"El ego me da miedo. Es el gran drama de hoy"
Rafael Manzano durmi¨® los tres primeros a?os de escuela con un Moneo. Compart¨ªan el mismo nombre. Los dos estudiaban para ser arquitectos. Viv¨ªan en una habitaci¨®n de una pensi¨®n de la calle de Zorrilla de Madrid, donde ahora est¨¢ el Instituto de Cr¨¦dito Oficial (ICO). Uno hablaba de transgredir las normas. El otro, de asentar los principios de volumen, espacio y superficie. "?l prefer¨ªa lo moderno, y yo lo cl¨¢sico".
Una amistad forjada a golpe de diferencias. Despu¨¦s de 50 a?os, Rafael Moneo tiene un Pritzker, el conocido galard¨®n de arquitectura contempor¨¢nea. Y su antiguo compa?ero de cuarto est¨¢ a punto de recibir el Richard H. Driehaus, el m¨¢s prestigioso premio al clasicismo, que concede la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE UU). "Soy un arquitecto menor para un premio mayor", dice sonrojado este gaditano de 74 a?os, catedr¨¢tico de la Universidad de Sevilla.
El arquitecto ha sido distinguido con el Driehaus, el gran premio al clasicismo
Manzano camina lento y su voz es temblorosa. Pero su memoria se mantiene fresca y su cabeza exigente. Elige el restaurante Sabina, en el centro de la capital hispalense. Le resulta acogedor. Techos altos, finas vigas de madera, paredes repletas de fotos de famosos. "Es el ¨²nico que est¨¢ bien dise?ado", sentencia. Erudito y parlanch¨ªn, decide el men¨² sin dudar. Platos que ya ha probado: setas a la plancha y lubina a la espalda. Como en su profesi¨®n, recela de la intuici¨®n. "Muchas obras contempor¨¢neas son inexpresivas, muy agresivas con el entorno, pero la arquitectura cl¨¢sica es universal".
Su fijaci¨®n como restaurador es el arte de la conquista musulmana. "Me gusta la perfecci¨®n, mejorar lo que ya estaba bien hecho". Durante una d¨¦cada reconstruy¨® la antigua ciudad califal de Medina Azahara (C¨®rdoba). La considera su gran obra. Pero en su memoria quedan sobre todo los 20 a?os que pas¨® como director de los Reales Alc¨¢zares de Sevilla. Vivi¨® all¨ª, como conservador del conjunto monumental, uno de los m¨¢s visitados de Sevilla. Mordisqueando picos de pan, se confiesa. "Era el guardi¨¢n. Conviv¨ª con el monumento, descubr¨ª sus secretos".
Cree que los 250.000 d¨®lares (178.900 euros) del Driehaus son un dineral por consagrar su vida al arte isl¨¢mico. Pero le da que pensar: "El estilo mud¨¦jar sigue vivo". Vivo en los muchos estudios que se realizan sobre el arte hispano musulm¨¢n. En la calle es otra cosa. La tradici¨®n arquitect¨®nica se ha perdido. Sin embargo, se muestra determinante: "La sociedad demanda clasicismo".
Por coincidencia, en la mesa contigua comen cuatro ex alumnos. Le saludan. Le felicitan. No han seguido su corriente. Encarnan los nuevos tiempos del arte. "Los arquitectos est¨¢n obsesionados con la modernidad, se gu¨ªan por la imaginaci¨®n, pero siempre se puede volver al c¨®digo cl¨¢sico", reclama ante un plato en el que 10 minutos antes hab¨ªa una lubina. Le importan los principios. "El ego me da miedo, es el gran drama de nuestro tiempo". Ya tiene decidido el discurso que dar¨¢ cuando a finales de marzo le den el premio: "Un periodista le dijo al gran Juan Belmonte: 'Maestro, se comenta que su toreo es demasiado cl¨¢sico', a lo que ¨¦l respondi¨®: '?Eso dicen de m¨ª? Pues me alegro, porque lo cl¨¢sico siempre est¨¢ de moda".
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