"La tercera oportunidad me infunde respeto. No puedo fallar"
Esta es una entrevista deslocalizada. El signo de los tiempos. Entrevistador y entrevistado, ambos barceloneses, se encuentran en Madrid, donde Artur Mas ha acudido a dar una charla econ¨®mica y a hablar con diferentes medios. Eso es bueno para una entrevista: salir del marco habitual te deja m¨¢s desnudo, m¨¢s expuesto, lejos de referencias endog¨¢micas. La conversaci¨®n, sin embargo, no puede ser m¨¢s que en catal¨¢n, por imperativo ontol¨®gico. Pero no hay problema, Catalu?a es tierra de buenos traductores, nacemos con el zapping ling¨¹¨ªstico puesto, saltamos de una a otra lengua sin apercibirnos. Este se?or, adem¨¢s, nacido el 31 de enero de 1956 de familia industrial con residencia por encima de la Diagonal -d¨®nde, si no-, estudi¨® en el Liceo franc¨¦s y luego en la escisi¨®n que fue la escuela Aula, una suerte de peque?a ?cole National d'Administration catalana, vivero de buenas mentes. Los tres hijos de Mas han pasado por all¨ª.
"Los catalanes tenemos una obsesi¨®n recurrente por cambiar Espa?a"
"Europa se gana el distanciamiento de los ciudadanos con su burocracia"
"Si el estatuto no prospera, la maniobra de riesgo deber¨¢ afrontarse"
Esta formaci¨®n acad¨¦mica presenta una ventaja a?adida en lo tocante a las entrevistas. Ejercitado en los ex¨¢menes orales, Mas se expresa con una claridad sint¨¢ctica infrecuente. Cuando transcribes sus palabras, te das cuenta de que no hace falta editarlas, ¨¦l mismo se ha encargado de poner cartesianamente la puntuaci¨®n. Toda su figura desprende la pulcritud de quien tiene interiorizada la estructura primordial de sujeto, verbo y predicado.
Viste habitualmente trajes oscuros, camisas claras y corbatas discretas. La pulcritud en este apartado queda concentrada en los zapatos, de calidad, negros y lustrosos. Por encima de la Diagonal, ¨¦sa ha sido, en efecto, una obsesi¨®n fija.
Para la foto de Sof¨ªa Moro exhibe su mejor perfil. Es teleg¨¦nico, de estilo algo ag¨¦, kennediano (su jefe de prensa lleva consigo los discursos del presidente americano). Esa telegenia a veces se ha constituido en su peor enemigo: las mand¨ªbulas marcadas, la dentadura perfecta, el peinado siempre ordenado, le confieren un aire de anuncio de loci¨®n para el afeitado en el que se han cebado los programas de humor. Comprensiblemente: esa caracter¨ªstica le pone a un paso de la impostaci¨®n y en consecuencia de cierta frialdad. No es hombre dado al ba?o de masas. Prefiere explicarse desde el atril.
Sof¨ªa le pide para una de las tomas que se lleve la mano al ment¨®n, un gesto muy suyo. Justamente ah¨ª se descubre otra caracter¨ªstica menos evidente del personaje: en el fondo es un t¨ªmido. Oficios p¨²blicos como la pol¨ªtica o el periodismo siempre han sido estupendos refugios para los grandes t¨ªmidos. Mas inici¨® muy lentamente la aproximaci¨®n a la pol¨ªtica a principios de los ochenta, colaborando con el departamento de promoci¨®n comercial de la Generalitat, pero sin desengancharse hasta 1992 de la actividad privada, que ejerci¨® primero como gerente de la empresa familiar de elevadores y luego de la f¨¢brica de curtidos de piel de los hermanos Prenafeta. De aqu¨ª a ocho a?os, cumplidos los 62, se ve de vuelta a ese mundo, que confiesa haber a?orado mucho en su etapa de dedicaci¨®n a la pol¨ªtica.
