los que contaba con la complicidad de personas corrientes que deseaban convertirse en figurantes y le mandaban fotograf¨ªas.
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