La ley de los susceptibles
Las leyes se est¨¢n metiendo cada vez m¨¢s en terrenos pantanosos y en asuntos fuera de su alcance. En parte es por culpa de las actuales poblaciones, que, siguiendo como borregos el ejemplo de los Estados Unidos, desean que todo est¨¦ reglamentado -cuando no todo tiene por qu¨¦ estarlo-, y poder recurrir a instancias judiciales cada vez que les surge un conflicto, por menor que sea. Ante cualquier molestia o disensi¨®n, la tendencia de los ciudadanos es cada vez m¨¢s a poner una denuncia de buenas a primeras, sin intentar ya casi nunca arreglar las cosas por su cuenta, o dialogar con los individuos con quienes se tiene el contencioso y llegar a un pacto razonable con ellos. Verbos como "ceder" o "acordar" est¨¢n cayendo en desuso. La petici¨®n de delitos nuevos es continua, lo cual no es sino una manera de restringir las libertades y de penalizar casi todo, y por supuesto de acabar con la m¨¢s m¨ªnima espontaneidad de la vida. Uno puede encontrarse con una demanda en cualquier momento, por causas en verdad inimaginables. No es raro que la gente se sorprenda al verse metida en un l¨ªo: "Vaya, resulta que he infringido la ley, que he incurrido en delito o falta", se dicen muchas personas, perplejas, cuando les llega una inveros¨ªmil denuncia o una citaci¨®n. Uno ya no sabe nunca cu¨¢ndo cruza la l¨ªnea roja. Es muy dif¨ªcil permanecer a todos los efectos dentro de la legalidad. Sin duda habremos delinquido tanto ustedes como yo.
"Uno puede encontrarse con una demanda en cualquier momento, por causas inimaginables"
Ahora el Gobierno ha remitido un proyecto de ley de reforma del C¨®digo Penal, que afecta a ciento cincuenta art¨ªculos. Uno de ellos es el relativo al acoso laboral y, seg¨²n la informaci¨®n de este diario, "se incrimina la conducta denominada de acoso laboral entendiendo por tal el hostigamiento psicol¨®gico u hostil en el marco de cualquier actividad laboral o funcionarial, que humille al que lo sufre, imponiendo situaciones de grave ofensa a la dignidad". (Las cursivas son m¨ªas, y no est¨¢ de m¨¢s se?alar que esta redacci¨®n est¨¢ hecha con los pies: baste como ejemplo la expresi¨®n "hostigamiento hostil", como si pudiera haber alguno que no lo fuera. En fin.) Lo peligroso y disparatado es que las leyes ya no se limiten a juzgar los hechos incontrovertibles, como ha sucedido toda la vida, sino que dejen entrar en su propia formulaci¨®n elementos enteramente subjetivos y por lo tanto imposibles de determinar, calibrar y juzgar. ?C¨®mo se mide un hostigamiento "psicol¨®gico" cuando la psique de cada persona es distinta, ¨²nica? ?C¨®mo la "humillaci¨®n", cuando hay sujetos propensos a sentirse humillados por cualquier nimiedad -por una mirada, por un tono de voz, por una iron¨ªa, porque se haga caso omiso de sus infundadas quejas o de sus melindres- y otros tan ufanos y seguros de s¨ª mismos que no se sentir¨¢n jam¨¢s as¨ª? ?Qu¨¦ objetividad puede aplicarse al concepto de "dignidad", cuando cada cual lo entiende de una manera, y lo que para unos es indigno para otros no lo es? ?Ustedes creen que alg¨²n pol¨ªtico nuestro admite la indignidad de su comportamiento? Seguro que no, y sin embargo, a nuestros ojos, la mayor¨ªa incurre en ella un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. ?Cu¨¢ndo se sabe si una "ofensa" es "grave", si lo es precisamente contra algo tan et¨¦reo y variable como la dignidad?
Si se hacen depender los delitos de la percepci¨®n subjetiva de las supuestas v¨ªctimas, estamos perdidos, porque gente susceptible, pusil¨¢nime e hist¨¦rica la hay en todas partes. Y gente locoide, no digamos, dispuesta a sentirse (peliagudo verbo para condicionar las leyes) ofendida, o acosada, o "irrespetada" -como dicen en la Am¨¦rica hispana-, u hostigada sexualmente, por un chiste, un exabrupto, una tomadura de pelo, un vistazo a un escote o una mera discusi¨®n. Individuos paranoicos los hay por doquier. Hace unos d¨ªas le¨ª una carta, en otro dominical, en la que la firmante se quejaba de la publicaci¨®n de otra misiva en la que, seg¨²n ella, aparec¨ªan "estrat¨¦gicamente" las palabras "bancos, paro, sistema, multinacionales, capital, trabajo, ni?os esclavos, circo mercantil, dirigentes, derechos, injusticias". Y conclu¨ªa: "No hace falta ser un lince para darse cuenta de que es otra exaltaci¨®n del marxismo", y calificaba de "infiltrado" al encargado de seleccionar la correspondencia que ve la luz. As¨ª que ya lo saben columnistas y lectores: si en sus escritos incluyen "estrat¨¦gicamente" t¨¦rminos tan sospechosos y tendenciosos como "bancos, paro, trabajo, dirigentes, injusticias", est¨¢n exaltando el marxismo, lo sepan o no. En tiempos de Franco habr¨ªan ido a la c¨¢rcel por ello.
En el momento, as¨ª pues, en que se da entrada a la subjetividad de cada cual a la hora de condenar y castigar, las bases de la justicia est¨¢n siendo pervertidas desde su ra¨ªz, y se est¨¢ dando un instrumento de persecuci¨®n a cualquier idiota o locatis "con mucha sensibilidad". Y como ya no cabe confiar en la sensatez de los jueces espa?oles en general, muchos de los cuales se distinguen por sus peregrinos veredictos y sus estupefacientes "consideraciones" en la redacci¨®n de sus sentencias, m¨¢s vale que, en previsi¨®n de demencias mayores, toda reforma del C¨®digo Penal se abstenga de meterse en psicologismos y de hablar de nociones tan oscilantes y vagarosas como la humillaci¨®n y la dignidad.
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