Revisionismo macroecon¨®mico
Esta crisis ha puesto patas arriba muchas cosas. A los destrozos de riqueza ocasionados en no pocos sectores y a las p¨¦rdidas de bienestar derivadas de aumentos importantes en el desempleo hay que a?adir algunos traumas de m¨¢s complicada objetivaci¨®n. El derivado de la excepcional actuaci¨®n de los Gobiernos en los pa¨ªses con las econom¨ªas y los sistemas financieros m¨¢s avanzados es quiz¨¢ el m¨¢s destacado. La nacionalizaci¨®n de empresas financieras e industriales, la inyecci¨®n por los bancos centrales de liquidez en cuant¨ªa desconocida y a unos tipos de inter¨¦s de referencia hist¨®ricamente reducidos o la aplicaci¨®n de ingentes programas de gasto p¨²blico conforman un repertorio de decisiones desconocidas entre las econom¨ªas desarrolladas desde las que se adoptaron en los a?os treinta del siglo pasado durante la Gran Depresi¨®n.
Nunca es tarde si la dicha viene de la mano de una actitud flexible y revisionista del FMI
La crisis tambi¨¦n ha zarandeado principios e hip¨®tesis considerados centrales en el an¨¢lisis econ¨®mico o en la teor¨ªa de las finanzas. Como no hay mal que por bien no venga, ese cuestionamiento ha dado paso a una activa discusi¨®n en el seno de la comunidad acad¨¦mica y profesional de la que, gracias a la conectividad que propicia Internet (y a las generosas contribuciones de ilustres blogueros), disfrutamos quienes estamos geogr¨¢ficamente distantes del epicentro de las controversias, que fue tambi¨¦n el de la crisis financiera. Nunca antes tuvimos la oportunidad de contemplar a lo m¨¢s granado de la profesi¨®n comparecer p¨²blicamente, mas all¨¢ de las discusiones de los seminarios universitarios o las sesiones de los congresos, permitiendo que otros acad¨¦micos, profesionales, estudiantes y cualquier aficionado a la econom¨ªa saquen partido de esta rica confrontaci¨®n de ideas que est¨¢ teniendo lugar en EE UU y el Reino Unido, fundamentalmente.
Las revisiones de las posiciones en liza realizadas en las p¨¢ginas de The Economist (julio de 2009), las entrevistas de John Cassidy a algunos de los m¨¢s emblem¨¢ticos profesores de la Universidad de Chicago publicadas en The New Yorker, o los blogs de profesores como Gregory Mankiw, Bradford DeLong, Simon Johnson, Gary Becker y Paul Posner, o el de Paul Krugman, son algunas de las sugerencias que hago a mis alumnos para que aprovechen la excepcionalidad del momento: nunca antes hubo oportunidades tan valiosas de transmisi¨®n y captaci¨®n de conocimiento econ¨®mico relevante en tiempo real a tan bajo coste. Tambi¨¦n para quienes tienen responsabilidades de pol¨ªtica econ¨®mica, el ¨¢mbito donde probablemente est¨¢ siendo m¨¢s relevante la contestaci¨®n a la tradici¨®n.
Las paradojas no concluyen en la naturaleza de los t¨®picos que est¨¢n siendo cuestionados, sino tambi¨¦n en quien los est¨¢ cuestionando. El Fondo Monetario Internacional (FMI), la instituci¨®n considerada guardi¨¢n de la ortodoxia macroecon¨®mica, est¨¢ dando muestras de una flexibilidad anal¨ªtica y una capacidad de adaptaci¨®n sorprendentes. Lo ha hecho desde el inicio de la crisis, liderando una aproximaci¨®n genuinamente keynesiana, comprensiva con la nacionalizaci¨®n de las entidades financieras en las econom¨ªas con los sistemas financieros m¨¢s complejos del mundo, y sugiriendo la activa contribuci¨®n de los presupuestos p¨²blicos a la compensaci¨®n del desplome de la demanda agregada en la mayor¨ªa de las econom¨ªas de la OCDE. El FMI tambi¨¦n anticip¨® las advertencias de prematura aplicaci¨®n de las estrategias de salida: el abandono de las terapias excepcionales aplicadas durante la crisis. El ritmo de retorno a la normalidad en las pol¨ªticas monetarias y presupuestarias en la econom¨ªa brit¨¢nica es objeto hoy de otra controversia igualmente enriquecedora: un duelo en toda regla entre grupos muy cualificados de economistas no s¨®lo brit¨¢nicos.
