"Porque no fui un resentido, ahora no soy un soberbio de mierda"
Sus viejos compa?eros de la mina de sal todav¨ªa no lo sab¨ªan ayer. Demasiadas entrevistas que atender. Seguro que lo celebrar¨¢n hoy en el caf¨¦ en el que Hern¨¢n Rivera Letelier (Talca, 1950) pasa las horas pensando y escribiendo cada d¨ªa. El ganador del XIII Premio Alfaguara de Novela por El arte de la resurrecci¨®n entreg¨® 30 a?os de su vida a las minas del desierto de Atacama, en la Pampa chilena. El trabajo de d¨ªa y la vocaci¨®n de noche. Lo aprendi¨® todo leyendo a "los maestros" y escribiendo a escondidas de sus rudos compa?eros, que hubieran visto lo que hac¨ªa como algo de "se?oritas o maricones". En aquella ¨¦poca, Rivera pasaba hambre. Por eso mand¨® su primer poema a un concurso de la radio cuyo premio era una cena: gan¨®. Ayer, m¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, volvi¨® a lograrlo. Y aunque sigue consider¨¢ndose un escritor proletario, la recompensa (129.279 euros) dar¨¢ esta vez para bastante m¨¢s que una cena.
"Empec¨¦ a escribir por hambre y con la primera poes¨ªa gan¨¦ una cena"
"Sin las putas hubiese sido m¨¢s dif¨ªcil conquistar aquel desierto"
Pregunta. De la mina al Premio Alfaguara, pasando por la Orden de las Artes francesa. ?C¨®mo lo ha logrado?
Respuesta. Pura perseverancia y constancia. Viv¨ª 45 a?os en el desierto, de los cuales trabaj¨¦ 30 de minero. Pero mientras estaba en la mina, escrib¨ªa y le¨ªa. Ahora soy un poeta que hace novela.
P. ?Cu¨¢ndo se dio cuenta de que era escritor?
R. A los 18 a?os. Me fui un tiempo a recorrer el pa¨ªs con una mochila al hombro y durante esos cuatro a?os descubr¨ª que me gustaba y que pod¨ªa.
P. ?C¨®mo aprendi¨® a hacerlo?
R. Soy autodidacta ciento por ciento. Lo poco y nada que s¨¦ ha sido leyendo a los maestros: muchos poetas chilenos y Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa, Borges...
P. Dice que empez¨® a escribir por hambre.
R. S¨ª, es literal. El primer poema que escrib¨ª fue de noche en una playa porque escuch¨¦ en la radio que hab¨ªa un concurso de poes¨ªa. El premio que daban era una cena en un hotel y yo ten¨ªa mucha hambre. As¨ª que escrib¨ª y gan¨¦ aquella cena. [Risas].
P. ?A qui¨¦n le dio a leer sus primeros textos cuando estaba en la mina?
R. Ah¨ª no le mostraba a nadie lo que hac¨ªa. Mis compa?eros eran recios machos. Y la poes¨ªa, para ellos era cosa de se?oritas o maricones.
P. ?Nadie sab¨ªa que escrib¨ªa?
R. No. Hasta que gan¨¦ el primer premio y sal¨ª en el peri¨®dico.
P. ?C¨®mo eran las condiciones de trabajo en la mina?
R. Es el desierto m¨¢s cabr¨®n del mundo. Con una temperatura durante el d¨ªa de m¨¢s de 46 grados que bajaba por la noche hasta 10 grados. Ten¨ªa un sueldo miserable y un trabajo a flor de tierra y viento. Era muy duro.
P. ?Se sinti¨® explotado? ?Guarda alg¨²n resentimiento?
R. Nunca he sido un resentido social. Yo recuerdo mi infancia en el desierto como la mejor del mundo. Creo que porque no fui un resentido social ahora no soy un soberbio de mierda.
P. ?C¨®mo influy¨® el desierto en su lenguaje y su obra?
R. Ha sido fundamental. Porque me ense?¨® a descubrirme a m¨ª mismo y a estar solo. No puedo estar sin una dosis de soledad al d¨ªa, y eso s¨®lo lo ense?a el desierto.
P. ?Mantiene contacto con sus compa?eros de entonces?
R. Vivo en un puerto a 80 kil¨®metros de la mina y siempre vienen a verme los viejos de entonces al caf¨¦ donde me siento cada d¨ªa. Ah¨ª conversamos. Ellos se emocionan con mi ¨¦xito, lo sienten como suyo propio porque, en el fondo, estoy contando la historia de sus vidas.
P. ?Se han enterado ya del premio?
R. No. No he soltado todav¨ªa el tel¨¦fono. Tengo la oreja como una coliflor.
P. La historia de esta novela tambi¨¦n parece la suya.
R. S¨ª, mucho. Aunque es una novela que transcurre en los a?os treinta y cuarenta y yo no hab¨ªa nacido, en el personaje hay bastante de mi vida. Cuando yo era ni?o, por ejemplo, sal¨ªa a predicar a la calle con mi padre, que era pastor evang¨¦lico. Era analfabeto, pero cuando predicaba hac¨ªa llorar.
P. ?Por qu¨¦ siempre aparecen las prostitutas en sus novelas?
R. Las prostitutas afloran solas, llegan sin que yo las llame. Fueron fundamentales en la Pampa. Su labor social fue impagable. Sin el aporte social de estas hembras, la conquista de ese desierto hubiera sido doblemente dura. Ellas eran el ¨²nico oasis para los mineros.
P. ?Se considera un escritor proletario?
R. S¨ª, creo que lo soy.
P. Su vida ya no lo es.
R. Pero sigo siendo un obrero de la literatura. Ya no debo nada y mis ni?os no andan con zapatos rotos. Pero sigo siendo amigo de mis amigos, el mismo.
P. ?Qu¨¦ har¨¢ con el premio?
R. Lo primero que hay que hacer con la plata es contarla y luego gastarla.
P. Naci¨® cerca de la zona donde ocurri¨® el terremoto hace 20 d¨ªas. ?C¨®mo lo ha vivido?
R. Yo ahora estoy en el norte, as¨ª que poco. Pero he vivido otros. Hay una cosa que me impresiona: antes la gente se arrodillaba a rezarle a Dios, ahora lo que hace la gente es aferrarse al tel¨¦fono m¨®vil. Pero el resultado es el mismo: ni Dios ni los tel¨¦fonos responden.
Babelia
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