El descr¨¦dito de la pol¨ªtica
Ser¨ªa injusto acusar a la presidenta madrile?a en exclusiva del descr¨¦dito de la clase pol¨ªtica que domina la opini¨®n ciudadana; a eso se viene contribuyendo desde todos los sectores de la vida pol¨ªtica y social. Y tampoco, y por lo mismo, es la ¨²nica responsable de la degradaci¨®n de la democracia, tan perceptible. Pero es evidente su desmesurada aportaci¨®n a una cosa y otra desde su afici¨®n a la algarada y su tendencia inequ¨ªvoca a la provocaci¨®n y al rifirrafe. En el ejercicio de la piroman¨ªa, en echar le?a al fuego, que es una figura de la que gusta Rajoy para calificar a Zapatero, Esperanza Aguirre es una experta. Lo suyo es un espect¨¢culo permanente, a veces de circo, en el que tal vez despilfarre tanto en asesores teatrales como en peritos en espionaje, si se tiene en cuenta que se entrega lo mismo al vodevil que al drama, al teatro de intriga o a la zarzuela, rentabilizando con frecuencia una cierta bis c¨®mica en la que parece sentirse muy a gusto.
La presidenta de todos los madrile?os se esmera en fomentar la confrontaci¨®n
Pero no se puede decir de la presidenta de todos los madrile?os que sea un modelo de persona que trata de aglutinarlos en la buena convivencia y s¨ª que por el contrario se esmera en fomentar la confrontaci¨®n. Un ejemplo lo tenemos en su decisi¨®n gratuita de declarar las corridas de toros bien de inter¨¦s cultural, politizando m¨¢s una pol¨¦mica, cuya politizaci¨®n no inici¨® ella, es verdad, pero que con su modo de reaccionar s¨®lo consigue enardecer. No es extra?o que le haya salido un ciudadano que le reclame con buenos argumentos la declaraci¨®n de la siesta como bien de inter¨¦s cultural y le pida camas en las calles para disfrutarla. ?sta y cualquier otra burla merece quien con tanta desfachatez bromea con la ciudadan¨ªa y se gana el cachondeo. Merece incluso que muchos ciudadanos piensen ante ella lo que, seg¨²n Domoslauski, el bi¨®grafo de Kapuscinski, pensaba ¨¦ste: "No cree que el poder trate del progreso y el bien de la gente, cree que el poder trata s¨®lo del poder, y punto".
Pero para Dolores de Cospedal la llamada de Aguirre a la rebeli¨®n frente a la subida del IVA era "algo simb¨®lico". Tal vez quiso decir que era una forma figurada de agitaci¨®n, y no una llamada en toda regla al delito contra el orden p¨²blico y al levantamiento hostil contra los poderes del Estado. Pero quiz¨¢ Cospedal ignora lo que es un s¨ªmbolo o ha incurrido en lo que va siendo demasiado habitual en las tribunas pol¨ªticas: hablar sin haber pensado antes lo que se dice. Porque si un s¨ªmbolo es la representaci¨®n de una realidad en funci¨®n de unos rasgos que se asocian a esa realidad cabe preguntarse qu¨¦ valor simb¨®lico puede tener esa llamada a la sublevaci¨®n como no sea un valor simb¨®lico puramente hostil con el que la presidenta no se consagra precisamente como una dem¨®crata. Y si as¨ª es, lo dicho por la secretaria general del PP para quitarle hierro al ansia de sublevaci¨®n de Aguirre puede ser, en efecto, la representaci¨®n de una realidad que todos nos tememos. O, dicho con las palabras que Mariano Rajoy ha empleado con Coalici¨®n Canaria y el PNV a prop¨®sito de sus apoyos a la subida del IVA, Aguirre "se retrata". De modo que es imposible tomar este nuevo arrebato de agitaci¨®n de la presidenta de Madrid como algo simb¨®lico, pero en cambio s¨ª se le puede tomar a ella misma como un s¨ªmbolo de lo peor que nos pasa. Y lo peor que nos pasa es contar con pol¨ªticos que en lugar de resolver problemas los crean. Ya s¨¦ que es la crisis el problema principal, y la corrupci¨®n apabullante, y el merecido desprestigio de la Justicia, pero todos esos problemas tienen relaci¨®n entre s¨ª, y todos ellos necesitan de una pedagog¨ªa y una reacci¨®n que no s¨®lo no se ejercen, sino que resultan trituradas por la banalidad, la ocurrencia trivial, el descaro y el af¨¢n de protagonismo pol¨ªtico de actores de la vida p¨²blica, como Aguirre, con la mirada m¨¢s puesta en La Moncloa para reconquistarla, ya sea para Rajoy o para s¨ª misma, que en la gobernaci¨®n de Madrid, a la que debe dedicar las horas justas para la agenda de visitas o de inauguraciones de lo que sea en sinton¨ªa con las c¨¢maras de Telemadrid.
Y en el pleno del Congreso de la semana pasada tuvimos un ejemplo claro del efecto de estas cosas simb¨®licas a las que se dedica Aguirre. Le preguntaba Rajoy a Zapatero por la subida del IVA, y el presidente, cuyo Gobierno no ha tenido mucho acierto al explicarlo, le respond¨ªa con la rebeli¨®n de Aguirre. Otra vez Aguirre distrayendo con su espect¨¢culo. Menos mal que Madrid es la capital del Estado y para ocuparse de ¨¦l o sublevarse contra ¨¦l no necesita desplazarse. Si as¨ª no fuera ni se le ver¨ªa por su despacho.
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