Mara?¨®n, clave espa?ola
Hace 50 a?os muri¨® Gregorio Mara?¨®n, el doctor que hizo de la medicina una preocupaci¨®n nacional. Su compromiso intelectual con Espa?a adopt¨® siempre perspectivas liberales, no partidistas y desinteresadas
Mara?¨®n (1887-1960) fue un acontecimiento, algo que le sucedi¨® a la sociedad espa?ola del siglo XX. Su obra, una obra intimidante -125 libros, 1.800 art¨ªculos, 250 pr¨®logos- que comenz¨® con la publicaci¨®n de La doctrina de las secreciones internas (1915), combin¨® investigaci¨®n -las secreciones internas, la adrenalina, las enfermedades del tiroides...- y alta divulgaci¨®n. Sus trabajos sobre la "mano hipogenital", la mano fr¨ªa, hinchada, con distrofia de las u?as, y sobre la "mano roja tiroidea", el enrojecimiento persistente de la mano como consecuencia de trastornos tiroideos, fueron aportaciones sustantivas a la ciencia m¨¦dica. La Memoria que sobre Las Hurdes, la regi¨®n extreme?a, prepar¨® en la primavera de 1922 con sus colegas Goyanes y Bardaj¨ª, en la que Las Hurdes era un problema sanitario (bocio, tuberculosis, alt¨ªsima mortalidad) que se derivaba de un gigantesco problema social -subdesarrollo rural, pauperismo, viviendas miserables y carencia de servicios m¨¦dicos- cuya soluci¨®n exig¨ªa la urgente intervenci¨®n del Estado, conmocion¨® a Espa?a. Mara?¨®n fue el m¨¦dico que hizo de la medicina una preocupaci¨®n nacional.
Public¨® un n¨²mero sorprendente de obras sobre endocrinolog¨ªa, sexo, biograf¨ªa, liberalismo
Pensaba que Espa?a s¨®lo ser¨ªa posible como un pa¨ªs que reconciliara las dos mitades de su Guerra Civil
Hombre profundamente liberal, nacido en un entorno acomodado y culto, casado con Dolores Moya, hija de uno de los pro-hombres de la prensa liberal espa?ola, y miembro de una generaci¨®n, la generaci¨®n del 14, para la que Espa?a era una preocupaci¨®n urgente y perentoria -que Mara?¨®n ejemplific¨® en Las Hurdes: Alfonso XIII viajar¨ªa a la comarca acompa?ado por el propio Mara?¨®n, y crear¨ªa un Real Patronato para su reforma y recuperaci¨®n-, Mara?¨®n fue asumiendo, de forma natural, crecientes responsabilidades p¨²blicas, pronto pol¨ªticas, compromiso que vivi¨® como una forma de conducta ejemplarizante derivada de su posici¨®n en la sociedad, que le obligaba a servir a su pa¨ªs en tanto que intelectual, desde perspectivas no partidistas y en cualquier caso, desinteresadas.
Mara?¨®n encabez¨®, as¨ª, la disidencia en el interior de Espa?a -la exterior la asumi¨® Unamuno desde el exilio- contra la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Mara?¨®n vio la dictadura como la interrupci¨®n de la vida ascendente que Espa?a experimentaba desde finales del siglo XIX, como la liquidaci¨®n de una Espa?a que ¨¦l asociaba ante todo con Gald¨®s y el liberalismo. Entendi¨® que la Monarqu¨ªa, al aceptar el golpe de 1923, se hab¨ªa invalidado como r¨¦gimen nacional, y que la Rep¨²blica emerg¨ªa como una promesa de renovaci¨®n hist¨®rica, como la ¨²nica posibilidad real de transformaci¨®n para Espa?a. En 1930, se uni¨® a Ortega y P¨¦rez de Ayala en la Agrupaci¨®n al Servicio de la Rep¨²blica, con la aspiraci¨®n de orientar el combate de ideas que deb¨ªa inspirar a la futura rep¨²blica espa?ola; el 14 de abril de 1931, Mara?¨®n presid¨ªa en su propio domicilio -Serrano, 43, Madrid- la entrevista entre Romanones, el pol¨ªtico mon¨¢rquico, y Alcal¨¢ Zamora, presidente del Gobierno Provisional de la Rep¨²blica, en que se pact¨® la salida de Espa?a del rey y la familia real y se acord¨® dar paso, de forma pac¨ªfica, a la II Rep¨²blica espa?ola.
M¨¦dico, director del Instituto de Patolog¨ªa, catedr¨¢tico de Endocrinolog¨ªa en Madrid, Mara?¨®n public¨® un sorprendente n¨²mero de libros, la obra que dio la medida de su importancia en la historia: La edad cr¨ªtica, Gordos y flacos, Tres ensayos sobre la vida sexual, La evoluci¨®n de la sexualidad y los estados intersexuales, Ensayo biol¨®gico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo (1930), Ra¨ªz y decoro de Espa?a (1932), Amiel. Un estudio sobre la timidez (1932), Las ideas biol¨®gicas del padre Feij¨®o (1934), Ginecolog¨ªa endocrina, El Conde-Duque de Olivares (1936), Climaterio de la mujer y del hombre (1937)... Libros importantes, bellamente escritos, de lectura absorbente; algunos, verdaderas piezas maestras, y todos expresi¨®n de un pensamiento unitario e innovador. Sus estudios endocrinos, su fisiolog¨ªa de la emoci¨®n, compon¨ªan una concepci¨®n integral del hombre y de la vida, una explicaci¨®n de los procesos vitales del individuo, una teor¨ªa completa de las ra¨ªces y manifestaciones de la personalidad y la conducta humanas.
