Elige tu futura guerra y, despu¨¦s, tus armas
El 'stablishment' pol¨ªtico-militar de Estados Unidos se niega a renunciar a cualquier parcela significativa de su inmenso arsenal. Pese al d¨¦ficit, planea gastar m¨¢s de 700.000 millones de d¨®lares anuales en defensa
Qu¨¦ debe hacer un pa¨ªs cuando, teniendo intereses y obligaciones en todo el mundo, se enfrenta a multitud de desaf¨ªos externos y amenazas potenciales?
Pues quiz¨¢ tenga que pensar m¨¢s y con m¨¢s coherencia que antes. Quiz¨¢ necesite respirar hondo, tragar saliva y tomar decisiones dif¨ªciles. Quiz¨¢, para mantener simplemente sus intereses fundamentales, tenga que ser bastante despiadado. Quiz¨¢ ese pa¨ªs -y est¨¢ claro que me refiero a los Estados Unidos del atribulado mundo actual- necesite reevaluar su posici¨®n y su futuro en el ¨¢mbito internacional.
Hace unos d¨ªas, el Pent¨¢gono present¨® el Resumen Cuatrienal de Defensa a que le obliga el Congreso: un exhaustivo informe que, realizado por los m¨¢s perspicaces expertos en planificaci¨®n de la defensa, indica d¨®nde es m¨¢s probable que est¨¦n los principales desaf¨ªos del pa¨ªs en materia de seguridad, apuntando, por tanto, qu¨¦ decisiones habr¨¢ que tomar, tanto en lo tocante a prioridades regionales como al gasto en armamento.
El Pent¨¢gono estima que la guerra de Afganist¨¢n tendr¨¢ que ser a¨²n m¨¢s cara, no menos cara
Una potencia no sobrevive si no puede sufragar sus gastos. En el caso de EE UU esto es preocupante
Al leer el documento, resulta evidente que la Casa Blanca y el Pent¨¢gono se enfrentan a dilemas muy antiguos y, en concreto, a la necesidad de fijar prioridades de gasto para la defensa. Adem¨¢s, se toman aqu¨ª decisiones de relevancia. Hay que reconocer que el h¨¢bil secretario de Defensa, Robert Gates, est¨¢ insistiendo en la clausura, o por lo menos reducci¨®n, de varios sistemas armament¨ªsticos de dudosa utilidad; especialmente el caza m¨¢s caro de nuestras Fuerzas A¨¦reas, el F-22 Raptor.
Por otra parte, el informe lleva el presupuesto de defensa anual m¨¢s all¨¢ de los 700.000 millones de d¨®lares y contempla el env¨ªo de m¨¢s tropas a Afganist¨¢n.
Los partidarios de un mayor gasto en defensa disponen de muchos argumentos para justificar ese incremento. Durante alg¨²n tiempo (o eso es lo que esperan los expertos del informe) la guerra de Afganist¨¢n tendr¨¢ que ser m¨¢s, no menos cara. En su conjunto, Oriente Pr¨®ximo es un entorno fr¨¢gil. Al Qaeda se est¨¢ propagando por el sur de Arabia y adentr¨¢ndose en ?frica. El r¨¦gimen de Putin no tiene buenas intenciones en sus Estados lim¨ªtrofes. Ir¨¢n es peligroso. Corea del Norte est¨¢ en manos de un lun¨¢tico. Las armas de destrucci¨®n masiva tambi¨¦n se est¨¢n propagando. Los Estados fallidos, deprimidos por la pobreza, las tensiones medioambientales y la violencia inter¨¦tnica, se est¨¢n convirtiendo en nuevos refugios de terroristas. Por otra parte, est¨¢ el desaf¨ªo que plantean las crecientes capacidades militares y econ¨®micas de China, y la inclinaci¨®n de la balanza estrat¨¦gica en la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico.
A?ad¨¢mosle a esto el aumento del martilleo sobre la fragilidad de la econom¨ªa internacional, y quiz¨¢ m¨¢s concretamente sobre dos tipos de d¨¦ficit estadounidenses que, seg¨²n los pron¨®sticos, se prolongar¨¢n hasta un horizonte lejano: el astron¨®mico d¨¦ficit comercial y un d¨¦ficit federal sin precedentes.
Ninguna gran potencia puede sobrevivir como tal si no puede sufragar sus gastos, algo que preocupa a un n¨²mero creciente de estadounidenses y de partidarios de nuestro pa¨ªs en el exterior. ?Puede Estados Unidos permitirse, y llevar a cabo, todo aquello que parece decidido a realizar, tanto en relaci¨®n con las necesidades internas como respecto a las demandas internacionales?
Es en este contexto donde el presidente Obama, el secretario de Defensa Gates y los principales miembros del Estado Mayor -adem¨¢s de sus sucesores y los sucesores de los mismos, porque no estamos ante problemas que vayan a desaparecer- tendr¨¢n que llegar a conclusiones dif¨ªciles sobre el futuro gasto de defensa y conseguir el benepl¨¢cito de la mayor¨ªa de los congresistas, que no dejan de gimotear sobre el car¨¢cter insostenible de los d¨¦ficits federales, pero luchando hasta la muerte por impedir la reducci¨®n de la producci¨®n armament¨ªstica y la presencia de bases militares en sus propias circunscripciones.
