El teleclub que fue polvor¨ªn
Los vecinos de L¨¦rez reformar¨¢n el edificio que les fue incautado en la Guerra
Cuando el ej¨¦rcito franquista lo ocup¨® en 1937 para convertirlo en un almac¨¦n de armas, alguien cubri¨® con cemento la indicaci¨®n Local Social Recreativo de L¨¦rez, como si tal apelativo resultase ofensivo. Ahora, despu¨¦s de muchos a?os de lucha, los vecinos de esta parroquia de Pontevedra se preparan para reformar el centro que hasta hace muy poco les fue negado. En 2003, y no sin trabas por parte de la Administraci¨®n, recuperaron la propiedad. No fue una tarea f¨¢cil, porque desde la Guerra, el local social de L¨¦rez hab¨ªa sido de casi todo el mundo menos de los vecinos, que lo pagaron de su propio bolsillo. Falange y la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos hicieron uso de ¨¦l durante la posguerra y en los a?os setenta se convirti¨® en teleclub, la existosa f¨®rmula con la que el Ministerio de Informaci¨®n llev¨® entretenimiento y doctrina al pueblo. Incluso la Xunta reclam¨® la propiedad, alegando que le correspond¨ªa por subrogaci¨®n del sindicato de labradores.
Durante la Rep¨²blica, el centro permanec¨ªa abierto para los que le¨ªan de noche
Falange a¨²n reclama sus derechos con pintadas sobre las paredes del local
Con la llegada del teleclub se inaugur¨® una segunda ¨¦poca dorada en el movimiento vecinal de L¨¦rez. "Trabajamos much¨ªsimo", recuerda Jes¨²s Rodr¨ªguez, presidente del local a finales de los a?os setenta. "Ten¨ªamos una peque?a biblioteca de cien libros, nadie sal¨ªa de all¨ª hecho un intelectual, pero siempre hab¨ªa alguna actividad", cuenta. Ahora Jes¨²s tiene 74 a?os, y lo que salga de las reformas del viejo teleclub ya ser¨¢ cosa de los j¨®venes. El list¨®n est¨¢ alto, porque Jes¨²s trabaj¨® a destajo. "No s¨¦ de d¨®nde sac¨¢bamos las horas", confiesa.
El edificio que fue centro cultural, polvor¨ªn, escuela y teleclub se inaugur¨® en 1933 tras menos de un a?o de obras. La avenida Leandro del R¨ªo, donde tambi¨¦n vivi¨® Jos¨¦ Silvent, el c¨¦lebre Barriga Verde, se convirti¨® en el lugar m¨¢s concurrido de la parroquia. "Unos aportaron material, otros su trabajo, otros dinero", evoca Miguel ?ngel Vilacoba, presidente de los comuneros de L¨¦rez, propietarios del inmueble. Si la parroquia lo levant¨®, tambi¨¦n ser¨¢ la que lo reforme, aunque esta vez lo har¨¢ con la ayuda del Ayuntamiento de Pontevedra, que sufragar¨¢ el 65% de los gastos y podr¨¢ hacer uso del centro. A cambio, la parroquia pone a disposici¨®n del gobierno municipal las g¨¢ndaras de As Xunqueiras, otra vieja reivindicaci¨®n de los vecinos de L¨¦rez. Producto de las marismas, As Xunqueiras ya movilizaron L¨¦rez cuando en los a?os ochenta estuvieron a punto de ser convertidas en un pol¨ªgono industrial. O antes, cuando en plena posguerra el alcalde de la ciudad propuso construir un aeropuerto justo sobre esta joya ecol¨®gica.
"La propiedad del teleclub era una deuda hist¨®rica", resume Xos¨¦ ?lvarez, miembro de la asociaci¨®n Cedofeita, una de las entidades que m¨¢s ha documentado la historia reciente de L¨¦rez, que no puede entenderse sin el teleclub (en los a?os ochenta su actividad languideci¨®, pero el local conserv¨® el nombre). De las etapas anteriores quedan pocas fotos y ning¨²n testigo. Lo que s¨ª es seguro es que los socios de la Juventud Lerezana -que pagaban una peseta como cuota mensual- estaban al tanto de los avances pol¨ªticos y sociales de la II Rep¨²blica. En 1933 se modificaron los estatutos de la sociedad para que las mujeres tuviesen voz y voto. Tambi¨¦n se fij¨® la difusi¨®n cultural como principal misi¨®n del colectivo. Por eso el local de L¨¦rez abr¨ªa sus puertas incluso de noche, porque algunos socios se quedaban hasta tarde leyendo la prensa o consultando los libros de la biblioteca. El colectivo cre¨® tambi¨¦n una rondalla y un sistema de pr¨¦stamo para socios en apuros y hasta ensay¨® obras de teatro que no llegaron a estrenarse porque lleg¨® antes el golpe de estado de 1936. Oficialmente no les amparaba ninguna ideolog¨ªa, pero "all¨ª hab¨ªa de todo, muchos eran comunistas y socialistas", reconoce ?lvarez. Con la guerra, algunos se integraron en el bando sublevado, pero ni eso evit¨® que el Tribunal de Responsabilidades Pol¨ªticas viese en la Juventud Lerezana un grupo de marxistas. Fue as¨ª como un centro dedicado a la cultura se convirti¨® en un almac¨¦n de instrumentos de guerra. Al t¨¦rmino del conflicto, la Delegaci¨®n Nacional de Sindicatos de Falange lo inscribe como suyo en el registro de la propiedad. A¨²n hoy, cuenta ?lvarez, la actual Falange se hace notar de vez en cuando pintando el yugo y las flechas sobre las paredes del teleclub.
Los vecinos nunca dudaron de su propiedad, pero tuvieron que luchar durante a?os para que se les reconociese. "No nos conform¨¢bamos con los derechos de uso, quer¨ªamos lo nuestro", cuenta ?lvarez. La aventura les dej¨® alguna que otra sorpresa: ya en democracia, la incautaci¨®n del edificio durante la guerra segu¨ªa siendo legal. Esta circunstancia los oblig¨® a realizar una serie de permutas con la Xunta y el Ayuntamiento que finalmente devolvieron a L¨¦rez lo que nunca hab¨ªa dejado de ser suyo.
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