Edward Said: la pluma o la espada
Se publica en Espa?a 'Conversaciones con Edward Said', libro en el que este intelectual y ex miembro del Consejo Nacional Palestino, fallecido en 2003, habla de Arafat y de la causa de su pueblo
No fue hasta 1967, la guerra de 1967... Hab¨ªa ido captando algunas cosas por el camino. Por ejemplo, estaba obsesionado con el hecho de que muchos de mis h¨¦roes culturales -como Edmund Wilson, Isaiah Berlin y Reinhold Niebuhr, etc¨¦tera- eran sionistas fan¨¢ticos. Me hab¨ªa percatado de que eran tremendamente hostiles con los ¨¢rabes, no era s¨®lo que fueran proisrael¨ªes, sino que adem¨¢s dec¨ªan por escrito las cosas m¨¢s espantosas contra los ¨¢rabes. Pero todo lo que pod¨ªa hacer era observarlo. Pol¨ªticamente, para m¨ª no hab¨ªa un lugar al que ir. El ambiente, el ambiente pol¨ªtico de esos primeros cuatro a?os en Columbia, de 1963 a 1967, era esencialmente apol¨ªtico. Estaba la protesta contra Vietnam, pero cuando intentaba participar en eso y sacar a relucir el tema de Oriente Pr¨®ximo, siempre se dejaba a un lado. Que esto no resulta conveniente, que no queremos... y entonces, cuando estall¨® la guerra en 1967, me qued¨¦ desolado. En ese momento estaba en Nueva York y me dej¨® totalmente devastado. El mundo, como yo lo entend¨ªa y conoc¨ªa, hab¨ªa acabado por completo en ese momento. Y fue poco despu¨¦s cuando comenc¨¦, por primera vez -ya llevaba viviendo en Estados Unidos quince o diecis¨¦is a?os-, a establecer contacto con otros ¨¢rabes.
Muchos de mis h¨¦roes culturales -Edmund Wilson, Isaiah Berlin y Reinhold Niebuhr- eran sionistas fan¨¢ticos
Los intelectuales tienen que recordar la historia a este mundo que condensa las noticias en segmentos de 17 minutos
Arafat pod¨ªa mantener siete conversaciones a la vez, hacer veinte cosas distintas: hablar, comer, contestar el tel¨¦fono...
Tengo algo de fe en que como pueblo saldremos de todo esto. Pero me preocupa lo que tenemos todav¨ªa por delante
Yo era por completo un producto de una educaci¨®n estadounidense, incluso de una especie de educaci¨®n WASP para las clases altas, Princeton y Harvard. No hab¨ªa estudiantes ¨¢rabes cursando literatura inglesa. Todos estudiaban cosas de Oriente Pr¨®ximo, y yo ten¨ªa muy poco que ver con ellos, o se dedicaban a las ciencias. Pero despu¨¦s de 1967 hubo un intento por parte de los pocos ¨¢rabes que and¨¢bamos por aqu¨ª de reunirnos, al comienzo principalmente para contemplar el desastre, la enorme cat¨¢strofe de 1967. (...)
-?Y cu¨¢ndo comenzaste a volverte realmente activo en la causa palestina, no intelectualmente, sino desde un punto de vista organizativo?
-Bueno, comenc¨¦ a escribir en 1968 y continu¨¦ escribiendo y haciendo apariciones a peque?a escala y dando conferencias, etc¨¦tera, durante todo el Septiembre Negro. Estaba en Jordania tanto en 1969 como en 1970. Dej¨¦ Jordania justo una semana antes de que estallara la guerra entre los jordanos y la OLP. Lo vi venir. Ten¨ªa que volver a trabajar, en Columbia. Y por supuesto, tras la primavera de 1971, cuando el movimiento se desplaz¨® de Jordania a L¨ªbano, ah¨ª es cuando comenz¨®. Mi familia viv¨ªa en Beirut, todos mis amigos que estaban conectados con el movimiento se hab¨ªan trasladado a Beirut, y nosotros ¨ªbamos all¨ª, a veces, varias veces al a?o. (...)
-?Cu¨¢ndo conociste a Yasir Arafat?
-Lo conoc¨ª en Jordania, en Amm¨¢n, en 1970, a finales de agosto. Fue un encuentro protocolario, le estrech¨¦ la mano y pr¨¢cticamente eso fue todo. Pero volv¨ª a verle durante un largo periodo de tiempo cuando vino a Naciones Unidas aqu¨ª en noviembre de 1974. Ten¨ªa un discurso que pronunci¨® ante la Asamblea General, que se hizo a toda prisa. Me pidi¨® que lo pasara al ingl¨¦s. Y desde ese momento empec¨¦ a verle con regularidad, normalmente, a trav¨¦s del representante de la OLP en L¨ªbano, un muy buen amigo m¨ªo. Sol¨ªa ver a Arafat en su casa. Mantuvimos muchos, muchos encuentros en el transcurso de los siguientes ocho a?os. La ¨²ltima vez que le vi en L¨ªbano fue en la primavera de 1982. Estaba en la cama. Fui a visitarle a una de sus misteriosas residencias, y parec¨ªa muy, muy enfermo, y yo le dije: "?Sabes?, a m¨ª me parece bastante claro que los israel¨ªes van a atacar", y nunca olvidar¨¦ lo que dijo. Dijo: "Si quieren atacar, bienvenidos, que vengan". Sugiriendo que ¨¦l pod¨ªa...
