Nuevos iconos en viejos mundos
Lelhel Kovacs usa rincones an¨®nimos para ilustrar un alfabeto de ciudades
Desde que los futuristas declararon que hab¨ªa m¨¢s belleza en un b¨®lido que en la Victoria de Samotracia, artistas de todos los pelajes se han embarcado en la tarea de convertir en arte lo feo, lo insignificante, lo cotidiano, lo sider¨²rgico. Lelhel Kovacs, un ilustrador h¨²ngaro que trabaja regularmente para The New York Times o The Guardian, recibi¨® un d¨ªa el encargo de ilustrar una serie de ciudades a trav¨¦s de su iconograf¨ªa m¨¢s universal. Se compr¨® gu¨ªas, naveg¨® por la Red e incluso buce¨® en su archivo personal, pero no encontr¨® ninguna imagen que le inspirara. Hasta que un d¨ªa entr¨® en el Google street view, ese servicio del buscador que muestra im¨¢genes de cada esquina de pr¨¢cticamente cada ciudad.
Finaliz¨® el encargo y arranc¨® uno de sus m¨¢s ambiciosos proyectos personales. Descubri¨® que encontraba m¨¢s belleza en una esquina de un barrio de Ostrava que en cualquier catedral. De cualquier modo, ah¨ª empiezan y terminan sus similitudes con Marinetti y los suyos. "Quer¨ªa que este proyecto tuviera un marco, por eso decid¨ª seguir el alfabeto. La idea es dibujar una ciudad por cada letra visitando el m¨¢ximo de pa¨ªses. Cuando hago turismo trato de evitar los lugares m¨¢s obvios, as¨ª que los rincones escogidos est¨¢n compuestos por edificios an¨®nimos. Eso s¨ª, no he podido evitar incluir un par de iglesias en la selecci¨®n", confiesa este h¨²ngaro de 28 a?os que fue escaparatista y dise?ador gr¨¢fico. Con el fin de enfatizar que el proyecto es manual, Kovacs presenta cada ilustraci¨®n en el marco de una libreta Moleskine, otorg¨¢ndole as¨ª al cuerpo del trabajo un entra?able halo vintage que contrasta con el hecho de que las ilustraciones surgen de Internet y se pueden s¨®lo ver a trav¨¦s de la pantalla de un ordenador.
"Mi trabajo sigue siendo mi hobby. Tal vez por eso, las diferencias entre los trabajos que surgen de un encargo y mis proyectos m¨¢s personales sean menores de las que puedan hallarse en otros dibujantes". Y es que una de sus mayores virtudes tal vez sea la de haber publicado en grandes medios sin comprometer su visi¨®n y su estilo. Si puedes convencer al editor gr¨¢fico de The New York Times, qu¨¦ sentido tiene luego cuestionarte cuando est¨¢s solo. Al final, la ¨²nica diferencia entre un encargo y un proyecto personal es que lo primero siempre lo entregas tarde.
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