Herida por el incesto
Lo dar¨ªa absolutamente todo para que cesara esta pesadilla. Esas noches inacabables son una agon¨ªa. Son una muerte. Y al d¨ªa siguiente empieza de nuevo. Podr¨ªa ech¨¢rselo en cara a ese desgraciado que se abrocha los pantalones, pero no digo nada. Callo porque soy una ni?a y porque Renaud, ese hombre que me viola todas las noches y que me presta a todo aquel que me desee, es mi padre". Quien esto cuenta es Isabelle Aubry, entonces una ni?a, hoy una adulta de 45 a?os que nos recibe en la sede de su asociaci¨®n, AIVI, situada en Maisons Alfort, al sureste de Par¨ªs, y cuyas siglas significan Asociaci¨®n Internacional de las V¨ªctimas de Incesto. As¨ª que s¨ª, si leen otra vez el primer p¨¢rrafo, ya lo habr¨¢n entendido. La vida de Isabelle est¨¢ marcada por ese abuso que es mucho m¨¢s que sexual, marca m¨¢s, pues destruye desde los cimientos.
"El incesto es que tu pap¨¢ querido te viola un d¨ªa y al otro te hace una caranto?a"
"No tengo ra¨ªces, ni familia, porque los he arrancado de mi vida para protegerme"
Un padre est¨¢ para protegerte, no para follarte". Esto es lo que viene a decir esta mujer de pelo oscuro, dicharachera, con rabia contenida a¨²n hoy, tres d¨¦cadas despu¨¦s de aquel infierno en el seno familiar. "A los nueve a?os hago por ignorar sus caricias inmundas. Ahora s¨¦ que ese escamoteo que hace conmigo mi memoria tiene un nombre: negaci¨®n de la realidad. El incesto es lo incre¨ªble, lo inconcebible, lo imposible convertido en realidad. Es ni m¨¢s ni menos que vuestro pap¨¢ querido os viola una noche y al d¨ªa siguiente os hace una caranto?a. No queda m¨¢s remedio que suicidarse u olvidar".
Ella eligi¨® otro camino: opt¨® por contar. Ha publicado un libro autobiogr¨¢fico titulado La primera vez ten¨ªa seis a?os? Se edit¨® en Francia en 2008 y caus¨® impacto en las ventas, 50.000 ejemplares en un a?o, y en la ley francesa, que se endureci¨® incluyendo el incesto como tal en el C¨®dido Penal. Ahora aparece en Espa?a, en Roca Editorial. Todo lo vivido desde sus seis a?os de mocosa preciosa hasta hoy, con su larga traves¨ªa, sus trastornos de v¨ªctima, sus preguntas sin respuesta (?qu¨¦ hace a un padre incestuoso, por qu¨¦ el m¨ªo lo era?), su empe?o en romper la ley del silencio y rehacer su vida, el nacimiento de su hijo o su matrimonio feliz actual, se narra en este libro escrito con poder¨ªo por la periodista V¨¦ronique Mougin. "Me reun¨ª tres semanas con ella, y fue tremendo, lo pas¨¦ fatal", cuenta. "Tuve que rememorar otra vez aquello. Le mostr¨¦ fotos, mis diarios, hicimos entrevistas telef¨®nicas? Ella transcribi¨® lo hablado y lo contrast¨® luego con personas de mi entorno, mi abogado, mi vecina Fran?oise Abeille, que fue la que desvel¨® todo al enterarse de lo que me suced¨ªa y provoc¨® la denuncia a mi padre".
Y ah¨ª est¨¢n los detalles y las etapas de su vida expulsados como un v¨®mito en cada p¨¢gina: "Siguiendo sus ¨®rdenes, aprendo a dar variedad a sus placeres. Lo primero, a chuparle el sexo. El asco me provoca arcadas?". "A los 14 a?os soy una adolescente dividida en dos mitades, una est¨¢ muerta y la otra s¨®lo sue?a en vivir a fondo". "Al volver a casa de madrugada, tras las org¨ªas, est¨¢ cansado y nuestras relaciones son menos frecuentes. Soy yo, pues, quien lo empuja a ellas cuando no ocurren por iniciativa suya? La peor pesadilla es acostarme con mi padre? antes diez t¨ªos que ¨¦l". Y as¨ª.