El sistema endocrino era para Mara?¨®n el "guardi¨¢n de la personalidad", el factor condicionante de la anatom¨ªa y psicolog¨ªa del individuo. Las biograf¨ªas de Mara?¨®n fueron, as¨ª, fascinantes estudios del alma humana. Su Enrique IV -el rey de Castilla (1454-74) cuya sucesi¨®n desemboc¨®, en raz¨®n de su posible impotencia, en una grav¨ªsima crisis pol¨ªtica- era un eunocoide displ¨¢sico con reacci¨®n acromeg¨¢lica, de sexo poco desarrollado, voluntad d¨¦bil y propensiones homosexuales. La timidez sexual de Amiel, el profesor suizo al que Mara?¨®n erigi¨® en el arquetipo de sexualidad opuesto a Don Juan, era hipervirilidad, idealizaci¨®n de la mujer. La virilidad de Don Juan, de quien se ocup¨® en distintos trabajos, era por el contrario una virilidad inmadura, equ¨ªvoca; Don Juan, un mentiroso de vida sexual precaria; el donjuanismo, un mito sexual nocivo. Su Conde-Duque de Olivares, un soberbio retrato psicol¨®gico, era un hombre ambicioso, ciclot¨ªmico, autoritario, recto pero vano, astuto, receloso que, movido por la pasi¨®n de mandar, se debati¨® entre la desesperaci¨®n y la gloria.
Endocrinolog¨ªa, sexualidad, estudios de las emociones; biograf¨ªas, Feij¨®o, el Conde-Duque, Espa?a, el liberalismo. Ese fue el mundo que Mara?¨®n cre¨®, que hab¨ªa creado ya antes de la guerra. La Guerra Civil supuso, de hecho, el fin del mundo moral y cultural que hab¨ªa hecho posible a Mara?¨®n y en el que su personalidad hab¨ªa sobresalido decisivamente. Mara?¨®n vio en la guerra un desastroso fracaso colectivo. Como muchos espa?oles -Ortega, Hernando, P¨¦rez de Ayala, Baroja y Azor¨ªn entre sus amigos m¨¢s cercanos-, tuvo que tomar decisiones dram¨¢ticas en situaciones dram¨¢ticas (que quienes no las vivieron, no deber¨ªan juzgar impunemente). Apartado de la pol¨ªtica, decepcionado por la evoluci¨®n de la II Rep¨²blica, horrorizado por la violencia que acompa?¨® al proceso revolucionario desencadenado como respuesta a la sublevaci¨®n militar de julio de 1936, convencido de que la revoluci¨®n espa?ola conduc¨ªa al pa¨ªs al comunismo, Mara?¨®n opt¨® (diciembre de 1936) por refugiarse en Par¨ªs con su familia.
Elogio y nostalgia de Toledo (1941), un libro bell¨ªsimo, revel¨® su profunda nostalgia de Espa?a. Mara?¨®n no quiso resignarse a un exilio sin t¨¦rmino. Regres¨® en noviembre de 1942. El regreso conllev¨®, inevitablemente, acomodaci¨®n al r¨¦gimen de Franco, presencia ocasional en instituciones y actos p¨²blicos, honores y distinciones oficialistas. Mara?¨®n, con todo, seguir¨ªa siendo Mara?¨®n. Se reincorpor¨® al Hospital General de Madrid. Volvi¨® a ejercer la medicina privada como el m¨¦dico de visi¨®n cl¨ªnica excelente que siempre hab¨ªa sido. Reanud¨® su labor en la universidad. Public¨® incesantemente.
Su obra de la posguerra -Luis Vives, Espa?oles fuera de Espa?a, Antonio P¨¦rez (1947), Cajal, El Greco y Toledo- no participar¨ªa del proyecto cultural del franquismo. Vives, el humanista valenciano del XVI amigo de Erasmo y Tom¨¢s Moro, era para el Mara?¨®n crepuscular el arquetipo moral de sabidur¨ªa y vida elevada. Antonio P¨¦rez era una investigaci¨®n extraordinaria de aquel caso y de la complejidad de la pol¨ªtica en la corte de Felipe II. El Greco y Toledo era un estudio sobre el genio, un libro que rebosaba pasi¨®n por Toledo -su paisaje prometido, en cuyo Cigarral de Menores Mara?¨®n hab¨ªa encontrado desde 1921 un ideal de vida sosegada- y fascinaci¨®n por la pintura "ascensional" y m¨ªstica del Greco. El liberalismo, en todo caso, sigui¨® impregnando su obra, sus Ensayos liberales de 1946, sus pr¨®logos, sus estimaciones hist¨®ricas, su inter¨¦s por los espa?oles fuera de Espa?a, por el exilio en la historia espa?ola: "A la larga -escribir¨ªa-, la gran gloria de Espa?a est¨¢ amasada con la obra de todos estos sedicentes y perseguidos antiespa?oles" (lo que conllevaba una implicaci¨®n inequ¨ªvoca: que Espa?a s¨®lo ser¨ªa posible como una Espa?a liberal, y desde la reconciliaci¨®n -esencial y necesaria- entre la Espa?a real y la Espa?a del exilio).
Hombre discreto y delicado (en palabras de Sarrailh), Mara?¨®n fue una clave espa?ola. Una inmensa multitud acompa?¨® en silencio la conducci¨®n de su cad¨¢ver, en Madrid, el lunes 27 de marzo de 1960, un d¨ªa fr¨ªo y lluvioso, posiblemente el entierro m¨¢s multitudinario de los celebrados en la capital espa?ola en todo el siglo XX.
Juan Pablo Fusi es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid.
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