Noches de 'gulash' y jazz
El Museo de Kafka decepciona un poco, pero Praga sigue siendo surrealista. En un rinc¨®n hay salchichas XL y cerveza negra; en otro, salsa y mojitos hasta el amanecer
En Praga, la gente no est¨¢ unida, est¨¢ reunida. Si uno visita la ciudad en temporada alta de turismo, Praga es sin¨®nimo de demasiada gente, la multitud meti¨¦ndose dentro de la multitud, intentando escamotearle al espacio la idea misma de espacio. Podemos tardar cuarenta minutos para cruzar los 500 metros del puente Carlos IV, o sentir que al queso del aire en la plaza de la Ciudad Vieja le faltan los agujeros de la circulaci¨®n. Sin embargo, nada de esto consigue empa?ar su condici¨®n de ciudad m¨ªtica. No tardamos m¨¢s de unos minutos en reverenciar sus callejuelas esquivas y sus fachadas armoniosas, y en sentir que vale la pena estar ah¨ª.
Cualquier gu¨ªa tur¨ªstica apunta los sitios inevitables: la plaza de la Ciudad Vieja, que sorprende como un oasis en medio de un laberinto; el puente Carlos IV, asediado por estatuas atemporales ante las cuales todos se detienen fingiendo alg¨²n tributo para llevarse una fotograf¨ªa. El barrio jud¨ªo, con su abigarrado cementerio, sus sinagogas y su aire de mundo cr¨ªptico. El castillo de Praga, magn¨ªfico en su aspecto de barrio zigzagueante, con estrechas callejuelas en una de las cuales habit¨® Franz Kafka, y con su portentosa catedral de San Vito. El barrio de la Mal¨¢ Strana, hecho para comer y beber, comprar marionetas y volver a enamorarse sobre sus aceras estrechas. Cada uno de estos espacios merece los cinco sentidos del viajero, pero como para eso est¨¢n las gu¨ªas tur¨ªsticas, yo prefiero detenerme en mis propios puntos cardinales.
01 La gula, pecado checo
Un recorrido posible empieza en la plaza de Wenceslao (metro Muzeum), con sus resonancias de la Primavera de Praga y su ancha avenida que se extiende cuesta abajo. Al final hay chiringuitos donde una salchicha de talla XL y un vino caliente reconfortan al viajero. Si las veleidades comienzan por querer hacer compras, desde que nos aproximamos al centro las tiendas cierran fila en todas las plantas bajas de los cuidados edificios, s¨®lo interrumpidas por cervecer¨ªas que ostentan el rubro de restaurantes, pero que sirven para ambas cosas.
En los alrededores de la plaza de la Ciudad Vieja, exactamente en la calle de Kozna, 14, est¨¢ lo que me pareci¨® el mejor restaurante del mundo praguense. Sirven el gulash en un pan redondo y crujiente, hornean las patatas con salsas incre¨ªbles, y el codillo de cerdo al horno pesa un kilo. Los precios son asequibles y la atenci¨®n es esquiva, pero comer, lo que se dice comer, resulta maravilloso.
Y como Praga es kafkiana, tambi¨¦n tiene su Bodeguita del Medio. Si uno busca fiesta y m¨²sica en vivo sin abonar la entrada, a partir de las diez hay un grupo que suena bien, unas chicas checas que bailan salsa y unos camareros veloces que ponen mojitos bien cargados. Para los m¨¢s atrevidos existe un local absurdo y divertido bajo el nombre de El Rinc¨®n del Son: los precios bajan y el alcohol sube con resonancias de m¨²sica caribe?a. Se comen platos aut¨¦nticamente cubanos y una bulla surrealista envuelve y alegra.