-Afrontarlo...
-Afrontarlo. Y yo sab¨ªa, gracias a un muy buen amigo m¨ªo que hab¨ªa visitado conmigo el sur, a sugerencia m¨ªa, en el verano de 1980, y que tiene un gran conocimiento de asuntos militares, cosa que yo no tengo, y que hab¨ªa visto las defensas de la OLP, etc¨¦tera, en el sur, ?que las probabilidades de cualquier cosa que no fuera una derrota catastr¨®fica eran remotas! Yo estaba estupefacto. De que una vez m¨¢s tuvi¨¦ramos la... no s¨¦ siquiera c¨®mo llamarlo... la sangre fr¨ªa, la voluntad, de enfrentarnos a una derrota como ¨¦sa, una derrota segura, pensando que en realidad iba a ser una victoria. Y eso me ha desconcertado siempre de ¨¦l. ?se es uno de los secretos de su longevidad.
-?Cu¨¢l fue la primera impresi¨®n que te caus¨®, como l¨ªder, como pol¨ªtico?
Me impresionaron su inteligencia, su rapidez, su memoria, su fant¨¢stico atractivo. (...)Pod¨ªa interactuar, mantener siete conversaciones a la vez, hacer veinte cosas distintas -ya sabes, hablar, comer, contestar el tel¨¦fono, escribir, ver la televisi¨®n, todo al mismo tiempo-. Y hacerlo, a mi modo de ver, de un modo muy abierto. A diferencia de la mayor¨ªa de los l¨ªderes ¨¢rabes, ¨¦l era accesible. No ten¨ªas la sensaci¨®n de que los gorilas que ten¨ªa a su alrededor -no eran gorilas, ?eran palestinos como yo!- estuvieran ah¨ª para impedirte relacionarte con ¨¦l. Todo lo contrario, te facilitaban poder hablarle. Y siempre te daba la impresi¨®n de que estaba intentando aprender. En mi caso, a m¨ª me encasill¨® desde el principio como estadounidense. Y la gran batalla que tuve con ¨¦l -aunque nunca se mencionaba- era que me consideraba un representante de Estados Unidos. En otras palabras, si yo llegaba de Siria para hablar con ¨¦l, no pod¨ªa ser nada m¨¢s que un representante de Siria. No comprend¨ªa que en Estados Unidos uno pod¨ªa ser independiente, y que pod¨ªa hablar en nombre de sus propias ideas, y que yo era un palestino, hablando como alguien que se solidarizaba con el movimiento y, muy al contrario, que era cr¨ªtico con la pol¨ªtica estadounidense. Nunca lo entendi¨®. ?l pensaba que siempre hab¨ªa presente un programa, un programa estadounidense, y yo fui encasillado como estadounidense, lo que era muy duro. (...)
Yo no sab¨ªa si hablaba del todo en serio, pero dijo: "Yo no quiero ser como el muft¨ª (jurisconsulto isl¨¢mico interprete de la ley isl¨¢mica). Tener siempre raz¨®n pero no dar nada a mi pueblo. Yo estoy dispuesto a hacer algo por mi pueblo, a conseguirle algo". Y a m¨ª me parec¨ªa bien. Pensaba que contemporizar era importante. No pod¨ªamos continuar con el viejo molde.
-No exist¨ªa una soluci¨®n militar.
-?La soluci¨®n militar era in¨²til! Yo ya sab¨ªa eso en L¨ªbano. E incluso con m¨¢s raz¨®n tras la p¨¦rdida de Beirut en 1982. Que fue el mayor golpe de todos, por las instituciones, la base, la sensaci¨®n de estar en un sitio en vez de estar en el exilio, en hoteles, esparcidos, dispersos por todas partes. Pero no percib¨ª lo en serio que hablaba. Que de verdad se refer¨ªa a hacer concesiones, no s¨®lo respecto a si, por ejemplo, deber¨ªa haber una delegaci¨®n conjunta jordano-palestina. Muchos palestinos estaban en contra. Y ¨¦l estaba combatiendo esto. En 1988, era dar el brazo a torcer el reconocer a Israel y aceptar la soluci¨®n de los dos Estados. Yo estaba a favor de todas estas cosas, pero no me di cuenta de lo lejos que ¨¦l estaba dispuesto a llegar. Desde luego, mucho m¨¢s all¨¢ de lo que yo hubiera ido.
-Bueno, tus opiniones sobre Palestina eran bastante indigeribles para el establishment en este pa¨ªs.
