En Espa?a se maltrata a cuatro mil ni?os cada a?o
La infancia no es una ¨¦tapa m¨ªtica y feliz de la vida, es un largo per¨ªodo de impotencia que puede marcar para siempre a un ser humano. En contra de lo que se quiere aparentar por todos los medios, el ni?o es la gran v¨ªctima de un engranaje social que se endurece por momentos y en el que la fuerza y la violencia son valores apreciados en la pr¨¢ctica.Marcos Sires, torturado a sus escasos cuatro a?os, ha venido de pronto a golpear las conciencias de los mayores, ese mundo distinto del adulto que se olvida con demasiada frecuencia de que los ni?os tienen derecho al respeto y a la justicia.
Marcos es uno de los 4.000 ni?os que sufren de violencias f¨ªsicas en Espa?a. Las estad¨ªsticas no abundan y el tema es poco menos que desconocido para la mayor¨ªa de los espa?oles. Se tortura a los ni?os en el Reino Unido, en los Estados Unidos, pero no en Espa?a. Nada m¨¢s falso. Tal vez la ¨²nica diferencia est¨¦ en la riqueza de datos, en el n¨²mero de denuncias, en la estructura misma de la familia.
Los ni?os espa?oles no son una excepci¨®n. Aqu¨ª, como en el resto de los pa¨ªses latinos, las relaciones familiares y la amplitud de la propia familia, en la que se incluyen los t¨ªos, los abuelos, los hermanos y a veces los vecinos, hacen que la violencia rara vez alcance cotas ten terribles como en el caso del peque?o Marcos. Pero las condiciones para la violencia existen, existen todos los factores, aunque despu¨¦s los casos queden encubiertos en una ca¨ªda, un golpe, un accidente cualquiera.
Un poco de historia
Los traumat¨®logos norteamericanos fueron los primeros en darse cuenta de determinadas marcas extra?as en el esqueleto de algunos ni?os. Posteriormente Henry Kemper, uno de los m¨¢s importantes estudiosos de este tema, configur¨® su teor¨ªa del llamado s¨ªndrome del ni?o golpeado. Los padres que torturan o golpean a un hijo muy raramente reconocen haberlo hecho, normalmente enmascaran la verdad asegurando que el ni?o se ha accidentado solo. La labor del m¨¦dico y de los asistentes sociales seria precisamente la de investigar en las heridas para dar con su verdadera procedencia. Seg¨²n el profesor Alfred White Franklin el ni?o que ha sido torturado se muestra feliz y tranquilo una vez en el hosplital, gana peso y se desarrolla normalmente.
Las cifras de una tragedia
Setecientos ni?os mueren anualmente a consecuencia de los malos tratos en el Reino Unido, 2.000 en los Estados Unidos, cifras menores, sin especificar, en Espa?a, Italia; Francia. El problema no conoce fronteras, porque los factores se producen en el mundo entero. ?Pero qui¨¦nes son esos padres capaces de golpear a sus hijos hasta matarles?Hay un ¨ªndice bajo de padres s¨ªc¨®patas, seg¨²n han demostrado los estudios realizados en otros pa¨ªses. La mayor parte son personas normales que se encuentran sometidas a una serie de tensiones sociales excesivas. En septiembre del pasado a?o se celebr¨® en Ginebra, patrocinado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, un congreso sobre este tema que reuni¨® a casi trescientos especialistas entre sic¨®logos, m¨¦dicos y siqu¨ªatras del mundo entero. Como representante de Espa?a particip¨® el doctor Oscar Valtue?a Borque, que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la violencia contra los peque?os.
En el congreso se analizaron con relativa profundidad los factores que intervienen de alguna manera en el comportamiento violento de los padres con sus hijos.
Entre los m¨¢s importantes se encuentra el aislamiento social. De ah¨ª que entre los grupos de inmigrados se produzcan con mayor frecuencia este tipo de agresiones. El individuo aislado crea una fuerte agresividad contra el medio, que termina descargando en el ser m¨¢s indefenso que tiene a su lado, el ni?o. La excesiva juventud de los padres, que se enfrentan con las dificultades que entra?a la crianza de los hijos sin tener la preparaci¨®n necesaria para ello. Esta falta de preparaci¨®n es uno de los datos que constat¨® el congreso como m¨¢s graves. Naturalmente las dificultades financieras son otro de los factores m¨¢s claros que incrementan la irratibilidad de los adultos.
