El 'otro Cerd¨¤' del Eixample
Una exposici¨®n reivindica el papel municipal en el dibujo urbano de 1859
El trampantojo con el que se abre la exposici¨®n Cerd¨¤ i Barcelona. La primera metr¨®poli, 1853-1897, que se inaugura hoy en el Sal¨® del Tinell de Barcelona, lo dice todo sobre la tercera y ¨²ltima gran exposici¨®n dedicada al padre del Eixample, aprobado en 1859: si se mira desde la derecha, impera el rostro del ingeniero y su nombre; si se mira por la izquierda, se impone la cuadr¨ªcula urbana y la ciudad.
Este ¨²ltimo es el mensaje de fondo de la exposici¨®n: Ildefonso Cerd¨¤ fue un genio, pero el Consistorio y las fuerzas vivas de la ciudad hicieron tanto o m¨¢s. "Cerd¨¤ coge un tren en marcha en un momento decisivo de una ciudad que ya trabajaba hac¨ªa a?os para derribar las murallas y crecer; ¨¦l solo no hubiera podido hacer el Eixample", resume Marina L¨®pez, comisaria de una exhibici¨®n, organizada por el Museo de Historia de Barcelona y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que podr¨¢ verse hasta el 31 de marzo (este fin de semana, puertas abiertas).
Para deshacer "malentendidos cr¨®nicos", L¨®pez prefiere hablar de "asumir una convergencia de hechos" y sentar la premisa de que "imposici¨®n de Cerd¨¤ por parte de Madrid la hubo y la provoc¨® Cerd¨¤; el Estado pas¨® de aprobar un plan a ejecutarlo por la v¨ªa del ingeniero". Las diferencias que eso gener¨® entre el tri¨¢ngulo Madrid-Cerd¨¤-Ayuntamiento "se dar¨¢n hasta 1863". En cualquier caso, seg¨²n la comisaria, hubo "ignorancia torpe" entre Consistorio e ingeniero. Jordi Mart¨ª, delegado de Cultura del Ayuntamiento, quit¨® hierro: "La imposici¨®n tiene matices, creo que hubo m¨¢s un debate sobre competencias que sobre el propio plan".
Dividida en tres partes, la exposici¨®n refleja sutilmente ese pulso. As¨ª, en su primera secci¨®n, Barcelona, 1853-1859; reforma y ensanche, se deja claro que Barcelona como objeto de estudio cient¨ªfico no fue exclusivo de Cerd¨¤, se expone la reforma ultamoderna de la apertura de la calle de la Princesa de 1852 (v¨ªa recta, ancha, con vocaci¨®n comercial) que el Consistorio afront¨® con un cr¨¦dito y, sobre todo, la campa?a promovida a trav¨¦s de la prensa (Diario de Barcelona, El Presente, El ?ncora) incentivada por el Consistorio y las fuerzas vivas y que buscaba "un ensanche completo que no tenga m¨¢s l¨ªmites que los que ha fijado la naturaleza", frente a la propuesta militar de un ensanche reducido para mantener las murallas, topes que la ciudad quiere abajo, de propiedad municipal sus terrenos y con bulevar all¨ª donde est¨¢ el per¨ªmetro fortificado. Casi nada.
Tras el mapa topogr¨¢fico de Cerd¨¤ de 1855 ("al que a?adi¨® por su cuenta el anteproyecto del ensanche", recuerda L¨®pez), un cub¨ªculo blanco reproduce los n¨²meros del ingeniero para mesurar el aire necesario que dar¨ªan pie a su famoso esquema de la casa o bloque a los cuatro vientos ("parti¨® de una teor¨ªa higienista err¨®nea") destaca una foto de Barcelona desnuda, ya sin las murallas: el campo del futuro ensanche evoca una particular conquista del Oeste barcelonesa.
En Cerd¨¤, 1860-1866 (segunda secci¨®n) se combinan caranto?as y pellizcos. As¨ª, si bien se recuerda la aceptaci¨®n del plan de Cerd¨¤ por parte de los propietarios de los terrenos que estaban fuera de las murallas (que reclamaban hac¨ªa a?os la alineaci¨®n del paseo de Gr¨¤cia para poder edificar), se ensalza tambi¨¦n la habilidad del alcalde Josep Santa-Maria, que a?adi¨® el proyecto de reforma interior al del ensanche y "no se opuso al plan de Cerd¨¤, porque era un pragm¨¢tico". Y junto a todo ello, es bien visible un apartado con las sonoras confrontaciones de Cerd¨¤ con arquitectos como Garriga i Roca (que propuso el bulevar en el per¨ªmetro militar y que hubiese roto todo el dibujo de Cerd¨¤).
El repaso contin¨²a en el ¨²ltimo bloque (Hacia la dimensi¨®n metropolitana, 1860-1897), donde se muestran los primeros equipamientos que iban a dar dimensi¨®n metropolitana: desde el edificio de la Universidad, a la Exposici¨®n Universal de 1888, pasando por el parque de la Ciutadella, "que Cerd¨¤ hab¨ªa previsto como zona residencial pero que Fontser¨¦ salv¨®", recuerda de nuevo L¨®pez, se?alando un panel con un duro texto del paisajista "cerdanista" donde le critic¨® veladamente.
"En una ¨¦poca de crisis, Barcelona no se neg¨® a la ambici¨®n del Plan Cerd¨¤; hubo gran colaboraci¨®n entre las esferas p¨²blica y privada, y en su lucha competencial con Madrid, el Ayuntamiento supo coger a Cerd¨¤ para as¨ª llevar la operaci¨®n ¨¦l", resumi¨® como moraleja para la actualidad Miquel Roca, presidente del C¨ªrculo del Museo. Ya s¨®lo por eso, el pulso vali¨® la pena.
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