Pero antes que esto tiene que cumplir una misi¨®n: ser presidente de la Generalitat de Catalu?a tras las elecciones que previsiblemente se convocar¨¢n en oto?o. Una misi¨®n dram¨¢tica: es la tercera vez que lo intenta y no habr¨¢ una cuarta. El dicho "a la tercera va la vencida" le sopla a favor, como tambi¨¦n las encuestas. Pero si no lo consigue... "No me lo planteo. As¨ª de claro. Si has ganado dos veces y est¨¢s en la oposici¨®n, a la tercera no es ya que vaya la vencida, sino que no cabe ninguna otra posibilidad. Yo s¨¦ qu¨¦ es el fracaso, lo he probado, y no me da miedo. Si llega, lo afrontar¨¦ el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones. Antes, simplemente no existe".
El fracaso de haber sido el candidato que m¨¢s diputados ha obtenido pero que no ha conseguido sumar los suficientes para formar gobierno: ¨¦se es, por debajo de las capas de la telegenia y el cartesianismo de barrio bueno barcelon¨¦s, su drama ¨ªntimo, shakespeareano. Al principio lo digiri¨® francamente mal. Se mostraba agresivo y arrogante. Como Otelo.
Los que siguen su d¨ªa a d¨ªa dicen que ha cambiado tras el ¨²ltimo verano.
Es cierto, despu¨¦s de haber recibido muchos palos he llegado a una serenidad interior que me permite relativizar la presi¨®n y encontrarme m¨¢s a m¨ª mismo.
?A qu¨¦ atribuye ese cambio?
A que se acerca esa tercera oportunidad. Y eso me infunde respeto, compromiso y mucha responsabilidad, nunca como ahora la hab¨ªa sentido. No puedo fallar. Uno de los males de Catalu?a es que el ¨¦xito molesta y el fracaso no se asimila. Es un binomio malo, porque una sociedad con una actitud m¨¢s sana debe premiar el ¨¦xito, utilizarlo como est¨ªmulo y no como elemento de envidia, y en cambio no debe condenar tanto el fracaso, ni tenerle un miedo excesivo, porque en el fondo el fracaso es un componente del propio ¨¦xito. Eso lo he comprobado en mis carnes. Gan¨¦ dos veces las elecciones auton¨®micas, pero esas victorias se convirtieron luego en derrota a las pocas semanas. Ante esto s¨®lo caben dos actitudes: quedarte ensimismado o bien convertir el fracaso en energ¨ªa. Es en lo que estoy. Por eso se me nota cambiado.
Se acaba de ver con empresarios. ?Qu¨¦ les cuenta?
Pues que el debate econ¨®mico [que hab¨ªa tenido lugar en las Cortes el d¨ªa antes de la entrevista] ha sido otra oportunidad perdida. Hab¨ªamos puesto sobre la mesa la necesidad de un gran pacto de Estado frente a la crisis y ha acabado en una ri?a entre Zapatero y Rajoy. A veces se produce la extra?a paradoja de que los partidos que nos llamamos nacionalistas hacemos m¨¢s por los pactos de Estado que los partidos de ¨¢mbito estatal, que se supone que son los primeros que habr¨ªan de promover este tipo de acuerdos cuando las cosas se complican. Eso en primer lugar. Pero a los empresarios les digo tambi¨¦n otras cosas que me preocupan.
?Por ejemplo?
Por ejemplo, c¨®mo nos ven desde fuera. Un informe del Banco Mundial que califica a 183 pa¨ªses desde el punto de vista de las expectativas de negocio sit¨²a a Espa?a, la novena econom¨ªa mundial, en el lugar 62 de la lista. No es un pa¨ªs atractivo. Y en la consideraci¨®n que merece nuestro mercado laboral caemos al puesto 157. En cambio, donde mejor colocados estamos es en cerrar empresas: somos los decimonovenos en ese terreno, cuesta poco cerrar una empresa. Todo eso es malo. Se trata de que de aqu¨ª a tres o cuatro a?os, cuando volvamos a consultar esta clasificaci¨®n, Espa?a se encuentre entre los 25 primeros pa¨ªses.
