Calder¨®n exige la cooperaci¨®n de EE UU para poner fin a la violencia
El presidente mexicano recuerda que el tr¨¢fico de drogas y de armas atraviesa la frontera del norte - El Ej¨¦rcito seguir¨¢ desplegado en Ciudad Ju¨¢rez
Que a Lesley Enr¨ªquez y a su marido los mat¨® un mexicano nadie lo duda. Pero tampoco que ese mexicano se dedica al lucrativo negocio de exportar drogas a Estados Unidos y que compr¨® su arma en alguna de las cientos de armer¨ªas que florecen al otro lado de la frontera. El asesinato, el pasado s¨¢bado, de la funcionaria norteamericana y de su marido cuando sal¨ªan de una fiesta infantil en Ciudad Ju¨¢rez ha vuelto a poner tensi¨®n entre M¨¦xico y Estados Unidos. Tras la declaraci¨®n de Barack Obama en la que dec¨ªa sentirse "indignado" por los cr¨ªmenes, el presidente de M¨¦xico, Felipe Calder¨®n, levant¨® la voz por dos veces durante su visita a Ciudad Ju¨¢rez para exigir que su vecino del norte se implique de forma definitiva en la lucha contra el narcotr¨¢fico: "El crimen organizado tiene su origen en dos fen¨®menos que afectan a ambos pa¨ªses. Son el consumo y el tr¨¢fico de drogas en y hacia Estados Unidos, y el tr¨¢fico de armas provenientes de Estados Unidos".
Calder¨®n, que acudi¨® a la ciudad fronteriza por tercera vez en mes y medio, no ocult¨® que el asesinato de tres personas relacionadas con el consulado de Estados Unidos -la pareja de norteamericanos y un mexicano casado con una empleada de la legaci¨®n- a?ade todav¨ªa m¨¢s dosis de mala fama internacional a Ciudad Ju¨¢rez y a M¨¦xico en general. Y no se equivoc¨®. Canad¨¢ se sum¨® ayer al llamamiento, cursado un d¨ªa antes por Estados Unidos, para que sus ciudadanos eviten viajar a M¨¦xico salvo que sea "absolutamente necesario". Un llamamiento especialmente grave para el turismo mexicano porque en estos momentos son, precisamente, canadienses y norteamericanos los que abarrotan los hoteles de Acapulco y la Riviera Maya. Tambi¨¦n, pero de manera m¨¢s despectiva, desaconsej¨® los viajes al sur John Cook, el alcalde de El Paso: "Tal como est¨¢n las cosas, no s¨¦ qu¨¦ puede haber de interesante en Ciudad Ju¨¢rez".
Pero los motivos de fricci¨®n entre los dos pa¨ªses van m¨¢s all¨¢. El lunes, la portavoz del FBI en El Paso, Andrea Simmons, dijo que al menos siete corporaciones estadounidenses participar¨ªan en la investigaci¨®n del asesinato de Lesley Enr¨ªquez y de su marido. Habl¨® del FBI y de la DEA (la agencia antidrogas de EE UU), pero tambi¨¦n de funcionarios de inmigraci¨®n y aduanas y hasta del Departamento del Sheriff del Condado de El Paso. Senadores y congresistas mexicanos se apresuraron a advertir de que Estados Unidos no puede intervenir en las cuestiones de M¨¦xico, y el propio Calder¨®n quiso dejar claro que la colaboraci¨®n tiene que existir, "pero cada quien en su territorio". Tambi¨¦n el embajador de Estados Unidos en M¨¦xico, Carlos Pascual, quiso calmar las aguas en una cuesti¨®n tan sensible: "Ning¨²n oficial de agencias de la ley de Estados Unidos llevar¨¢ a cabo operativos en M¨¦xico".
Zanjado aparentemente el asunto, no tard¨® en surgir otro. Lleg¨® de la mano de la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano. La funcionaria volvi¨® a alabar la decisi¨®n del Gobierno mexicano de luchar contra el narcotr¨¢fico, pero por primera vez cuestion¨® la validez de la estrategia: "La presidencia de Felipe Calder¨®n ha estado profundamente involucrada
[en poner paz en Ciudad Ju¨¢rez], decidiendo incluso el env¨ªo de efectivos militares. Pero esto no ha ayudado en nada". Las declaraciones de Napolitano sentaron como un tiro a Calder¨®n, sobre todo porque sintonizan con una percepci¨®n generalizada en Ciudad Ju¨¢rez: la llegada del Ej¨¦rcito y de los federales, lejos de mejorar, empeor¨® la situaci¨®n. De hecho, durante la reuni¨®n de cuatro horas que mantuvo en Ciudad Ju¨¢rez con representantes de diversos colectivos, Calder¨®n s¨®lo perdi¨® la paciencia en un momento. Cuando uno de los participantes le pregunt¨®: "?Es posible ganar esta guerra as¨ª como est¨¢ planteada?", el presidente le respondi¨®, tajante: el Ej¨¦rcito seguir¨¢ en Ciudad Ju¨¢rez.
El presidente de la Rep¨²blica se llev¨® a Ciudad Ju¨¢rez a siete secretarios y al procurador general de la Rep¨²blica. Supervis¨® uno a uno los compromisos de su Gobierno para sacar del desastre a una ciudad que fue un modelo para el pa¨ªs y que ahora es su verg¨¹enza. Incentivos a las empresas. Ayuda a las madres para que lleven a sus hijos al colegio. Centros de salud. Escuelas. ?Y seguridad...? Nada m¨¢s despejar su avi¨®n, regres¨® la matanza diaria.
Cara a cara con la pobreza
El Gobierno de Calder¨®n est¨¢ trabajando duro en Ciudad Ju¨¢rez. Nadie lo niega. El presidente decidi¨® tomar cartas personales en el asunto despu¨¦s del asesinato, a finales de enero, de 16 muchachos que participaban en una fiesta, y posiblemente para hacerse perdonar su falta de tacto al declarar que tal vez aquellos j¨®venes formaban parte de alguna banda. Pero el ¨ªmpetu del presidente deja al descubierto la ineficacia de su Gobierno y de los anteriores. Hay un ejemplo muy gr¨¢fico de esto.
El martes, Calder¨®n tuvo un encuentro en la ciudad fronteriza con un grupo de 500 mujeres, cuidadosamente seleccionadas en las colonias m¨¢s pobres y llevadas a presencia del presidente con una advertencia. "Nos han dicho", confesaron varias de ellas, "que no se nos ocurra gritarle nada". Despu¨¦s de cinco horas de espera sin probar bocado, aquellas mujeres escucharon que Calder¨®n dec¨ªa: "Estamos estudiando la ciudad palmo a palmo. Y nos hemos dado cuenta de que hay miles de madres que s¨®lo pueden darles a sus hijos una comida al d¨ªa". La sorpresa de Calder¨®n provoc¨® la sonrisa de las presentes, que por lo bajini rezaban una letan¨ªa: "Y a veces ni una comida, ni luz, ni agua corriente, ni saneamiento... As¨ª desde hace 17 a?os que llegamos aqu¨ª, se?or presidente".
La ciudad del horror tambi¨¦n es la ciudad del desgobierno y la impunidad. Se calcula que m¨¢s de 60.000 veh¨ªculos circulan desde hace a?os por la ciudad sin matr¨ªcula, muchos de ellos con cristales oscuros, sin que hasta ahora las autoridades se hayan preocupado en poner orden. En esos coches viajan los sicarios sabiendo que el crimen que cometieron ayer o est¨¢n a punto de cometer quedar¨¢ impune.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.