Alarmante rutina juvenil
La cara del toricantano Javier Cort¨¦s era la tristeza misma cuando se atrevi¨® a dar la vuelta al ruedo tras la muerte del sexto, al que no acert¨® a descabellar y perdi¨® los trofeos que, sin duda, habr¨ªa conseguido por una actuaci¨®n enrabietada, pundonorosa y entregada a un toro rajado ante el que se plant¨® con poca experiencia pero mucha decisi¨®n. Lo recibi¨® con una larga cambiada de rodillas en la puerta de chiqueros y lo mulete¨® con largura y temple en derechazos largos y ligados. Pronto se acobard¨® el animal, huy¨® a tablas y rompi¨® la ilusi¨®n de Cort¨¦s, quien a¨²n pudo dibujar alg¨²n natural aceptable antes de arrebujarse finalmente con el toro. Pero la espada... Ay, la espada de Javier Cort¨¦s... Ya en su primero, al que capote¨® con holgura, y lig¨® los muletazos con m¨¢s ambici¨®n que sosiego en una labor de m¨¢s a menos, ofreci¨® un err¨¢tico mitin a la hora de matar, y todo qued¨® en un ohhh de decepci¨®n. Despu¨¦s, hasta once golpes de verduguillo necesit¨® para derrumbar al sexto. Y as¨ª, por muy cara de ni?o que se tenga y mucha ilusi¨®n por el triunfo, no se puede uno llamar matador de toros. La tristeza de su rostro estaba plenamente justificada.
ZALDUENDO / PINAR, TENDERO, CORT?S
Toros de Zalduendo, bien presentados, blandos, nobles y muy manejables.
Rub¨¦n Pinar: media baja (palmas); dos pinchazos y bajonazo -aviso- (ovaci¨®n). Miguel Tendero: media tendida y dos descabellos (palmas); estocada (ovaci¨®n). Javier Cort¨¦s, que tom¨® la alternativa: seis pinchazos, media -aviso- y siete descabellos (ovaci¨®n); media tendida -aviso- y once descabellos (vuelta al ruedo).
Palacio de Vistalegre. 21 de febrero. Un tercio de entrada.
Pinar y Tendero ofrecieron una lecci¨®n de lo que no debe ser el toreo
Pero el problema de ayer fue m¨¢s grave: que a una corrida como ¨¦sta de Zalduendo -bonita de hechuras, arrecogida de pitones, just¨ªsimas las fuerzas, bondad infinita y fijeza repetidora en las embestidas- no le cortaran ni una sola oreja tres chavales veintea?eros a los que se les supone hambrientos de triunfo y con la ilusi¨®n y la fortaleza que proporciona la juventud es cosa muy seria. Algo grave ocurre en esta fiesta para que los seis toros se fueran con las orejas al desolladero.
Claro que Rub¨¦n Pinar y Miguel Tendero ofrecieron toda una lecci¨®n -sobresaliente cum laude incluido- de lo que no debe ser el toreo. No se puede venir s¨®lo a dar pases; hay que tener sentido de los terrenos y de la colocaci¨®n, de la geometr¨ªa del toreo; hay que cruzarse, cargar la suerte, olvidarse del pico, y de retrasar la muleta y de situarse al hilo del pit¨®n. Hay que olvidar las ventajas del toreo moderno, que no interesan a nadie. Y ellos lo comprobaron fehacientemente: cuando uno se convierte en un pegapases no importa ni al que te da consejos desde el burladero.
Pinar dio una pobre impresi¨®n de s¨ª mismo, indeciso, bullanguero, sin atisbo de calidad, sin mesura ni temple. Y no dijo nada en ning¨²n momento.
Y Tendero, que mat¨® muy bien al quinto, se mostr¨® aliviado, despegado, mal colocado siempre y sin sangre en las venas. Una alarmante e imperdonable rutina la de esta pareja. Alguien les tiene que dar un recado: el toreo es otra cosa.
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