El cascabel al gato
Los riesgos de insolvencia soberana que planeaban sobre la econom¨ªa griega desataron en febrero el primer ataque especulativo contra el euro. De momento, este episodio se ha saldado con severas medidas de austeridad fiscal para Grecia, e inconcretas promesas de ayuda (se habla de unos 25.000 millones de euros) por parte de los l¨ªderes europeos que han reducido, por ahora, el riesgo financiero para los mercados. Esta semana se est¨¢ evaluando el plan de ajuste griego, pero ser¨¢ necesario convencer a los mercados de su viabilidad; de lo contrario, puede producirse una segunda oleada de desconfianza contra Grecia que termine arrastrando tambi¨¦n a la econom¨ªa espa?ola.
La UE puede gestionar la crisis griega pero, aunque la econom¨ªa espa?ola no se encuentra en una situaci¨®n tan penosa, llegado el caso, le resultar¨ªa m¨¢s dif¨ªcil lidiar con la econom¨ªa espa?ola, dado su mayor tama?o. A medio plazo, la debilidad de nuestra demanda har¨¢ que desciendan nuestros niveles de vida y, con ellos, nuestra capacidad potencial para producir. Sectores como el autom¨®vil, la construcci¨®n y el financiero est¨¢n sobredimensionados. Su reajuste implicar¨¢ el cierre de empresas y una contracci¨®n adicional de la capacidad productiva. Por otro lado, muchas inversiones que se realizaron en condiciones monetarias laxas, tendr¨¢n ahora que refinanciarse en un contexto de estancamiento y expectativas de subidas de tipos. Lo que empez¨® como un shock de demanda se est¨¢ transformando en otro de oferta, similar al del petr¨®leo de 1973. Sin embargo, el ajuste se produce ahora dentro de la eurozona. No ajustar nuestra econom¨ªa significar¨¢ dificultar la buena marcha de nuestras exportaciones, seguir perdiendo cuotas de mercado y experimentar tasas perezosas de crecimiento.
Hay que pactar medidas impopulares antes de que los mercados nos saquen de la eurozona
Por otro lado, nuestra deuda exterior total alcanza ya el 164% del PIB, lo que explica, en parte, el saldo negativo de la balanza de rentas internacionales. En efecto, el saldo de las rentas del trabajo y de la inversi¨®n (intereses, beneficios y dividendos) ha pasado del -0,8% del PIB en 2000 al -2,4% en 2009. Esto supone una preocupante salida de renta neta hacia el exterior. S¨®lo si somos capaces de crecer al 5-6% en t¨¦rminos nominales podremos evitar una reducci¨®n draconiana de los est¨¢ndares de vida. De lo contrario, se podr¨ªan contraer un 15%-20% durante el pr¨®ximo decenio. Adem¨¢s, los economistas que alaban la reducci¨®n del d¨¦ficit corriente (y capital) del 11% al 4,7% actual, olvidan que estas cifras reflejan la debilidad de nuestra demanda interna. Mientras, seguimos perdiendo competitividad y cuotas de mercado, reduciendo los beneficios y desalentando la inversi¨®n.
No hay una soluci¨®n clara. Una alternativa consistir¨ªa en que Alemania acelerase su inflaci¨®n, algo contra natura para ellos cuando, adem¨¢s, han ajustado su econom¨ªa estabilizando los costes laborales unitarios, algo de lo que deber¨ªamos aprender. Tambi¨¦n Blanchard, economista jefe del FMI, propone acelerar la inflaci¨®n para facilitar a los Gobiernos la devoluci¨®n de deuda.
Otra posibilidad estribar¨ªa en que los contribuyentes alemanes y de otros pa¨ªses ricos realizaran transferencias directas hacia los pa¨ªses del sur de Europa por valor del 6-7% del PIB, algo poco razonable. La tercera consistir¨ªa en que Alemania abandonase la eurozona. La cuarta, someternos a un programa de ajuste draconiano que incluir¨ªa -protegiendo los segmentos m¨¢s desfavorecidos de la escala salarial- una reducci¨®n salarial para funcionarios, congelaci¨®n de pensiones, acuerdos salariales m¨¢s restrictivos que los reci¨¦n firmados, etc¨¦tera.
Pasar por ese doloroso periodo de ajuste y empobrecimiento no estar¨ªa exento de muy serias tensiones sociales y pol¨ªticas. Cabe la tentaci¨®n de pensar que no sea necesario, pero s¨®lo los hechos nos dir¨¢n si los mercados financieros nos seguir¨¢n financiando. Si dudan de nuestra capacidad de ajuste, dejar¨¢n de hacerlo. En ese caso, la alternativa no se plantear¨¢ entre reducir o congelar los sueldos de los funcionarios y las pensiones, sino en suspender su pago, lo que abrir¨ªa el debate sobre la conveniencia de abandonar la eurozona, algo que no conviene a largo plazo.
Una crisis de insolvencia soberana en Grecia ayudar¨ªa a aplicar reformas econ¨®micas profundas y una mayor gobernanza econ¨®mica de la UE para supervisar los presupuestos de los Estados miembros. Pero, si no queremos que el proyecto europeo se vaya al traste, las declaraciones de los l¨ªderes europeos, que por ahora han calmado los mercados, deber¨¢n substanciarse. Por eso, urge una mayor coordinaci¨®n de las pol¨ªticas macroecon¨®micas en la eurozona, m¨¢s integraci¨®n econ¨®mica, la creaci¨®n de un fondo europeo de estabilizaci¨®n macroecon¨®mica, y dotarnos de un presupuesto europeo del 5-7% del PIB que permita aplicar una pol¨ªtica fiscal contrac¨ªclica.
En cuanto a Espa?a, tendremos que dar muestras de determinaci¨®n al aplicar medidas de ajuste para que los mercados sigan financiando buena parte de nuestro consumo y nuestras inversiones, y conf¨ªen en nuestra solvencia. Ser¨¢ necesario que alguien le ponga el cascabel al gato. Pero, mientras esto ocurre, los principales partidos deber¨ªan demostrar su sentido de Estado y su patriotismo, y alcanzar acuerdos que legitimen la aplicaci¨®n de medidas impopulares antes de que los mercados financieros nos saquen de la eurozona.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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