?Las bajas estimaciones incluyen tambi¨¦n a Catalu?a?
S¨ª, porque si todo el plan de recuperaci¨®n se basa en el consumo, como fija el programa de estabilidad del Gobierno central, entonces Catalu?a ser¨¢ un vag¨®n m¨¢s del tren, aportar¨¢ el 16% del total de Espa?a, que es el peso de su poblaci¨®n, mientras que si el modelo de crecimiento se basa en la exportaci¨®n, que implica industria, comercio, innovaci¨®n, investigaci¨®n, log¨ªstica y turismo, entonces en lugar de un vag¨®n m¨¢s podemos ser locomotora de arrastre. Un presidente de la Generalitat, adem¨¢s de ejercer las competencias propias en Catalu?a y de tratar leg¨ªtimamente de ampliarlas, debe ejercer una influencia clara en el conjunto de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola.
Usted se ha prodigado poco en algo que Jordi Pujol convirti¨® en bandera: la pedagog¨ªa de Catalu?a en Espa?a.
Primero, yo no he sido presidente. Segundo, he centrado la intensa traves¨ªa del desierto en el desierto propio, que es Catalu?a. Tercero, hay una persona en Madrid que cubre perfectamente la posici¨®n, que es Antoni Dur¨¢n i Lleida, con el que me siento plenamente identificado. Y cuarto, en el fondo pienso que esto de la "pedagog¨ªa catalana", entendida no sobre asuntos de Estado, sino como explicaci¨®n de qui¨¦nes somos y qu¨¦ queremos, no funciona.
?Por qu¨¦?
Porque en el fondo Espa?a piensa que est¨¢ bien como est¨¢, no quiere ser cambiada. Los catalanes tenemos una obsesi¨®n recurrente por cambiar Espa?a. Y al final la pedagog¨ªa rebota contra esa pared. Es mejor ser franco y directo, decir lo que uno piensa sin resultar ofensivo, m¨¢s que tratar de cambiar mentalidades.
Su discurso suena a "desafecci¨®n", palabra muy de moda.
Mire, Catalu?a no ha sido bien entendida en el resto de Espa?a, ni entendida ni querida. A los vascos, eso no les pasa; un castellano y un vasco est¨¢n culturalmente m¨¢s cerca que un castellano y un catal¨¢n. Catalu?a pesa m¨¢s, representa el 20% de la econom¨ªa espa?ola y tiene una lengua propia con un calado de aceptaci¨®n y transversalidad muy importante. Todo esto sumado causa una irritaci¨®n dif¨ªcil de evitar. De la misma manera que Catalu?a no ha sido nunca lo suficientemente fuerte para cambiar Espa?a, Espa?a tampoco lo ha sido para domesticar el hecho catal¨¢n, y cuidado que lo ha intentado veces.
No es un planteamiento, digamos, simp¨¢tico.
Tal vez, pero ¨¦sa es la constante hist¨®rica desde hace siglos y debemos desacomplejarnos, porque no pasa nada, podemos convivir con esos sentimientos enfrentados sin dejar de respetarnos. La gran diferencia entre antes y ahora es que antes a los catalanes no nos entend¨ªan, pero nos respetaban, mientras que ahora siguen sin entendernos, pero adem¨¢s no nos respetan.
Se refiere, claro, a la etapa de Jordi Pujol.
S¨ª. Siempre hemos provocado cierta irritaci¨®n a Espa?a, pero antes ¨¦ramos fiables, marc¨¢bamos la pauta, ¨¦ramos modelo de pol¨ªticas sociales y de dinamismo econ¨®mico. Por desgracia, los errores de los ¨²ltimos a?os han ido desgastando eso.