La gravedad de este fen¨®meno mundial es tanto mayor cuanto que esos ni?os golpeados ser¨¢n a su vez verdugos de sus hijos o ir¨¢n a engrosar las filas de una preocupante y creciente delincuencia juvenil. El 80 % de los j¨®venes delincuentes en los EEUU han sido v¨ªctimas de malos tratos en su infancia. Porque adem¨¢s de la huella puramente f¨ªsica de la tortura existe el trauma sicol¨®gico. Los ped¨ªatras y sic¨®logos coinciden en afirmar que la no aceptaci¨®n del ni?o por parte de los padres es causa de muchas anomal¨ªas y retrasos en el desarrollo general del peque?o, casos de dislexia o las dificultades para expresarse que en un angustioso c¨ªrculo conc¨¦ntrico exasperan m¨¢s a los padres, movi¨¦ndoles de nuevo a la agresi¨®n.
La falta de afecto es la fuente de casi todos los problemas, porque engendra el descuido, la indiferencia, la incapacidad de sacrificio por una criatura que no puede valerse por s¨ª misma.
Es m¨¢s divertido vivir cuando se ha sido deseado, anuncia un cartel del Movimiento por el Libre Aborto y la Contracepci¨®n (MLAC) franc¨¦s. Y lo cierto es que la mayor parte de las v¨ªctimas de este tipo de agresiones no han sido deseadas. En una sociedad en que los medios anticonceptivos son desconocidos para la inmensa mayor¨ªa de la gente y el aborto es contemplado como el mayor crimen resulta complicado acabar con este factor de rechazo. Es preferible seguir prediciendo estad¨ªsticas. Sesenta mil ni?os padecen cada a?o en los Estados Unidos el suplicio de los golpes y torturas, teniendo que ser internados en hospitales a pesar de que son siempre una minor¨ªa los casos que pueden ser constatados y que trascienden el marco del hogar.
La letra con sangre entra
Lo que ha sido durante muchos a?os un lema en la ense?anza y el principio rector de la educaci¨®n infantil hoy es ya tan solo un desagradable recuerdo, aunque todav¨ªa se producen hechos aislados que son testimonio de que algo no funciona. Lo cierto es que en Espa?a el sistema educativo de las palizas no ha desaparecido por completo. Se pega a los ni?os, aunque no a los niveles de tortura o de lesi¨®n, como una forma de descargar la agresividad o porque se piensa que es la ¨²nica manera de que aprendan que esto o aquello no se puede repetir. ?Pero hasta qu¨¦ punto es ¨²til este sistema? Para A. S. Neill, uno de los m¨¢s revolucionarios educadores que han existido, golpear a los ni?os es siempre una demostraci¨®n de odio, una descarga emocional. En cualquier caso, y aunque se trate s¨®lo de un golpe ocasional provocado por los nervios y el esfuerzo normal que supone el cuidado de los ni?os, las normas pedag¨®gicas modernas desaconsejan el recurso al cachete.
Respeto a la infancia
Est¨¢ demostrado que el ni?o es el resultado de un ambiente familiar. Que su conducta y su desarrollo est¨¢n ¨ªntimamente ligados al papel que ocupa en ese complejo engranaje emocional que es la familia. Pero lo cierto es que en su seno el ni?o es un sujeto indefenso en manos de los adultos. La sociedad ha dicho que las relaciones padre-hijo est¨¢n reguladas por el afecto. As¨ª ocurre en la mayor¨ªa de los casos, pero las excepciones quedan pr¨¢cticamente al margen de cualquier control. La ley no puede entrar en el terreno ¨ªntimo de la familia para prever los casos en que el afecto no est¨¢ presente y, por tanto, no regula nada.Luchar contra las torturas a los ni?os es una tarea compleja, pero imprescindible, de la que depende en gran medida la salud mental y la tranquilidad de toda la sociedad.
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