El FMI est¨¢ convenciendo a sus socios de que tambi¨¦n es capaz de reflexionar, de pensar en voz alta, aunque ello suponga arrinconar prejuicios y enfoques con los que hasta hace poco se aproximaba al tratamiento terap¨¦utico de las crisis financieras. Algunos analistas recuerdan ahora la inamovible sugerencia de severo ajuste presupuestario con que las misiones del Fondo respond¨ªan sistem¨¢ticamente a los afectados por crisis financieras anteriores, que validaban aquella simplificaci¨®n insinuada sarc¨¢sticamente en las iniciales en ingl¨¦s de la instituci¨®n, "It's Mostly Fiscal" (es m¨¢s que nada fiscal). Es verdad que la actitud que ahora exhibe esa instituci¨®n contrasta notablemente con la rigidez que fragu¨® el ahora olvidado Consenso de Washington, sugerido a las econom¨ªas en desarrollo como gu¨ªa protectora para la inserci¨®n en el proceso de globalizaci¨®n.
En dos muy sugerentes documentos (Staff nosition notes), el FMI formaliza esa actitud revisionista. El primero est¨¢ firmado por su economista jefe, Olivier Blanchard (junto a Giovanni Dell'Ariccia y Paolo Mauro), y lleva por titulo Rethinking macroeconomic policy. La reconsideraci¨®n que proponen es tanto m¨¢s significativa en cuanto fue precisamente Blanchard quien anticipaba el "buen estado de salud de la macroeconom¨ªa" en agosto de 2008, (The state of macro, Working Paper 14259, NBER), cuando todav¨ªa dirig¨ªa el prestigioso departamento de econom¨ªa del MIT. Ahora justifica su posici¨®n en ese panorama que ha revelado la crisis financiera global: pol¨ªticos en un principio demasiado complacientes con el alcance de la recesi¨®n y, en todo caso, excesivamente confiados en las posibilidades de las herramientas disponibles, la de pol¨ªtica monetaria fundamentalmente. Las forzadas reacciones posteriores han terminado de alterar el consenso existente sobre la conducci¨®n de las pol¨ªticas macroecon¨®micas.
La m¨¢s controvertida de las sugerencias que se hacen en ese documento es la tolerancia con una tasa de inflaci¨®n m¨¢s elevada que la asumida como objetivo por la mayor¨ªa de los bancos centrales (en torno a ese 2% que hace expl¨ªcito el BCE), con el fin de disponer de mayor margen de maniobra en el manejo de los tipos de inter¨¦s de intervenci¨®n en situaciones extremas. El uso de la regulaci¨®n para atajar burbujas en los precios de los activos o la aplicaci¨®n de planes de gasto social en fases de ca¨ªda de la actividad forman parte tambi¨¦n de ese men¨² de sugerencias heterodoxas.
En el segundo de los documentos (Capital inflows: the role of controls) tambi¨¦n se rompe con la tradici¨®n de la instituci¨®n al sugerir a las econom¨ªas menos avanzadas la posibilidad de introducir controles sobre los movimientos internacionales de capital (tasas y regulaciones especiales) con el fin de dosificar las entradas de capital especulativo y con ellas la formaci¨®n de burbujas. El planteamiento es racional: subordina grandes enunciados, como el de la libertad incondicional de los movimientos de capital, a la evidencia y a la eficacia en el prop¨®sito de prevenci¨®n de crisis financieras. Se trata, en definitiva, de "introducir arena en los engranajes del mercado", recurso desde hace tiempo reclamado para los mercados de capitales por expertos como George Soros y acad¨¦micos como el Nobel Jaghish Bhagwati, que ahora ha saludado la medida con otro refr¨¢n universal: "M¨¢s vale tarde que nunca".
En efecto, nunca es tarde si la dicha viene de la mano de esa actitud flexible y revisionista de una instituci¨®n tan respetable t¨¦cnicamente como el FMI. Son este tipo de actitudes las que le acercan a la satisfacci¨®n de aquella aspiraci¨®n de conversi¨®n en una organizaci¨®n verdaderamente ecum¨¦nica, global, que formul¨® John Maynard Keynes en la conferencia de Breton Woods, en 1944, ante s¨®lo 44 Estados miembros. Hoy no queda ning¨²n Estado fuera de la instituci¨®n, y la renovaci¨®n de su predicamento tendr¨¢ mucho que ver con ejercicios de honestidad intelectual, flexibilidad anal¨ªtica y sano revisionismo, como el ofrecido en esos dos trabajos. La profesi¨®n esta de suerte.
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