Tal vez el enfrentamiento al que alude se deba a la incapacidad de avistar horizontes comunes m¨¢s amplios. Europa, por ejemplo, ha desaparecido del debate pol¨ªtico, tanto del catal¨¢n como del espa?ol. La presidencia europea actual suena a meramente incidental.
Espa?a habla menos de Europa que Europa de Espa?a, por desgracia es cierto.
Pero en tiempos de Felipe Gonz¨¢lez y Jordi Pujol s¨ª hubo algo parecido a cierta ilusi¨®n europea.
?La hubo de verdad? En Catalu?a, s¨ª, pero en Espa?a creo que algo menos. Los partidos de ¨¢mbito estatal, el PSOE y el PP, que ven¨ªa de la antigua Alianza Popular, hasta la d¨¦cada de los ochenta no hicieron ninguna apuesta por Europa. En cambio, el catalanismo s¨ª se alineaba con el europe¨ªsmo desde la d¨¦cada anterior. En el fondo no es de extra?ar, porque ?cu¨¢ndo Espa?a ha sido Europa? En la alta Edad Media, la ¨²nica parte que pertenec¨ªa a la Marca Hisp¨¢nica, es decir, al imperio carolingio con capital en Aquisgr¨¢n, era Catalu?a, y ni siquiera toda, sino la mitad, la Catalu?a vieja. El resto de la Pen¨ªnsula no ten¨ªa nada que ver con Europa. En el Renacimiento, Espa?a se convierte en potencia mundial y consecuentemente europea, con dominios en Italia, Centroeuropa y Flandes. Pero cuando Europa eclosiona en la era moderna, Espa?a se queda sumida en la autarqu¨ªa, mirando a sus colonias africanas y americanas m¨¢s que al continente europeo. Y eso llega hasta los partidos democr¨¢ticos de la Transici¨®n.
Convendr¨¢ que en ese momento, sin embargo, las cosas cambiaron.
Es cierto. Pujol hab¨ªa mamado europe¨ªsmo desde la infancia [estudi¨® en la Escuela Alemana de Barcelona], mientras que Felipe Gonz¨¢lez, que lo hab¨ªa vivido menos, dio un giro espectacular, en este y en otros temas, como la OTAN. Y CiU colabor¨® siempre en ese proceso de apertura e integraci¨®n. Pero, dicho esto, hoy Europa se ve lejos en otro sentido. No se acaban de entender los tiempos de su administraci¨®n. Pienso que hay un d¨¦ficit de gobierno europeo, estamos en pa?ales en lo que deber¨ªa ser una aut¨¦ntica federaci¨®n pol¨ªtica, pero digamos tambi¨¦n que Europa se gana a pulso el distanciamiento de los ciudadanos con su burocracia pesada.
?Y no ser¨¢ que unos y otros, espa?oles y?catalanes para usar sus t¨¦rminos, hemos estado demasiado tiempo pendientes de nuestros ombligos? Ahora mismo, con los referendos independentistas, parece que la antigua filiaci¨®n nacionalista de su partido se ha convertido en "soberanista", palabra que ha hecho fortuna en los ¨²ltimos a?os.
Para m¨ª, nacionalismo y soberanismo son t¨¦rminos equivalentes. Aunque personalmente prefiero definirme como "catalanista", porque debo reconocer que el nacionalismo, que para m¨ª s¨®lo tiene connotaciones positivas, a nivel internacional es visto con gran reticencia. Pero en el fondo es lo mismo. Me hace gracia cuando un catalanista intenta hacer creer que no es soberanista: el catalanista debe aspirar antes que nada al fortalecimiento de la naci¨®n catalana. Como principio, no puede renunciar a que esa naci¨®n se pueda autogobernar en plenitud.
Ya, pero ?qu¨¦ significa hoy la soberan¨ªa?
