Obama inaugura una nueva presidencia
La C¨¢mara de Representantes aprueba la reforma sanitaria que los dem¨®cratas persegu¨ªan desde 1945 y que hab¨ªa ocupado al completo la agenda de la Casa Blanca
El presidente en ejercicio de la C¨¢mara de Representantes, David Obey, golpe¨® el mazo a las 22.45 (03.45, hora peninsular espa?ola) para anunciar que la ley que reforma el sistema de salud de Estados Unidos hab¨ªa sido aprobada por 219 votos contra 212 en contra. En el Despacho Oval, rodeado de sus colaboradores, Barack Obama vivi¨® el momento como la campanada de gloria que justifica todas las crueldades de la pol¨ªtica. El ¨¦xito final de Obama no est¨¢ asegurado con este voto, pero la perpetuaci¨®n de su presidencia s¨ª.
El mazazo puso fin a una jornada memorable para la sociedad norteamericana, tanto por el dramatismo y la emoci¨®n que la precedieron como por las monumentales consecuencias que la suceder¨¢n.
El dirigente podr¨¢ tener ahora mayor protagonismo en pol¨ªtica exterior
Obama acept¨® las condiciones de los antiabortistas para ganar su voto
Alrededor de 32 millones de personas sin seguro podr¨¢n ahora disponer de uno con subvenciones del Estado. Acabar¨¢ la tiran¨ªa de las aseguradoras, que impon¨ªan reglas y precios abusivos. El Gobierno ayudar¨¢ a las peque?as empresas que no pueden ahora ofrecer un seguro a sus trabajadores y castigar¨¢ a las grandes compa?¨ªas que no lo hagan. Revisar¨¢ las relaciones con m¨¦dicos y hospitales. Se garantizar¨¢ la atenci¨®n a ni?os y j¨®venes sin trabajo.
El mazazo anunciaba, en resumen, un paso gigantesco hacia una mayor justicia social y, simb¨®licamente, un duro golpe para el movimiento conservador, que ha utilizado todos los medios imaginables para hacer descarrilar este proyecto. La mayor¨ªa dem¨®crata se decidi¨® finalmente a dar este paso pese a las insistentes advertencias de la oposici¨®n (y de algunas encuestas) de que pueden pagarlo en las pr¨®ximas elecciones. Un acuerdo, a ¨²ltima hora de la noche, con una decena de dem¨®cratas contrarios al aborto, liderados por el congresista Bart Stupak -Obama firmar¨¢ una orden presidencial garantizando que no se usar¨¢n fondos p¨²blicos para esas intervenciones-, asegur¨® los votos que se requer¨ªan para dar luz verde a la ley.
Junto a esta legislaci¨®n se votaba anoche un paquete de enmiendas que se introducir¨¢n en el texto despu¨¦s de que la pr¨®xima semana lo apruebe el Senado. Los republicanos pueden a¨²n retrasar el proceso en esa C¨¢mara, pero no pueden impedir ya la aplicaci¨®n de la ley, que s¨®lo queda pendiente de la firma del presidente.
Con esta victoria, se inicia una nueva presidencia de Obama. Concluido el largo y agotador proceso para la aprobaci¨®n de esta reforma, el presidente norteamericano es un hombre nuevo. Cumplida una misi¨®n en la que ha consumido todas las energ¨ªas hasta la fecha, ahora tiene la oportunidad de encarar otras ambiciosas metas dom¨¦sticas (la reforma energ¨¦tica, el cambio de modelo educativo, una ley de inmigraci¨®n, etc¨¦tera) y un mayor protagonismo en la pol¨ªtica internacional.
Pocos presidentes han tenido una oportunidad tan clara de reinventarse a lo largo de su mandato porque pocos presidentes se han visto ante un acontecimiento de la magnitud de ¨¦ste. Es el equivalente al 11-S de George Bush, que convirti¨® a un pol¨ªtico centrista en un fan¨¢tico neocon.
Este 21-M no marcar¨¢ la transformaci¨®n de Obama en una versi¨®n desconocida de s¨ª mismo. M¨¢s probablemente, para lo que servir¨¢ es para hacer de un candidato incre¨ªble, un presidente de verdad.
