"Esta situaci¨®n no se arregla con un nuevo tipo de contrato"
Marcos Pe?a (Madrid, 1948) preside el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) desde 2006. Fue secretario general de Empleo y en sus tiempos se puso en marcha el Pacto de Toledo, con Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, actual presidente de Andaluc¨ªa, como ministro de Trabajo. Desde el observatorio que supone un organismo en el que se juntan las fuerzas pol¨ªticas y sociales habla de ¨¦l, del di¨¢logo social, del Estatuto de los Trabajadores...
Pregunta. ?Hay que modernizar o cambiar el Estatuto de los Trabajadores para facilitar la flexibilidad interna de las empresas como pide la patronal?
Respuesta. Todo el mundo es consciente de que las condiciones de trabajo se pueden ordenar de manera m¨¢s flexible; pero siendo consciente de lo que es flexible la capacidad de doblarse sin romperse. Luego cada uno tiene su interpretaci¨®n. En cualquier caso, lo que haya que hacer, hay que hacerlo de manera racional, exista crisis o no, y en las mesas de negociaci¨®n o en la acci¨®n del Gobierno. Dicho esto, cualquier persona m¨ªnimamente progresista defiende las reformas porque es consustancial al progreso.
"Cambiar el Estatuto de los Trabajadores exige cambiar la Constituci¨®n"
"?No se alcanzar¨ªan mejores acuerdos en un clima de entendimiento?"
"Nos hemos evadido de la senda natural del Pacto de Toledo"
"El asunto vital para un pacto de Estado por antonomasia es la educaci¨®n"
P. ?Y qu¨¦ interpretaci¨®n cree que tiene la patronal? ?Corre el riesgo de romper algo?
R. Hace poco les o¨ª, y adem¨¢s a gente lista, que hab¨ªa que dar una vuelta total al Estatuto. Pero cambiarlo, exige cambiar la Constituci¨®n, que establece que la ley garantizar¨¢ el derecho a la negociaci¨®n colectiva y la representatividad de los firmantes.
P. ?Usted cree que se puede negociar en el actual clima?
R. La situaci¨®n patronal-sindical es lo que mejor funciona. Es un m¨¦rito que este pa¨ªs deber¨ªa reconocer a los actores sociales, sometidos a una avalancha de cr¨ªticas peligrosa. Est¨¢n en primera l¨ªnea y hacen lo que pueden, mientras otros anuncian que no hay que pagar impuestos. ?sa es la diferencia. Llevan muchos a?os negociando acuerdos en un ambiente de discreci¨®n, al margen de los resquicios que siempre existen para la estupidez y para declaraciones poco pertinentes como los que dicen que la clave genital de la pol¨ªtica es que no hay coraje para hacer esto.
P. ?Usted piensa eso?
R. No. Yo critico a quien lo dice. Porque son planteamientos que impiden el debate racional. Yo creo que el ¨²nico instrumento revolucionario que le queda a mi generaci¨®n es la raz¨®n. Y los debates hoy se separan de la raz¨®n, que significa respetar el procedimiento, conocer la situaci¨®n, escuchar al otro, asumir la propia falibilidad y proponer algo sensato y no pasional. ?No se alcanzar¨ªan m¨¢s y mejores acuerdos en un clima de entendimiento pol¨ªtico?
P. ?Y hay coraje para ese entendimiento y hacer reformas?
R. No creo que sea cuesti¨®n de coraje o valor. Esta identificaci¨®n mitol¨®gica entre poder y valent¨ªa me parece muy pueril.
P. ?Habr¨¢ acuerdo pronto sobre el di¨¢logo social?
R. Mi impresi¨®n es que la mesa de negociaci¨®n est¨¢ mejor que la imagen que se tiene de ella. Me produce cierto miedo la inflaci¨®n de expectativas, esa especie de acuerdo milagroso. El proceso de negociaci¨®n no es una etapa, es una actitud permanente que vaya haciendo peque?as reformas. Y creo que se est¨¢ haciendo bien.
P. ?Est¨¢ de acuerdo con los nuevos contratos con indemnizaci¨®n m¨¢s barata?
R. Quiero hacer algunas aclaraciones. En Espa?a tendremos 1,3 millones de empresas, de las que s¨®lo 4.500 tienen m¨¢s de 250 trabajadores, y algo m¨¢s de un mill¨®n con menos de cinco. Por un lado, hemos perdido 1,6 millones de empleos reales, de los que el 55% ha sido por finalizaci¨®n de contratos temporales y el 35% por despidos individuales. Y, por otro, la temporalidad roza el 30%. Pero desgraciadamente, la segmentaci¨®n de la temporalidad no es la ¨²nica, tambi¨¦n est¨¢ la segmentaci¨®n por g¨¦nero, la de j¨®venes y no j¨®venes, la de nacionales y extranjeros, y la de los que saben y no saben, que deber¨ªa ser la que centralizara el debate.