?se es, en efecto, otro debate. Porque hoy ya no existen soberan¨ªas plenas, sino compartidas. Las naciones establecidas tienen cada una su ej¨¦rcito, pero ¨¦stos aparecen cada vez m¨¢s integrados en la defensa com¨²n, y es muy probable, y desde luego deseable, que un d¨ªa desaparezcan a favor de una fuerza supranacional. Otro caso: las relaciones exteriores. Cada pa¨ªs tiene sus propias embajadas, delegaciones consulares, etc¨¦tera, pero al final se ha constatado la necesidad de que haya un alto representante europeo de la pol¨ªtica exterior. Y en estos campos todav¨ªa hay restos de las antiguas soberan¨ªas, pero si nos desplazamos al monetario, ?qu¨¦ soberan¨ªas subsisten? Ninguna. Los Estados no pueden decidir los tipos de inter¨¦s ni los cambios. Es decir, que aquello que antes parec¨ªa tan sagrado, como que el Banco de Espa?a pudiera devaluar, se ha ido al traste. Tenemos un paraguas com¨²n que se llama euro y un regulador com¨²n que es el Banco Central Europeo, que adem¨¢s est¨¢ en Francfort, es decir, bajo influencia directa de la mentalidad alemana.
Pero los Estados siguen teniendo capacidad de decisi¨®n.
Desde luego. Les queda la proximidad, esto es, la fiscalidad, los servicios a la gente, la microeconom¨ªa, la universidad. Cosas important¨ªsimas. Bueno, pues Catalu?a todo eso en parte ya lo gestiona. Por tanto, ?qu¨¦ miedo debe darnos que en este contexto de integraci¨®n europea Catalu?a gane nueva soberan¨ªa a costa del Estado central? Yo creo que navegamos hacia una c¨²pula pol¨ªtica europea y unos poderes regionales de servicio a los ciudadanos. Eso es para m¨ª ser soberanista.
Sin embargo, usted se ha mostrado distante con el proceso de referendos independentistas celebrados recientemente.
Distante no, cauto s¨ª. Mejor: realista. Son consultas a nivel municipal, y, por tanto, tiene una trascendencia limitada, no es el pa¨ªs entero el que se manifiesta. Soy un defensor del derecho a decidir de los catalanes, pero considero que los derechos hay que aplicarlos a aquellas causas que suscitan mayor¨ªas sociales amplias. Y la independencia de Catalu?a no la suscita, sino que provoca una divisi¨®n por mitades del cuerpo social. Tenemos lo que tenemos.
?Pero el coraz¨®n qu¨¦ le pide?
?El coraz¨®n? Yo estoy por la plenitud de la naci¨®n catalana. Si el Estado espa?ol encuentra la manera de acoger a Catalu?a dentro del pleno respeto a sus aspiraciones nacionales, la convivencia es perfectamente viable. Lo que me pregunto es si el Estado est¨¢ realmente dispuesto a ello. La historia demuestra que no.
Imagino que las vicisitudes del Estatut le llenan a usted de razones...
Pues claro. ?Una ley pactada por dos parlamentos y refrendada por los catalanes puede acabar estrellada en el Tribunal Constitucional? Hoy por hoy corre ese peligro insensato. Es un proceso terriblemente fatigoso. Nos pasamos tres a?os para elaborar ese estatuto y ya cansamos a buena parte de la sociedad como para llevar ahora otros tres a?os y medio esperando esa sentencia: ?m¨¢s tiempo que el que llev¨® la propia elaboraci¨®n del texto! Es ins¨®lito. Si el Constitucional no lo toca, cosa altamente improbable, el Estatut tiene un recorrido, pero si se la da contra la pared de la Constituci¨®n, entonces Catalu?a y el catalanismo deber¨¢n iniciar una transici¨®n.
?Una transici¨®n, dice?
S¨ª. Del Estado de las autonom¨ªas al derecho a decidir. Primero, insisto, sobre las cuestiones que susciten los mayores consensos sociales, pero con el horizonte final siempre presente. ?Por qu¨¦ digo una transici¨®n? Porque no estamos por los cambios bruscos. La historia de Catalu?a es un transatl¨¢ntico al que le cuesta virar, no una lancha con motor fueraborda que con un golpe de tim¨®n gira sobre s¨ª misma. Pero si el Estatuto no prospera, la maniobra de riesgo deber¨¢ afrontarse.