Para un observador externo (es decir, para alguien que no tiene que tomar esas dif¨ªciles decisiones), la tentaci¨®n de se?alar "lecciones" de la historia militar y naval resulta irresistible. Una de ellas podr¨ªa ser la siguiente: los sistemas y estructuras armament¨ªsticos que otorgan m¨¢s flexibilidad a los pol¨ªticos, sobre todo en tiempos de apreturas econ¨®micas, son preferibles a los concebidos para escenarios b¨¦licos m¨¢s limitados.
En el caso del Imperio Romano, el instrumento m¨¢s recurrente fue el legionario: un soldado que pod¨ªa luchar tanto en las fronteras de Escocia como en las de Persia, construyendo puentes, creando artefactos para realizar asedios y levantando los mismos campos fortificados en pr¨¢cticamente todo el mundo occidental o mediterr¨¢neo.
En la ¨¦poca de la Marina de Nelson, la "chica para todo" era la fragata, una nave veloz y de tama?o medio que, funcionando como los "ojos" de la flota de combate, llevaba rauda cualquier despacho o material urgente; adem¨¢s de poder operar en los confines del mundo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el avi¨®n m¨¢s ¨²til de la Royal Air Force brit¨¢nica fue el vers¨¢til Mosquito bimotor, que pod¨ªa volar a una altitud impresionante sin ser capturado y tambi¨¦n realizar vuelos rasantes para disparar sobre tanques y buques enemigos. Adem¨¢s, si se convert¨ªa, era capaz de transportar m¨¢s carga destructiva que una Fortaleza Volante. Pod¨ªa funcionar de noche, as¨ª que por el mismo precio se ten¨ªa un Pathfinder y un avi¨®n de reconocimiento fotogr¨¢fico.
?Qu¨¦ nos dice todo esto sobre la situaci¨®n actual de las fuerzas armadas del presidente Obama y sobre las capacidades y el poder de Estados Unidos? Algunos sistemas armament¨ªsticos son m¨¢s unidimensionales que otros. Por ejemplo, los principales tanques de combate y la artiller¨ªa pesada, unos y otra concebidos para realizar operaciones terrestres de envergadura contra el Ej¨¦rcito Rojo, son ahora tan in¨²tiles para la lucha en las monta?as de Afganist¨¢n como lo fueron en los arrozales de Vietnam.
Contingentes terrestres como los infantes de Marina y las Fuerzas Especiales del Ej¨¦rcito pueden operar bastante bien en cualquier sitio. Lo mismo les ocurre a los helic¨®pteros, salvo en malas condiciones climatol¨®gicas. Los submarinos de ataque de la Marina son omnipresentes (entonces, ?por qu¨¦ no se ha enviado alguno a ahuyentar a los piratas somal¨ªes?).
A la vista de lo colosal que es la superioridad de la Marina estadounidense sobre las dem¨¢s, parece excesivo mantener una docena de enormes portaaviones.
Ser¨ªa normal que ahora el lector se planteara que, seguramente, lo primero que hay que hacer es determinar qu¨¦ amenazas, qu¨¦ enemigos hay por ah¨ª, para despu¨¦s, a la vista de la situaci¨®n, elegir las armas adecuadas. Ser¨ªa una buena observaci¨®n, puesto que tambi¨¦n significar¨ªa que los dirigentes estadounidenses tendr¨ªan que elegir por fin qu¨¦ armas y qu¨¦ concepci¨®n de sus fuerzas son esenciales para responder a los peligros definidos, y cu¨¢les no lo son.
Con esto volvemos a lo se?alado anteriormente. Como la Casa Blanca, el Pent¨¢gono, el Departamento de Estado y el Congreso no quieren mostrar esa determinaci¨®n, vamos a quedarnos con decisiones de segunda categor¨ªa, como la de descartar sistemas armament¨ªsticos que parecen no funcionar o que se han vuelto demasiado caros.
De manera que no se va a hacer lo que ser¨ªa necesario hacer: ordenar realmente las prioridades estrat¨¦gicas y proceder a un recorte mucho m¨¢s considerable de nuestra panoplia de sistemas armament¨ªsticos, y todos los "huevos" de la asignaci¨®n de recursos para la defensa seguir¨¢n estando en un gran n¨²mero de "cestas".
No es ¨¦sta una buena soluci¨®n para una potencia de primera magnitud en un siglo de tantas y tan diversas amenazas, pero puede que ahora mismo sea la ¨²nica disponible. Cabe preguntarse, ?hasta cu¨¢ndo se puede seguir as¨ª?
Paul Kennedy es Dilworth Professor de Historia y director de Estudios de Seguridad Internacional en la Universidad de Yale, adem¨¢s de autor y editor de 19 libros, entre ellos Auge y ca¨ªda de las grandes potencias. ? 2009, TRIBUNE MEDIA SERVICES, INC. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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