Y no es s¨®lo lo que Isabelle sufre, sino lo que los dem¨¢s no aprecian, no quieren ver u o¨ªr. "?Mi madre? Ah, mientras escrib¨ªa el libro, V¨¦ronique me ped¨ªa: 'Por favor, dime algo para dotar de vida a tu madre, darle sentido'. Y yo no ten¨ªa nada, ni detalle ni gesto. Ella es el fantasma de mi primera infancia". Tan rico, intenso y directo es su relato, que a trav¨¦s de ¨¦l, de su historia, se podr¨ªa dibujar una suerte de apuntes-retrato robot del incesto.
Uno. La v¨ªctima no suele hablar. Y eso hizo ella durante a?os, callar. Hasta los 14, cuando ya lo sab¨ªa todo sobre sexo, hab¨ªa pasado por manos de cientos de hombres y participado en mucha org¨ªa en cama ajena. Hasta que Fran?oise, que sospechaba, le pregunt¨® un d¨ªa: "Isabelle, ?tu padre hace cosas contigo?". "S¨ª", contest¨® ella. "Ya lo he dicho. Y el mundo no se ha hundido. Y no me he quedado muerta de repente. Pero no tardar¨¦ en morir. Cuando mi padre se entere de que he revelado nuestro secreto me matar¨¢ con sus propias manos", escribe.
Dos. El agresor es padre, t¨ªo, madre? Si ellos te quieren, ser¨¢ as¨ª, se vienen a decir las v¨ªctimas. "As¨ª que me quiere mi padre, o eso creo yo. Se masturba sobre m¨ª y me roba la infancia, pero si lo hace es porque me quiere. As¨ª me lo dice y estoy convencida de ello".
Tres. Incesto es una palabra oculta la mayor¨ªa de las veces y/o sustituida bajo la expresi¨®n de "abusos sexuales a menores". Descubrir el incesto es dif¨ªcil no s¨®lo porque muchas veces no hay da?o f¨ªsico visible ni s¨ªntomas psicol¨®gicos diferenciados, sino porque se presenta bien enhebrado al tab¨² del sexo, al esc¨¢ndalo social, a la implicaci¨®n emocional, al silencio del agresor, la victima, los familiares? Ocultaci¨®n. Aislamiento. "Algo que no sucede con los abusos por parte de alguien externo; si es as¨ª, los tuyos se volcar¨¢n en protegerte?, pero si el agresor es tu pariente, entonces la v¨ªctima est¨¢ completamente sola", subraya Aubry.
Adem¨¢s, sobre abusos hay estad¨ªsticas. Sobre el incesto puro y duro, apenas. Se sabe que el perfil occidental de la v¨ªctima de abusos es, en el 80%, el de una ni?a de 6 a 15 a?os; el agresor, un var¨®n (86%); se trata del padre (39%) u otro familiar (30%, ver ICEV. Revista d'Estudis de la Viol¨¨ncia, 2008). Y?que entre un 20%-25% de mujeres y un 10%-15% de hombres espa?oles confesaron en diversos estudios haber sufrido abusos sexuales en la infancia. "Hablamos de un problema m¨¢s extendido en la sociedad de lo previamente considerado", escrib¨ªa la psic¨®loga Noem¨ª Pereda, de la Universidad de Barcelona, en 2009. Aubry lo comparte. Y seg¨²n la fundaci¨®n canadiense Marie-Vincent, "el 90% de los incestos son ignorados".
En el peque?o espacio para las visitas del local de AIVI tomamos caf¨¦ y comemos pizza, e Isabelle cuenta c¨®mo su progenitor ejerci¨® con ella (ejecut¨®, cabr¨ªa decir) los tres niveles del incesto: "El primero, me us¨® para s¨ª como objeto sexual; segundo, me utiliz¨® como objeto para tener acceso a otros, para conseguir a otras mujeres, ofreci¨¦ndome a m¨ª a cambio a sus maridos, y tercero, adem¨¢s me convirti¨® en lucrativa, me vendi¨® directamente a otros por dinero como mercanc¨ªa".
