?l dorm¨ªa en la habitaci¨®n 210
Y yo me sent¨¦ en su cama. Pasaba las p¨¢ginas del libro-cat¨¢logo de la exposici¨®n Everstill/siempretodav¨ªa mientras ¨¦l, John Giorno, hablaba a mi espalda con Ajo Micropoetisa. John Giorno, poeta y performer, actor de la Factory, creador del GPS (no el aparatito que se instala en el salpicadero, sino el que sirve tambi¨¦n, o m¨¢s, para orientarse en la vida, aunque salpique, o sobre todo: Giorno Poetry Systems). Hab¨ªamos ido a verle a ¨¦l, venido de Nueva York para participar en la presentaci¨®n de ese libro en el sal¨®n de actos de la Residencia de Estudiantes, y le pedimos subir a su habitaci¨®n: no quer¨ªamos perder la ocasi¨®n de conocer un cuarto en el que quiz¨¢ Lorca estuviera alguna vez, si es que no era el suyo propio. O acaso, jovenc¨ªsimos, Bu?uel o Maruja Mallo, "mitad ¨¢ngel, mitad marisco", como la llamaba Dal¨ª, que tambi¨¦n andar¨ªa por all¨ª. A ella, cuando me asomo a la ventana de marco verde que se recorta en la noche contra los chopos desnudos de Juan Ram¨®n, me la imagino alej¨¢ndose entre crujidos de gravilla, alzando la mano para saludarnos al pasar de largo con su bicicleta, acaso rauda a encontrarse con Alberti o con Miguel Hern¨¢ndez, enfundada en un mono de lunares que bien podr¨ªa haberle dise?ado Ernesto Gim¨¦nez Caballero: un sistema solar semejante al del cartel Universo de la literatura espa?ola contempor¨¢nea, leitmotiv de la exposici¨®n sobre la generaci¨®n del 27 que lleva un par de meses en el pabell¨®n Transatl¨¢ntico.
Desde la ventana de marco verde que se recorta contra los chopos imagino a Maruja Mallo
Unos minutos antes, el neoyorquino hab¨ªa le¨ªdo el texto con el que particip¨® en Everstill/siempretodav¨ªa, la exposici¨®n, que tuvo lugar en 2007 y 2008 en la huerta de San Vicente, en Granada, donde se encuentra la Casa-Museo Federico Garc¨ªa Lorca, y que fue comisariada por Hans Ulrich Obrist (quien ya ha impulsado intervenciones art¨ªsticas en las casas de Nietszche, en Sils Maria, o de Luis Barrag¨¢nen, en M¨¦xico DF). Fueron un texto y una lectura de factura anglosajona, si se puede decir as¨ª: el uno, escrito con la precisa descripci¨®n del contexto, con la agilidad en el di¨¢logo y en la acci¨®n propios de un relato del dirty realism; la otra, dicha con la pasi¨®n de un buen poeta y con la contenci¨®n de un buen actor. Se titula Lorca, please, help me! (?Lorca, por favor, ay¨²dame!) y en ¨¦l Giorno evoca la tarde de 1954, cuando ten¨ªa 17 a?os y acababa de entrar en la Universidad de Columbia, en la que se encontraba en su habitaci¨®n leyendo a Plat¨®n ("Por fuera se ve¨ªa id¨ªlico, pero interiormente yo estaba lleno de ansiedad, confusi¨®n y dudas. Leyendo, con resaca y un problema de depresi¨®n"). Aquella tarde descubri¨® a trav¨¦s de un amigo que Lorca hab¨ªa vivido en el John Jay Hall, residencia de estudiantes de su misma universidad, donde adem¨¢s hab¨ªa escrito Poeta en Nueva York. Mientras el John Giorno septuagenario daba saltitos, con los pies juntos, sobre la tarima del sal¨®n de actos, vemos c¨®mo sale de los folios que lee un John Giorno teenager que se resiste a aceptar que Lorca, homosexual como ¨¦l, hubiera vivido en "mi mundo tonto y burgu¨¦s de clase media", pero vemos tambi¨¦n c¨®mo corre hasta su ventana, desde donde los ojos alcanzan el John Jay Hall, y acierta a distinguir la ventana de la habitaci¨®n 1.231, la del poeta de Granada: "Garc¨ªa Lorca vio lo que nosotros vemos", dice el joven estudiante John. Y tambi¨¦n, maravillado, dirty y realist: "Foll¨® en esa habitaci¨®n... La habitaci¨®n 1.231 es un lugar sagrado, al igual que Bel¨¦n o Bodhgaya. Debemos hacer una peregrinaci¨®n... Me atrever¨ªa a m¨¢s, incluso a tener relaciones con el individuo due?o de esa habitaci¨®n, s¨®lo para hacerlo donde Lorca lo hizo... La mesa y la silla deben estar en el mismo lugar... Sentarse, donde ¨¦l escribi¨®, parec¨ªa una bendici¨®n m¨¢s all¨¢ del entendimiento".
Sub¨ª a la habitaci¨®n de John Giorno (?estuvo Lorca?) en la Residencia de Estudiantes pensando que me sentar¨ªa en la cama donde se sienta al despertar alguien que lo ha hecho con Warhol y con Burroughs, en la cama donde se acuesta el m¨ªtico durmiente de la pel¨ªcula Sleep (Warhol, 1963). Era la habitaci¨®n 210. Y mientras Ajo y ¨¦l hablan a mi espalda, en ingl¨¦s (?shit!), yo llego a la p¨¢gina del cat¨¢logo que hojeo en la que est¨¢ la foto de Gilbert & George tumbados en la cama de Federico, en la casa de la Huerta: el cuadro de La Dolorosa a la cabecera de esa camita peque?a, de barrotes muy simples, frente al escritorio donde escrib¨ªa ¨¦l, Lorca, el poeta en Nueva York, los pies sobre unas baldosas hidr¨¢ulicas cuyos dibujos son lo ¨²nico que escapa a la sobriedad (y el estampado de la colcha) del blanco de las paredes encaladas. Las paredes que desnud¨® Pere Portabella en la pel¨ªcula Mudanza, que vimos despu¨¦s, de regreso al sal¨®n de actos de la Residencia de Estudiantes, que para m¨ª desde entonces es como el John Jay Hall para John Giorno.
Al regresar a casa "me puse a sollozar... yo era un poeta, y ?con qu¨¦ fin?, ?qu¨¦ se supon¨ªa que deb¨ªa hacer?... Aunque era temprano, me fui a la cama, a dormir para olvidar completamente todo... y a la ma?ana siguiente todo estaba bien".
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