Si se busca marcha y ambiente de discoteca hasta que el amanecer nos separe, el sitio obligado se llama Chateau Rouge y queda en la plaza de Tarometzka. Todo el mundo lo conoce, pero es denso, sumergido y con tres salas de m¨²sica distinta y decibelios para los m¨¢s duros. Y si de beber se trata, resulta imprescindible acercarse al restaurante cervecer¨ªa U Fleku, anta?o t¨ªpica e inici¨¢tica y hoy nutrida de turistas, donde se bebe la cerveza m¨¢s negra y fuerte, y suenan unos trombones que ejecutan unos se?ores viejos y elegantes. El ingente turismo no consigue eclipsar su atm¨®sfera de viejos bebedores praguenses.
02 Cultura que alimenta
Punto aparte merece el Museo Franz Kafka. No hay que hacerse ilusiones: si el viajero es devoto de San Franz, siempre encontrar¨¢ alg¨²n motivo para imaginarlo cerca, pero el decorado y las ediciones facs¨ªmiles se quedan por debajo de las expectativas. No obstante, Praga es ciudad de cultura con may¨²sculas: se respira aire de jazz en viejos locales (casi) escondidos que saltan a la vista. El Museo de Mucha nos deja ver la prol¨ªfica producci¨®n de este gran artista que invent¨® el art nouveau. Es recomendable hurgar en los programas de conciertos en las iglesias donde resuena la m¨²sica cl¨¢sica. Y si los ojos quieren detenerse en obras pict¨®ricas, siempre hay galer¨ªas anunciando muestras interesantes. Otro recodo del viaje cultural es el teatro de Praga, donde suele haber ballet de buena calidad y la atm¨®sfera nos transporta a la ¨¦poca de los carruajes.
Pero no hay nada m¨¢s praguense que su r¨ªo. El Moldava ha obligado a edificar fabulosos puentes, y en sus m¨¢rgenes hay recodos con parques, paseos con bancos y un reflejo de la luz en el agua aceitunada capaz de poner a so?ar al m¨¢s realista. Praga ha cambiado, pero su r¨ªo sigue siendo el mismo, tal vez por eso imprime en el viajero un sello de nostalgia. Hay barcos que lo surcan, con horarios establecidos y cenas para quien tenga hambre sobre el agua.
03 Viajar en metro
Un consejo pr¨¢ctico y necesario: revisar con detenimiento el billete de metro que se compra. La informaci¨®n se enreda entre checo e ingl¨¦s y no es clara, la cosa va por periodos de tiempo y n¨²meros de estaciones, con lo que hay muchas variantes; y adem¨¢s, en las estaciones c¨¦ntricas nunca falta un polic¨ªa dispuesto a castigar un error de novatada con una cuantiosa multa, sobre todo para turistas.
El viajero deja la ciudad con la impresi¨®n de que ha visto todo, pero le falta por descubrir algo. Como si la estrechez de sus calles adoquinadas escamoteara algunos de sus misterios. Por eso resulta inevitable la voluntad de una segunda vuelta. Praga se queda con nuestra memoria, y tal vez, inevitablemente, con el plan de un regreso.
M¨¢s propuestas e informaci¨®n en la Gu¨ªa de Praga
Ronaldo Men¨¦ndez (La Habana, 1970) es autor de R¨ªo Quib¨² (Lengua de Trapo, 2008)
Gu¨ªa
Comer
? U Zlat¨¦ Hrusky. Novy Svet, 3. Ambiente t¨ªpico y refinado. Sirven platos t¨ªpicos de carnes, ave y caza.
? Kampa Park. Na Kampe, 8b. Comida internacional con platos t¨ªpicos. Visitado por numerosos actores y m¨²sicos.
? Gitanes. Trziste, 7. Entre barroco y kitsch. Platos mediterr¨¢neos y t¨ªpicos; asequible.
? Caf¨¦ de Par¨ªs. Maltezsk¨¦ namesti, 4. Comida francesa.
Bares y cervecer¨ªas
? Duende. Karolini Svetl¨¦r, 30. Bohemio y acogedor.
? Blue Light. Josefk¨¢, 1.
? Klub ?jezd. ?jezd, 18.
? Bodeguita del Medio. Kaprova, 5.
? U Fleku. Kremenkova, 11.
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