Cuatro. Del padre protector, al padre como amenaza. Y cita, al hilo, un caso actual pendiente de la justicia con 66 inculpados: "Cambiaban a los ni?os y los vend¨ªan por ruedas o radios; eran moneda de cambio, es decir, que el agresor no ve al ni?o como su ni?o, sino como objeto? Yo me sent¨ªa en ese lado, y estar ah¨ª es abominable. La percepci¨®n del otro se reduce a eso. Como algunos hombres con sus mujeres, que las creen su propiedad. Es un problema de poder, claro, un abuso de poder siempre. Como el caso Fritz, en Austria, que encerr¨® a su hija 24 a?os y le hizo siete hijos?".
Cinco. La v¨ªctima de incesto se siente culpable de lo que le sucede. "Como soy una ni?a encantadora, una ni?a tan guapa, su hija querida, soy culpable de que ¨¦l me ame demasiado, de que me ame tan mal. Mi gran error es vivir", sigue el libro. Y ah¨ª quedan descritos los hechos, terribles; la denuncia, tan costosa; el juicio, inenarrable; las charlas con expertos, frustrantes; las relaciones familiares, rotas; las amorosas, da?adas; el psicoterapeuta que le ense?¨® a respetarse; su vida abocada a la prostituci¨®n en Par¨ªs?
Seis. Los agresores no tienen perfil psicol¨®gico com¨²n. A la pregunta: "?C¨®mo pudo suceder?", ella responde: "Mi padre era un perverso". A la de d¨®nde se produce el fallo, ?en la educaci¨®n, la moral??, Isabelle dice: "Conoc¨ª bien a mis abuelos, normales, trabajadores, atentos?". Y advierte de los mitos sobre el incestuoso. Como que es un enfermo. "La psic¨®loga Marie-Pierre Milcent, en Canad¨¢, investig¨® este factor en agresores y concluy¨® que son padres igual que los dem¨¢s, buenos padres, responsables, cari?osos". Y sigue: el incestuoso no sufre de pulsiones irresistibles, no pierde el control de s¨ª, pues el incesto se ejecuta gradualmente; no es accidental, sino planeado; y no distingue de clases sociales. "Puedo asegurarte, con las v¨ªctimas que he visto, que ocurre en todo nivel. Incluso muy alto, en pol¨ªticos, y ¨¦sa es gente muy herida". Pero, sobre todo, afirma, es inadmisible la idea del ni?o como provocador o consentidor, ese t¨ªpico 'algo habr¨¢ hecho' envenenado. "No es lo mismo violaci¨®n, agresi¨®n o abuso sexual que incesto porque, por la relaci¨®n afectiva, el menor no se resistir¨¢ al adulto, no tiene capacidad de hacerlo y tampoco de detectar el bien o el mal en lo que le pasa, al menos hasta que crezca y sepa, si es que no lo ha borrado de su memoria por negaci¨®n".
Isabelle fue violentada por su progenitor durante dos etapas, de los 6 a los 10, y luego, en la adolescencia. Con momentos como ¨¦ste, a los 12 a?os, cuando ¨¦l decidi¨® que era hora de desvirgarla. "?Se coloca sobre m¨ª. Negrura infinita? No recuerdo si sent¨ª dolor, no recuerdo si llor¨¦. S¨¦ que no me resist¨ª. Igual que si me hubieran partido en dos; mi cuerpo a un lado, mi cabeza al otro. As¨ª dej¨¦ que Renaud Aubry me asesinase en su gran lecho azul. Le obedec¨ª porque yo era su hija y ¨¦l mi padre? Y durante dos a?os y dos meses mi padre no se detendr¨ªa". Un sufrimiento inmenso que puede durar a?os sin que nadie lo aprecie o intervenga y act¨²a como una red de arrastre, todo lo arrasa. "?nicamente un 20% o un 30% de las v¨ªctimas de abuso sexual infantil permanecer¨ªan estables emocionalmente tras esta experiencia", conclu¨ªa la psic¨®loga Pereda.
