El regreso imposible
Las deudas del viaje, el poco tiempo cotizado y las peculiaridades del empleo femenino complican el retorno de los trabajadores extranjeros a sus pa¨ªses
Un a?o y ocho meses despu¨¦s de su llegada, el sobrino de Fernando ya quer¨ªa irse de Galicia. Estaba sin trabajo cuando el Gobierno central aprob¨® el Plan de Retorno Voluntario para los inmigrantes de una veintena de pa¨ªses extracomunitarios, entre ellos el suyo, Ecuador, y vio la oportunidad perfecta. Regres¨® a Quito con los 4.200 euros equivalentes a seis meses de paro y la idea de montar un peque?o restaurante con los ahorros de sus dos de estancia en Santiago. "No se lo pens¨® dos veces", cuenta su t¨ªo Fernando, tambi¨¦n inmigrante, sin empleo desde hace un a?o y con la prestaci¨®n por desempleo ya agotada. A diferencia de su sobrino, ¨¦l nunca ha pensado en irse. "Uno ha dejado sus cosas de all¨¢ a amigos y familias, si me voy tendr¨ªa que empezar de nuevo", lamenta.
Se marchan m¨¢s hombres, porque ellas casi nunca tienen paro
Los que llevan poco tiempo no se van porque no quieren volver derrotados
A muchos ni les ha dado tiempo de saldar el compromiso contra¨ªdo al venir
"?Por qu¨¦ el inmigrante s¨®lo es v¨¢lido si produce?", pregunta Fernando
Como Fernando -que preside la asociaci¨®n de inmigrantes ecuatorianos (Cosior) de Santiago- la mayor¨ªa de los inmigrantes han optado por resistir en Galicia los embates de la crisis. De los
trabajadores que pueden acogerse a este plan en Galicia lo han hecho, hasta la fecha, 209 personas. En provincias como la de Ourense, el Ministerio de Trabajo no ha recibido m¨¢s de 11 solicitudes. En las que m¨¢s ¨¦xito tuvo la iniciativa, A Coru?a y Pontevedra -tambi¨¦n las que tienen mayor n¨²mero de inmigrantes- el n¨²mero de solicitudes no supera las 95 y 68, respectivamente. La oferta del gobierno no tienta a los inmigrantes de Galicia.
Al sobrino de Fernando s¨ª lo tent¨®. Ten¨ªa derecho a seis meses de paro, que cobr¨® por adelantado -el 40% antes de abandonar Espa?a, el 60% ya en su pa¨ªs-, hizo las maletas y se fue. Por ahora es el ¨²nico ecuatoriano de la asociaci¨®n que ha optado por volver. "No conozco ning¨²n otro caso de retorno entre los compa?eros". Muchos inmigrantes, como el propio Fernando, han completado el reagrupamiento familiar y se sienten m¨¢s de ac¨¢ que de all¨¢. Tampoco le gustar¨ªa interrumpir los estudios de su hijo, que cursa primero de Bachillerato en un instituto compostelano. Pero si Fernando se queda es sobre todo porque su mujer sigue trabajando en el servicio dom¨¦stico. Con la prestaci¨®n por desempleo agotada, el de su esposa es el ¨²nico sueldo que entra en casa. Y Fernando todav¨ªa tiene la esperanza de encontrar un trabajo que les permita salir a flote. "Hay que hacer el esfuerzo, no venimos hasta aqu¨ª para nada", afirma.
El ¨¦xito del plan del Gobierno es directamente proporcional a la soledad del inmigrante en el pa¨ªs de acogida. "No tienes trabajo y encima est¨¢s lejos de los tuyos, es m¨¢s f¨¢cil que te acabes marchando". ?l mismo desisti¨® una vez, hace a?os, de su primera aventura en Espa?a. Empez¨® a trabajar de camarero en un bar de Madrid, pero con los 300 euros que cobraba no pod¨ªa hacer frente a un alquiler y mucho menos enviar dinero a su familia en Ecuador. "Ahora te encuentras con gente espa?ola en las mismas entrevistas de trabajo que t¨². Antes no iban", asegura.
Con todo, Fernando no se va. "Yo el retorno s¨®lo se lo aconsejo a la gente que est¨¦ sin su familia. Hay que tener en cuenta que no es una ayuda, sino un adelanto de un dinero que ya te pertenec¨ªa", explica. "All¨¢ tambi¨¦n hay que buscarse la vida". Acogerse al plan de retorno cierra las puertas a una nueva entrada en Espa?a en un plazo de tres a?os. "Muchos inmigrantes se endeudan para venir o est¨¢n atados a hipotecas, ?c¨®mo se van a marchar as¨ª?". Mientras espera que mejoren las cosas, se agarra a trabajos espor¨¢dicos. "Es muy dif¨ªcil alcanzar la estabilidad laboral", secunda Nelly Carranza, que preside una asociaci¨®n de bolivianos en A Coru?a y que en el ¨²ltimo a?o ha visto marchar a varios compatriotas. La mujer, asegura, lo tiene doblemente dificil: por el tipo de trabajos que hacen las inmigrantes, el retorno favorece a los hombres.
La inmigraci¨®n del otro lado del Atl¨¢ntico tiene mayoritariamente rostro de mujer, pero retornan m¨¢s ellos. En el mejor de los casos, las inmigrantes cotizan dentro del r¨¦gimen especial de la Seguridad Social como trabajadoras dom¨¦sticas, por lo que no tienen derecho a la prestaci¨®n por desempleo. Para ellas no hay retorno posible, a menos que se lo paguen de su propio bolsillo. "Es injusto, porque sin paro no podemos acogernos al Plan de Retorno", dice una inmigrante boliviana que despu¨¦s de tres a?os viviendo en Galicia regresar¨¢ a su pa¨ªs de forma inminente, y sin ning¨²n tipo de ayudas. "Hay que pensar qu¨¦ opciones nos dan los gobiernos de nuestros pa¨ªses al regresar", se queja. Los que se quedan, la mayor¨ªa, lo hacen porque no han cotizado lo suficiente para un retorno digno. "No quieren regresar derrotados", explica V¨ªctor Ballena, peruano afincado en Santiago. La mayor¨ªa a¨²n tiene esperanzas, y tambi¨¦n alguna cr¨ªtica. "?Por qu¨¦ el inmigrante s¨®lo es v¨¢lido si produce?", se pregunta Fernando.
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