La ley de Nancy Pelosi
La presidenta de la C¨¢mara ha sorteado grandes obst¨¢culos en un a?o de debate
Cuando Barack Obama se reuni¨® el s¨¢bado por ¨²ltima vez con los dem¨®cratas en la C¨¢mara de Representantes aludi¨® a varios legisladores que hab¨ªan tenido papeles protagonistas en este largo y accidentado viaje hacia la reforma sanitaria. Pero al mencionar el nombre de Nancy Pelosi, la presidenta de esa C¨¢mara, hizo una breve pausa, le regal¨® una sonrisa c¨®mplice y a?adi¨®: "Esa extraordinaria l¨ªder".
Para bien o para mal, Pelosi ha tenido una relevancia sin precedentes en la gesti¨®n de esta hist¨®rica votaci¨®n. Sin ella, simplemente, el acto de ayer no hubiera sido posible. Algunos creen que ha sido un error, que dejar la responsabilidad en manos de la cabeza visible de la instituci¨®n m¨¢s desprestigiada del pa¨ªs ha enfangado el debate y lo ha privado del afecto popular. Otros consideran, por el contrario, que ¨¦ste era el ¨²nico camino para la victoria, que sin la complicidad de la persona que mejor maneja los hilos del Capitolio, todo el proceso se hubiera estancado hace tiempo.
Es la figura m¨¢s odiada por los conservadores, m¨¢s que el presidente
El 28 de enero, cuando la desorientaci¨®n reinaba todav¨ªa en la Casa Blanca tras la derrota dem¨®crata en las elecciones parciales de Massachusetts, Pelosi declar¨® en una rueda de prensa: "Pasaremos por la puerta. Si la puerta est¨¢ cerrada, saltaremos la valla. Si la valla es demasiado alta, usaremos una p¨¦rtiga. Si eso tampoco funciona, utilizaremos un paraca¨ªdas. Pero vamos a aprobar esta reforma sanitaria".
Esa convicci¨®n estimul¨® a Obama, que recuper¨® energ¨ªas para levantar de nuevo su proyecto pol¨ªtico de las cenizas. El 22 de febrero, el presidente present¨® sus ideas sobre el sistema sanitario y pidi¨® al Congreso buscar los medios para aprobar la ley. ?se fue el movimiento decisivo.
Nada se habr¨ªa movido en el Congreso si Pelosi no se hubiera dedicado a ello con todas las armas que ha ido acumulando durante m¨¢s 23 a?os de actividad bajo la c¨¦lebre c¨²pula: instinto, perseverancia, guante de seda para exponer sus deseos (tiene por costumbre ofrecer chocolates a los invitados a su despacho) y mano de hierro para defenderlos.
Fue Pelosi quien apost¨® con m¨¢s valor para sacar adelante la reforma con mayor¨ªa simple en el Senado, y fue ella la que garantiz¨® que, si el l¨ªder dem¨®crata en el Senado, Harry Reid, le escrib¨ªa en un papel los nombres de 51 senadores dispuestos a votar s¨ª, ella se ocupar¨ªa de que la reforma se convirtiera en ley. M¨¢s preocupado por la incertidumbre sobre su propia reelecci¨®n, Reid hubiera sido incapaz de actuar sin el empuj¨®n de Pelosi.
Sus compa?eros de partido describen su actividad en los pasillos del Capitolio en estos ¨²ltimos d¨ªas como la de un cazador emboscado en cualquier esquina dispuesto a lanzarse sobre cualquier congresista titubeante.
Lleva esa marca en su sangre italiana. Su padre, Thomas d'Alesandro, fue un pol¨ªtico que tuvo fama por la explosividad de su car¨¢cter y la contundencia de sus juicios. Fue tambi¨¦n miembro del Congreso y alcalde de Baltimore, la ciudad en la que Pelosi naci¨® hace casi 70 a?os.
Instalada desde joven en San Francisco, el s¨ªmbolo del movimiento progresista en EE UU, Pelosi hizo carrera como representante de la izquierda del Partido Dem¨®crata. Aunque cat¨®lica, es una de las m¨¢s firmes defensoras del derecho al aborto.
Sus compa?eros la hicieron presidenta de la C¨¢mara (speaker), despu¨¦s de la arrolladora victoria dem¨®crata de 2006, con cierto recelo por sus credenciales izquierdistas. Pero Pelosi demostr¨® enseguida oficio y pragmatismo. Un ejemplo de esto fue su renuncia a incluir en la reforma sanitaria una opci¨®n p¨²blica, lo que result¨® decisivo para la supervivencia de la iniciativa. "Pelosi no es speaker por sus dotes oratorias, por su ideolog¨ªa o por su visi¨®n", ha escrito su bi¨®grafo, Marc Sandalow, "es speaker por su maestr¨ªa en el juego interior".
Esas cualidades no han evitado que Pelosi sea en estos momentos la figura dem¨®crata m¨¢s odiada por los conservadores, por delante incluso de Obama. Ella es la que ha dado la cara en este envenado debate sanitario. A ella es a la que le han ca¨ªdo m¨¢s violentamente los golpes. Y quiz¨¢ sea ella la que pueda recoger m¨¢s frutos si esta reforma, que merece llevar su nombre, acaba siendo un ¨¦xito.
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