El delta del Ebro, amenazado por las urbanizadoras
En varios pa¨ªses -entre ellos Inglaterra y Estados Unidos- se ha ca¨ªdo en la cuenta de la riqueza ecol¨®gica y cineg¨¦tica que, constituyen las zonas h¨²medas continentales. Tanto es as¨ª, que se ha procedido ya en varios casos al reencharcamiento de zonas que se hab¨ªan desecado. En Espa?a, en cambio, seguimos pensando en la desecaci¨®n de lagunas, marismas y albuferas, todav¨ªa con la mentalidad mussoliniana del rescate de las zonas pal¨²dicas, cuando el paludismo ya no existe. Los cazadores de patos valencianos saben muy bien conjugar su afici¨®n cineg¨¦tica con un fomento de las condiciones naturales para el mantenimiento de esa riqueza de aves acu¨¢ticas. Las nuevas embestidas urban¨ªsticas contra el delta del Ebro, las albuferas de Alcudia y Valencia o las marismas del Guadalquivir muestran que en Espa?a el proceso a¨²n no ha iniciado la marcha atr¨¢s.
Con esta tem¨¢tica como fondo, se ha celebrado en el sal¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas una tertulia ecol¨®gica sobre las zonas h¨²medas y aves acu¨¢ticas en Espa?a, organizada por la Asociaci¨®n de Estudios y Defensa de la Naturaleza (Aeden). El punto esencial lo constituy¨® una exposici¨®n de la problem¨¢tica del delta del Ebro, lugar que est¨¢ sufriendo al m¨¢ximo la acometida de los proyectos de urbanizaci¨®n. Hace un a?o trascendieron diversos proyectos -alguno de los cuales parece ser respaldado por capital de los Emiratos Arabes- para la implantaci¨®n de urbanizaciones gigantescas en los terrenos que el Ebro ha ido depositando dentro del mar. Este delta, de tipo cl¨¢sico, es, junto con los del Danubio, R¨®dano y Guadalquivir, el cuarto de los deltas que quedan en Europa. Innumerables departamentos universitarios, asociaciones de ciudadanos y organismos cient¨ªficos de toda Catalu?a realizaron una campa?a de salvamento del delta que fue calificada por Joaqu¨ªn Ara¨²jo como la m¨¢s intensa acci¨®n de defensa medioambiental que se haya realizado en Espa?a hasta el momento. Esta campa?a estaba basada en la belleza paisaj¨ªstica del delta, as¨ª como en la riqueza de todo tipo de aves que anidan o se hospedan en ¨¦l, durante sus migraciones, especialmente en la isla de Buda y en la pen¨ªnsula sur del delta, la de Los Alfaques, sitio elegido por la urbanizadora monstruo que pretend¨ªa implantar poblaciones cercanas a los 100.000 habitantes con todos los servicios que sirven de atractivo para esas urbanizaciones, incluido campo de golf y helipuerto. La campa?a se?al¨® tambi¨¦n las incongruencias econ¨®micas y t¨¦cnicas de tal proyecto; las econ¨®micas, ya que examinando el presupuesto se ve¨ªa que era totalmente insuficiente. Esto no es de extra?ar, puesto que, seg¨²n la ley de 1918, el estado paga el 50% de los trabajos de desecaci¨®n de zonas palustres, ofreciendo adem¨¢s el terreno al organizador privado. Incluir el proyecto de urbanizaci¨®n de Los Alfaques dentro del esp¨ªritu de una ley concebida con una perspectiva de saneamiento muestra la voluntad de muchos de los intereses privados, contrarios a la naturaleza, para pervertir los fines del Estado. Por otra parte el proyecto adolece de un desconocimiento t¨¦cnico de la constituci¨®n del suelo de un delta, que por tener un nivel fre¨¢tico muy alto y ser de composici¨®n muy moderna requerir¨ªa una cimentaci¨®n de pilones superior a los veinte metros, lo que dificulta extraordinariamente cualquier tipo de edificaci¨®n.
La Espa?a h¨²meda
El panorama de la pol¨ªtica espa?ola respecto a las zonas h¨²medas continentales muestra las aberraciones recientes cometidas. Eduardo de Juana, bi¨®logo y miembro de la c¨¢tedra de Cordadol de la Universidad Complutense, hizo el recuento de las ¨²ltimas zonas desecadas, entre las que se?al¨® la laguna de Antela, en Orense, con gran riqueza de patos y ocasionalmente cisnes; el Mar de Campos, ejemplo de laguna esteparia, de cuarenta kil¨®metros cuadrados; la laguna de La Janda, desecada antes de haber ni siquiera sido explorada en su totalidad con respecto a su riqueza faun¨ªstica, en la que desapareci¨® para siempre la grulla ib¨¦rica, y la laguna de Duero, que daba nombre al pueblo cercano a Valladolid. Por otra parte, las famosas tablas de Daimiel se han podido salvar in extremis, pero habiendo perdido las partes, m¨¢s importantes y ricas.Ante esta situaci¨®n, una de las primeras decisiones ser¨ªa que el Gobierno espa?ol ratificase los acuerdos de la IWRD, organismo internacional creado para la protecci¨®n de las zonas h¨²medas y su fauna. En la lista de espacios confeccionada por el organismo internacional se catalogan como preferentes en Espa?a las tablas de Daimiel, la Albufera de Valencia y los deltas del Guadalquivir y el Ebro. Como zonas de segunda categor¨ªa, la Alcudia de Mallorca y las r¨ªas bajas gallegas. Sin embargo, hay una extensa lista de parajes que deben ser defendidos inmediatamente, entre los que se cuentan el Grao, en Menorca, los peque?os pero interesantes estuarios espa?oles, muy maltratados, entre los que destacan, la r¨ªa de Guernica, la de Santo?a -hoy ya protegida- las r¨ªas bajas y en especial la zona de San Sim¨®n, en la de Arosa y cerca de La Toja. En el cap¨ªtulo de las lagunas esteparias, hoy ya desaparecidas de Europa a excepci¨®n de Espa?a, hay que mantener el gran rosario de lagunas de este tipo a lo largo de toda nuestra geograf¨ªa, y en especial la de Cantagalla, en las sierras de Teruel, bastante desconocida, y en la que se han llegado a censar 80.000 patos. De las lagunas de Tierra de Campos, a¨²n son salvables las de Villaf¨¢fila y Villalpando, lugar donde a¨²n quedan gansos campestres y una colonia importante de avutardas.
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