Meses antes de las elecciones de 2008, Obama admiti¨® en una entrevista que nadie estudia para ser presidente, que ¨¦se es un oficio que s¨®lo se aprende ejerci¨¦ndolo. Obama ha actuado como un amateur durante buena parte del tiempo transcurrido en la Casa Blanca. Un aficionado con buenas intenciones y buenas ideas, voluntarioso y seguro de s¨ª mismo, pero con evidente falta de oficio. Sin la mano de una experimentada profesional de los bajos fondos de Washington como Nancy Pelosi, el sue?o de la reforma sanitaria hubiera muerto hace tiempo.
Por otra parte, ¨¦sta es la sociedad de los sue?os imposibles. Sin la visi¨®n que Obama ha proyectado y sin la urgencia que ¨¦l se autoimpuso al convertir la reforma sanitaria en la prioridad de su presidencia, este proyecto hubiera ca¨ªdo en el mismo agujero negro que absorbi¨® los de otros presidentes anteriores.
Obama ha aprendido a lo largo de este debate varias cosas que le ser¨¢n ¨²tiles en el tiempo por venir. Por ejemplo, la soledad del presidente. Obama ha comprobado que ning¨²n miembro del Congreso, aun los m¨¢s allegados dentro de su propio partido, va a jugarse su carrera para salvar la del presidente. Hasta que, a finales de febrero, Obama no asumi¨® la plena responsabilidad de la reforma sanitaria, la negociaci¨®n no empez¨® a avanzar seriamente.
Obama ha aprendido tambi¨¦n que el bipartidismo es un hermoso concepto de dif¨ªcil ejecuci¨®n. Los republicanos vieron desde el verano pasado que la reforma sanitaria pod¨ªa ser el tal¨®n de Aquiles de esta presidencia y le atacaron sin piedad. Ayer mismo, el l¨ªder de los republicanos en la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, advirti¨® que "esta guerra no ha terminado".
El s¨¢bado en el Capitolio, Obama hizo quiz¨¢ su mejor apelaci¨®n a la reforma sanitaria desde el ¨¢ngulo ideol¨®gico: "Estamos orgullosos de nuestro individualismo y de nuestra libertad, pero tambi¨¦n sentimos como una comunidad que est¨¢ dispuesta a ayudar a los m¨¢s vulnerables, a los necesitados, a los que no han tenido suerte, para hacerles un hueco entre la clase media".
Una batalla en la que todos sucumbieron
- El presidente Harry S. Truman (1945-1953), tras haber cumplido s¨®lo siete meses en la Casa Blanca, pronunci¨® un discurso en noviembre de 1945 en el que anunciaba su proyecto de un fondo p¨²blico para garantizar el acceso de todos los estadounidenses a la sanidad. Apenas unos a?os antes, en 1930, el 80% de los gastos sanitarios sal¨ªan del bolsillo de los ciudadanos. El dem¨®crata Truman, igual que Bill Clinton d¨¦cadas despu¨¦s, contaba con mayor¨ªa en ambas c¨¢maras del Congreso. Pero la poderosa Asociaci¨®n de M¨¦dicos Americanos orquest¨® una campa?a con grupos de presi¨®n para acusar al plan de Truman de seguir la l¨ªnea de Mosc¨². Y el plan fracas¨®.
- Lyndon B. Johnson (1963-1969) logr¨® el 30 de junio de 1966 implantar el sistema p¨²blico de atenci¨®n sanitaria para jubilados (Medicare). El anuncio lo hizo en Independence (Misuri), la tierra natal de Truman, quien con 81 a?os asisti¨® al acto y declar¨®: "Me siento feliz de haber vivido hasta este d¨ªa".
- El republicano Richard Nixon (1968-1974) intent¨® poner en marcha una sanidad universal al estilo europeo. Pero los responsables del Partido Republicano se lo impidieron.
- Bill Clinton (1993-2001). La gran baza revolucionaria del programa de Bill Clinton era, igual que en el caso de Obama, su reforma sanitaria. Para ponerla en marcha, el presidente puso a su esposa, Hillary, a la cabeza de una comisi¨®n. Pero los Clinton toparon con el mismo lobby de las grandes aseguradoras al que se ha enfrentado Obama.
Los votos en disputa
- La C¨¢mara de Representantes tiene en la actualidad 431 miembros con capacidad de voto. De ellos, 253 son dem¨®cratas. Obama s¨®lo necesita 216 votos (la mitad m¨¢s uno) para su reforma.
- Los 178 representantes republicanos se pronunciaron en contra.
- La presidenta de la C¨¢mara, Nancy Pelosi, se emple¨® a fondo en convencer
a sus compa?eros de partido, algunos de los cuales se resistieron hasta el final.
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