Arquitectura de sol y sombras

Que un emplazamiento c¨¦ntrico es el valor m¨¢s cotizado de un hotel urbano ya lo enunci¨® el magnate Conrad Hilton en su d¨ªa. A menos que la ciudad ofrezca otros atractivos irresistibles lejos de su cogollo hist¨®rico, como es el caso de M¨¢laga, capital de la Costa del Sol. Tantas d¨¦cadas de espaldas al mar casi hicieron olvidar que la cuna de Picasso respira Mediterr¨¢neo por todos sus poros, y el nuevo paseo mar¨ªtimo de Poniente reclama la atenci¨®n de quienes piensan que esta ciudad podr¨ªa destilar pronto tanto glamour como Marbella.

La estrat¨¦gica aparici¨®n del hotel Monte M¨¢laga, en primera l¨ªnea de playa, responde a este proyecto tur¨ªstico. A simple vista, el edificio irrumpe como un mazacote de hormig¨®n y cristal al borde de la nueva arteria que une M¨¢laga con Torremolinos. Conforme uno se acerca, las fachadas se vuelven m¨¢s livianas y precisas en su ordenada geometr¨ªa hasta que se descubre la verdadera faz medioambiental de esta poderosa "m¨¢quina de habitar" que es el hotel. Los arquitectos locales Juan Rojas y Juan Ram¨®n Montoya han sabido aprovechar los materiales primarios del lugar -el sol y las sombras- para dise?ar un proyecto de edificio sostenible en el que algunos elementos estructurales, como los parasoles giratorios de las habitaciones, est¨¢n revestidos de c¨¦lulas fotovoltaicas cuya producci¨®n energ¨¦tica satisface en parte el consumo de iluminaci¨®n y calefacci¨®n del hotel.

La disposici¨®n de los pasillos, en semipenumbra, responde a este mismo criterio de sostenibilidad energ¨¦tica. En verano, deambular por ellos da fr¨ªo. En invierno, calor. A condici¨®n, claro, de soportar un cierto ambiente l¨²gubre durante las horas de sol. Por la misma raz¨®n, el patio interior con piscina repele por su aspecto carcelario.

La atenci¨®n en todo el hotel es amable y eficiente, aunque, a poco que el hu¨¦sped requiera m¨¢s atenciones de las programadas para un hotel de playa, el servicio se resiente por escasez de personal. El desayuno consiste en un buf¨¦ surtido con mayores alardes est¨¦ticos que culinarios. Al precio que se paga, realmente ser¨ªa injusto pedir m¨¢s. Por 75 euros de media diaria, las habitaciones sorprenden por su buen tama?o y generoso equipamiento, con dos butacones, aparador de trabajo y camas resistentes. La distribuci¨®n del interior, as¨ª como el programa decorativo, evidencian una asinton¨ªa con la pulcritud arquitect¨®nica, incluso la deval¨²a. Pero, como ocurre en todos los hoteles de playa, el ¨ªndice de satisfacci¨®n es directamente proporcional a la cantidad de horas que el hu¨¦sped vive al aire libre.