El papel de la pol¨ªtica
No basta con fijar prioridades; no habr¨¢ salida de la crisis sin sacrificios y reformas dolorosas
De la ausencia total de pactos hemos pasado a activar toda una bater¨ªa: el de Toledo, el de la concertaci¨®n social, el que pueda salir de la ronda del portavoz socialista, la comisi¨®n ministerial para explorar un posible pacto global anticrisis. Pero ya se adelanta, partiendo de las posiciones expresadas en el debate del pasado mi¨¦rcoles, que no ser¨ªa realista esperar de esa comisi¨®n un acuerdo que vaya m¨¢s all¨¢ del cl¨¢sico entre el partido del Gobierno y los nacionalistas de CiU y el PNV.
Es decir, que no estar¨¢ el PP. Y sin ese partido, hay objetivos esenciales del pacto que quedar¨¢n en el aire. En lo general, avalar reformas necesarias pero impopulares; y en lo particular, la necesidad de comprometer en el esfuerzo de reducci¨®n del gasto a las autonom¨ªas, todas ellas gobernadas ahora, salvo Canarias, por PSOE o PP.
Se da por supuesto que Rajoy no tiene inter¨¦s en comprometerse en acuerdos que ser¨ªan contradictorios con su estrategia de dejar que Zapatero vaya coci¨¦ndose en la salsa de la crisis y proponer, como ¨²nico programa, la retirada del actual presidente. Pero, si la situaci¨®n es tan mala como dice, y con las encuestas electorales a favor, deber¨ªa ser el m¨¢s interesado en cooperar para evitar un mayor deterioro, al que tendr¨ªa que hacer frente cuando llegase a La Moncloa. Y para llegar necesitar¨¢ aliados, como CiU, que le exigen compromisos anticrisis; aparte de que para ganar necesita asegurarse el apoyo del electorado de centro, el m¨¢s favorable a una pol¨ªtica de concertaci¨®n.
Pero las vacilaciones de Zapatero facilitan la pasividad de su contrincante. Hasta hace medio a?o el consenso entre los economistas situaba como prioridad el est¨ªmulo econ¨®mico con fondos p¨²blicos, incluso al precio de un aumento del d¨¦ficit. Tambi¨¦n se advert¨ªa de la necesidad de una estrategia de retirada de esos apoyos antes de que las cuentas p¨²blicas se descontrolaran. Los datos conocidos a comienzos de a?o (un d¨¦ficit del 11,4% del PIB) m¨¢s la reacci¨®n de los mercados en relaci¨®n con la deuda forzaron el giro.
Pero hace dos d¨ªas, en Londres, un Zapatero cada vez m¨¢s empe?ado en acreditar la caricatura simplista que sus enemigos han hecho de ¨¦l se adapta al p¨²blico al que se dirige y vuelve al punto de partida afirmando que se preocupar¨¢ del d¨¦ficit cuando la recuperaci¨®n de la econom¨ªa sea efectiva. Sin embargo, la experiencia reciente ha puesto de manifiesto que la contenci¨®n del d¨¦ficit (para evitar la espiral de que su aumento encarezca la deuda, lo que provoca m¨¢s d¨¦ficit) es condici¨®n para poder abordar las otras medidas.
Por supuesto que los mercados financieros abusan de su posici¨®n, pero eso no se resuelve con sermones. Tampoco con jaculatorias como las de Dolores de Cospedal o de Rajoy cuando plantean como soluci¨®n bajar los impuestos a fin de estimular la iniciativa empresarial, lo cual, fabulan, crear¨¢ empleo y aumentar¨¢ los ingresos fiscales. La reducci¨®n del d¨¦ficit depende ahora de la del gasto y no del aleatorio aumento de los ingresos; y dado que una gran parte del mismo est¨¢ legalmente comprometido, dif¨ªcilmente podr¨¢ ser consistente sin tocar las inversiones y los gastos de personal. Retirar inversiones puede ser contradictorio con el objetivo de cambio del modelo productivo, y congelar los salarios de los funcionarios, a cambio de su seguridad en el empleo, plantear¨¢ fuertes resistencias sindicales.
Lo ¨²nico seguro es que la salida requerir¨¢ hacer ver a la poblaci¨®n la gravedad de la situaci¨®n. A partir de ah¨ª puede plantearse desde el Gobierno un plan de ajuste acorde con las prioridades del momento; o intentar aprovechar que la mayor¨ªa desea ver a Gobierno y oposici¨®n unidos contra la crisis para intentar un acuerdo sobre cu¨¢les son esas prioridades como base para un impulso social compartido. Pero en ambos supuestos, la condici¨®n ser¨¢ decir a la poblaci¨®n que no hay soluci¨®n sin sacrificios y reformas dolorosas.
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