Siete. Es imprescindible romper con la familia t¨®xica para salir adelante. S¨ª, otro dolor m¨¢s. La relaci¨®n de Isabelle con los suyos hoy es nula. "A menudo estoy muy mal. No tengo ra¨ªces, ni familia, porque los he arrancado de mi vida para protegerme, pero el luto que llevo por mi madre es atroz... Cada d¨ªa hago un esfuerzo para borrar este v¨ªnculo, este amor que siento por ella", escribe. Y le ha quedado como herencia una gran inestabilidad emocional, un trastorno bipolar, etapas de man¨ªa y depresi¨®n que la llevan a tratamiento y psicoterapia continua. "Mi ansiedad, mis miedos rondan ah¨ª?". ?Y su padre? Fue juzgado y condenado a seis a?os, pero apenas cumpli¨® la mitad; luego se cas¨®, reh¨ªzo su vida. "Nunca me pidi¨® perd¨®n". ?l d¨ªa que muri¨®, en 2004, ella descorch¨® una botella de champ¨¢n y brind¨®.
"He necesitado mucho tiempo para limpiarme y aun as¨ª me siento sucia". Quiz¨¢ por eso al leer el manuscrito del libro la primera vez mont¨® en c¨®lera: "No pod¨ªa dar cr¨¦dito a la imagen que se daba de m¨ª misma? Entr¨¦ en shock y llor¨¦". Pero lo asumi¨®. Y cambi¨® cosas: "Correg¨ª expresiones, no me gusta llamar puta a una mujer, aunque se prostituya, es degradante". Isabelle renaci¨® hace 35 a?os cuando habl¨® por vez primera con otras v¨ªctimas: "Fue una revelaci¨®n". Por eso cre¨® AIVI. Para hablar. Para poner palabras justas al asunto concreto. "Conced¨¢monos la palabra" es su lema. En AIVI orientan, redirigen a afectados a psic¨®logos, juristas, centros? Y sensibilizan, proponen campa?as, medidas de prevenci¨®n. "Todas ellas pasan por una: informaci¨®n. Los ni?os deben saber; los profesionales tambi¨¦n, y estar formados para detectarlo. Sabemos m¨¢s ahora sobre violencia dom¨¦stica y ped¨®filos, pero nada sobre el peligro que pueden llegar a representar algunas personas cercanas".
Y proponen estudios, sondeos cient¨ªficos, rastrean lo que hay fuera: "Pr¨¢cticamente nada en Europa; algo en Canad¨¢ y EE?UU. Queremos datos, porque sin datos, ?c¨®mo actuar?". Isabelle hasta anduvo tras Sarkozy para darle detalles tipo: "Mire usted, que en EE?UU publican las consecuencias cr¨®nicas del incesto en la salud? Y con esos datos se consigue financiaci¨®n para prevenci¨®n, porque m¨ªreme a m¨ª, en terapia, improductiva, cuesto dinero p¨²blico? Si hubiera sido atendida de peque?a y separada de mi familia, hoy no ser¨ªa as¨ª...". Sarkozy no la recibi¨®, pero la nombr¨® Mujer del A?o 2007. "Seguir¨¦ tras ¨¦l", se r¨ªe. Y ense?a los folletos de los congresos de AIVI en 2008 y 2009, Atender a las v¨ªctimas o Ser padre despu¨¦s del incesto, donde trataron su repercusi¨®n en la vida conyugal, qu¨¦ sucede al tener hijos -ese miedo de toda v¨ªctima a acabar convertida en agresor- o si existe transmisi¨®n generacional. Buenas preguntas para un terreno minado. Romper el silencio ser¨¢ el lema de este 2010.
Hoy la vida de Isabelle est¨¢, con altibajos, en orden. "Dentro de un orden", matiza. "Tengo un marido y un hijo adorables, y no estoy mejor ni peor que hace una d¨¦cada, sino diferente. Digamos que soy optimista realista, y que tengo motivaciones ego¨ªstas, s¨ª: la asociaci¨®n y esta lucha me permiten seguir, y la fuerza me la dan esos ni?os que? Mira, imagina una clase de una escuela, cualquiera? Te aseguro que en ella hay menores que est¨¢n sufriendo ahora mismo este problema. Muchos. Y muchos callar¨¢n". Cu¨¢ntos, nadie lo sabe a ciencia cierta.
'La primera vez ten¨ªa seis a?os?' se publica ma?ana en Roca Editorial. www.aivi.org
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