-S¨ª, y lo siguen siendo incluso hoy, con los inicios del acuerdo de paz palestino-israel¨ª. Quiero decir, hace mucho tiempo que soy un defensor de la negociaci¨®n, y de un arreglo pac¨ªfico a trav¨¦s de la negociaci¨®n con las concesiones necesarias, pero nunca defend¨ª un arreglo que estuviera dictado principalmente por Israel y Estados Unidos. A costa de nuestra historia. Que es, creo, una de las cosas que tienen que hacer los intelectuales, recordar a este mundo b¨¢sicamente desmemoriado y ahist¨®rico, que se dedica a condensar las noticias en segmentos de 17 minutos, la historia, y la gente que ha sufrido y las viejas reclamaciones morales que hacen las comunidades cuando son agraviadas. Record¨¢rselo. Y ahora que ha habido una supuesta paz en marcha desde septiembre de 1993, es virtualmente imposible decir nada cr¨ªtico de ella. As¨ª que me encuentro al margen antes de la supuesta paz y despu¨¦s de la supuesta paz.
-?De modo que la misma gente que te acusaba de ser el profesor del terror, el perro faldero de Arafat, que te enviaba cartas de odio, te acusa ahora de no apoyar a Arafat?
-En algunos casos, s¨ª. Yo habr¨ªa pensado que los que se opon¨ªan a m¨ª en t¨¦rminos extremos -como, ya sabes, profesor del terror, etc¨¦tera- se oponen a la idea misma de Palestina, y ahora ven a Rabin como el traidor, no a m¨ª. A m¨ª ya me tienen clasificado, yo soy un terrorista, yo quiero matar a todos los jud¨ªos y todo lo dem¨¢s. No, no es eso, es la comunidad con la que m¨¢s he tenido que ver en el pasado, concretamente la comunidad liberal, la que sent¨ªa ligeramente lo que estaba pasando, la que estaba ligeramente horrorizada por la ocupaci¨®n -ya sabes, por qu¨¦ no se les da una oportunidad a estos pobres palestinos-; ahora ¨¦stos son los que est¨¢n tremendamente decepcionados conmigo y dicen que soy un enemigo de la paz, que en realidad soy un fundamentalista isl¨¢mico, que me opongo desde el extremismo, que lo rechazo todo. Y es muy, muy dif¨ªcil en el actual clima pol¨ªtico declarar cualquier cosa que no encaje con este supuesto proceso de paz.
-?Y eres bastante pesimista sobre este proceso?
-Creo que pesimista no es la palabra adecuada. Porque a largo plazo tengo algo de fe en que como pueblo saldremos de todo esto. Pero me preocupa extremadamente lo que tenemos todav¨ªa por delante. Espero equivocarme, pero sencillamente, a juzgar por las apariencias, y sabiendo lo que s¨¦ sobre nosotros mismos, nuestros l¨ªderes, la realidad sobre el terreno... No debes olvidar que gente como Arafat y sus inmediatos lugartenientes no han estado nunca en los territorios ocupados. Han estado negociando sobre una topograf¨ªa de la que apenas saben nada. (...) La realidad sobre el terreno es tal que nosotros hemos aceptado, hemos firmado en la l¨ªnea de puntos, algo que en la pr¨¢ctica garantiza la ocupaci¨®n israel¨ª para el futuro inmediato. (...) Gaza, de la que los israel¨ªes estaban ansiosos de librarse, ha sido en gran parte desocupada por las tropas, y los palestinos est¨¢n encantados con esto, y por supuesto deber¨ªamos estarlo. Pero es necesario recordar el hecho de que a¨²n conservan el cincuenta por ciento de Gaza, las tropas est¨¢n todav¨ªa all¨ª, s¨®lo que en un nuevo despliegue. Jeric¨® es un punto diminuto en Cisjordania, est¨¢ separada de Gaza por unos noventa kil¨®metros, todos controlados por Israel. Jeric¨®, el ¨¢rea total sobre la que la OLP va a conseguir una autonom¨ªa limitada, es, digamos, como de unos sesenta kil¨®metros cuadrados, con una poblaci¨®n de entre diez mil y doce mil personas. Y si puedes hacer con eso un Estado, es que puedes hacer caballos con las mariposas. Es igual de probable. La principal idea es intentar decir, por pura fanfarroner¨ªa en mi opini¨®n, que tenemos un Estado, y seguir presionando a los israel¨ªes -quienes no van a poder cumplir con todas las condiciones del acuerdo que han hecho con los palestinos- para que acaben renunciando. Pero esto no funciona as¨ª. Estamos tratando con una sociedad organizada, estamos tratando con una econom¨ªa moderna, con una gran potencia militar, con recursos tecnol¨®gicos, con el poder de Estados Unidos, que respalda a Israel. En comparaci¨®n con lo que, creo, en el mejor de los casos, ser¨¢ una repetici¨®n de la situaci¨®n en Beirut. En la que tenemos unas pocas oficinas de la OLP, una apariencia de autonom¨ªa, pero no una liberaci¨®n, una independencia, y una serie de diez u once peque?os cantones en Cisjordania, todos controlados por los israel¨ªes, donde se permitir¨¢ vivir a los palestinos como nativos en bantustanes.
Conversaciones con Edward Said, de Tariq Al¨ª, Alianza Editorial. Precio: 16,50 euros.
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