?En qu¨¦ temas centrar¨¢ su campa?a electoral?
Primero, en la econom¨ªa. Segundo, en la econom¨ªa. Y tercero, en la econom¨ªa. Y tambi¨¦n en el autogobierno y la proyecci¨®n de la identidad catalana en el mundo, esto es, en la cultura. Perm¨ªtame un inciso: hablamos mucho de la autodeterminaci¨®n, pero Catalu?a en estos momentos, si quiere, puede ejercer como una cultura independiente, sin presentarse mezclada con las dem¨¢s tradiciones espa?olas. Cierro el inciso. Soy partidario de Gobiernos fuertes y administraciones con menos grasa. En este apartado deber¨ªan primar las tres aes: adelgazamiento, agilidad y austeridad. Esto quiere decir: menos administraci¨®n y m¨¢s gobierno, menos burocracia y m¨¢s lideraje. La burocracia farragosa implica un impuesto de tiempo y dinero que nos deja fuera de la competitividad. Hay que suprimir ese impuesto.
?Y si no obtiene esa mayor¨ªa amplia, con qui¨¦n gobernar¨¢?
Abriremos conversaciones. Mis relaciones con mucha gente de Esquerra Republicana han mejorado en los ¨²ltimos tiempos, eso creo que es positivo. Por lo que se refiere al PP, esta vez no iremos al notario [como hizo CiU en 2006 para comprometerse p¨²blicamente a no pactar con ellos], no nos sentimos presionados como entonces. Estoy acostumbrado a pactar, pact¨¦ el Estatut con Zapatero, y se acaba de aprobar la Ley de Educaci¨®n con el soporte de CiU. Con quien m¨¢s he pactado ha sido con los socialistas. Pero ahora toca pensar en una mayor¨ªa con las m¨ªnimas hipotecas.
Si llega a la Generalitat, ?cu¨¢nto tiempo piensa quedarse?
No pienso eternizarme. No m¨¢s de ocho a?os. Por entonces tendr¨¦ 62 y podr¨¦ dedicarme a otras cosas.
Este pa¨ªs, me refiero a Espa?a, jubila pronto a sus l¨ªderes, ?no cree? Acceden muy j¨®venes al mando, luego se retiran.
Es cierto. Adolfo Su¨¢rez, Felipe Gonz¨¢lez, Aznar, Zapatero, han sido presidentes muy j¨®venes. Pero en Catalu?a hasta eso es diferente. Tarradellas era un hombre ya mayor, Pujol fue presidente a los 50 y acab¨® a los 73, Maragall ten¨ªa 63 y acab¨® con 66, Montilla ha llegado con 52. Yo lo har¨¦ a los 54...
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F¨²tbol, mar y mucha pol¨ªtica
Artur Mas Gavarr¨®
naci¨® en Barcelona el 31 de enero de 1956 en el seno de una familia industrial. Deportista aficinado al f¨²tbol y al esqu¨ª. Se licenci¨® en Ciencias Econ¨®micas y Empresariales.
Se declara
amante de la poes¨ªa de Victor Hugo, Verlaine o Baudelaire. Est¨¢ casado con Helan Rakosnik, maestra, con quien tiene tres hijos. Fuera de la pol¨ªtica aspira a un sue?o: cruzar el Atl¨¢ntico a vela.
Su actividad pol¨ªtica
naci¨® ligada a Barcelona. Fue elegido concejal en 1987 y en el a?o 2000, Jordi Pujol le confirm¨® como n¨²mero dos de Converg¨¨ncia i Uni¨®. Actualmente es jefe de la oposici¨®n catalana y candidato por su partido para convertirse en el pr¨®ximo presidente de la Generalitat de Catalu?a. La fotograf¨ªa superior fue captada en un acto pol¨ªtico en julio de 1993.
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