P. Pero cont¨¦steme si est¨¢ de acuerdo con el nuevo contrato.
R. Todas esas segmentaciones se entrecruzan, se autoalimentan. El problema es de tal magnitud que no se arregla con un nuevo tipo de contrato. Me parece que no es lo m¨¢s importante, banaliza el debate. Lo de los nuevos contratos frivoliza la discusi¨®n y la desplaza del n¨²cleo principal.
P. ?Qu¨¦ es lo importante?
R. Los servicios de empleo, la formaci¨®n, la flexibilidad interna, que son vitales, y al hilo de ellos las bonificaciones a la contrataci¨®n y la implicaci¨®n de la Administraci¨®n de Justicia. Estoy de acuerdo, con quien localiza como obst¨¢culos a la actividad empresarial, el sistema de concesi¨®n de licencias y permisos, el funcionamiento de la Administraci¨®n de Justicia y la coordinaci¨®n entre los poderes p¨²blicos. Eso es en lo que hay que batallar de verdad y no sobre un nuevo contrato.
P. Ha citado a la Administraci¨®n de Justicia.
R. El 35% de las extinciones de contrato ha sido por despidos individuales con 45 d¨ªas de indemnizaci¨®n, con lo que habr¨ªa que suponer que son ilegales. Y esto ha pasado al imaginario popular como un derecho: todo despido, sea procedente o no, tiene indemnizaci¨®n. Pero es razonable pensar que el 35% de los despidos ni son ilegales ni realizados por la mala fe empresarial. No es posible que todos los despidos sean improcedentes. Algo tendr¨ªa que hacer la Administraci¨®n de Justicia para arreglarlo. No s¨¦ si vamos a ponernos estupendos, pero la credibilidad la da s¨®lo un Estado sometido a derecho con una Administraci¨®n de Justicia que funcione.
P. ?Qu¨¦ opina de las palabras del ministro Corbacho sobre los fondos privados?
R. ?C¨®mo se puede criticar? Es sonrojante que se d¨¦ como noticia que el presidente y los ministros tienen o no planes de pensiones. Todo eso genera confusi¨®n y nadie sabe qu¨¦ se est¨¢ discutiendo, ni por qu¨¦, ni sabe explicarlo porque se ha viciado desde el comienzo. Como siempre el argumento se convierte en garrote pol¨ªtico. Eso hace dif¨ªcil el debate.
P. ?Se refiere al PP?
R. Pero sin una identificaci¨®n muy clara porque es muy mala la separaci¨®n entre buenos y malos, esa demonizaci¨®n del otro. Me da igual que lo haga la izquierda o la derecha. Yo tengo algo que ver con el Pacto de Toledo, y nos produjo mucha satisfacci¨®n porque, siendo un tema de gran magnitud, se logr¨® el consenso pol¨ªtico. Durante 15 a?os se ha protegido el sistema, no ha estado en el escenario, no se ha discutido; pero de repente estalla. Nos hemos evadido de la senda natural.
P. ?Cree que se arreglar¨¢?
R. Nadie ha dicho cu¨¢l es nuestro gasto en pensiones sobre el PIB en relaci¨®n con otros pa¨ªses. En Espa?a es el 8,7%, y la media en Europa-15 es del 12,3%. Francia tiene m¨¢s del 13%; Italia, m¨¢s del 14%; y Alemania y Dinamarca, el 12%... No estamos tan mal, pero el mensaje es contrario: "T¨² con 40 a?os no vas a cobrar la pensi¨®n". Hay que hacer cosas, sin duda; pero sin perder la raz¨®n.
P. ?Qu¨¦?
R. En 2009 acabamos con un fondo de reserva que ronda el 6% del PIB. En 2025 estar¨ªamos en 9,8% del PIB en gasto y con dificultades de financiaci¨®n. En 2050, rondar¨ªamos el 16%. Para pagar eso, Espa?a necesitar¨ªa una poblaci¨®n activa de 60 millones de personas con los par¨¢metros actuales y una poblaci¨®n de 85 millones. Inalcanzable. Las respuestas son ampl¨ªsimas: hay que actuar con las cotizaciones, el c¨¢lculo, el tiempo y pol¨ªticas de guarder¨ªas. ?se es el debate que interesa. Hemos pasado de una tasa de vida en la pensi¨®n de a?o y medio a 18 a?os, estamos en el envejecimiento del envejecimiento y eso no se soluciona con una pensi¨®n, exige una sociedad distinta. ?sa es la reforma.
P. ?En que temas hay que llegar a pactos de Estado?
R. Tenemos que tener cuidado, no hablar de pactos de Estado para todo. Yo prefiero m¨¢s entendimiento pol¨ªtico que pacto. Que se discuta sobre asuntos vitales, y el asunto vital por antonomasia es la educaci¨®n.
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