"Ratzinger escondi¨® mi caso"
Tras abusar de cuatro ni?os en Essen (Alemania), un sacerdote fue trasladado discretamente a la di¨®cesis regida por el actual Papa, donde continu¨® ejerciendo sin limitaciones. El esc¨¢ndalo ha sido destapado por una de sus v¨ªctimas, que ahora lo cuenta a EL PA?S
Ataques de p¨¢nico. Problemas en el trabajo. Pesadillas. Dificultades para dormir. Cuando ten¨ªa 38 a?os, Wilfried Fesselmann decidi¨® consultar a un psiquiatra. El m¨¦dico le dijo que su problema se deb¨ªa a un trauma de infancia. Fue entonces cuando Fesselmann sac¨® de alg¨²n lugar escondido en su cerebro el nombre del sacerdote Peter Hullermann, quien hab¨ªa abusado de ¨¦l cuando ten¨ªa tan s¨®lo 11 a?os. Con la particularidad de que el sacerdote denunciado como pederasta, entonces un cura de 31 a?os, fue apartado de su di¨®cesis, en Essen, y enviado al obispado de M¨²nich cuando el cardenal Joseph Ratzinger, el actual papa Benedicto XVI, era el arzobispo de la di¨®cesis b¨¢vara.
Probablemente su caso habr¨ªa pasado inadvertido si no hubiera sido por el esc¨¢ndalo que sacude a Alemania desde hace dos meses. Concretamente, desde que el pasado 27 de enero el padre Klaus Mertes, rector del colegio jesuita Canisius de Berl¨ªn, enviara cientos de cartas a antiguos alumnos en las que ped¨ªa su colaboraci¨®n para desentra?ar los casos de abusos sexuales que hubieran podido cometer tres profesores. Ese chispazo desat¨® las lenguas, y Alemania asiste conmocionada a un goteo diario de denuncias de abusos y vejaciones consumadas dentro de estructuras educativas cat¨®licas de todo el pa¨ªs. Unas 300 personas han contado ya sus respectivos casos en las 27 di¨®cesis alemanas.
"Todos confiaban en ¨¦l. Era el t¨ªpico cura amigo de los ni?os", dice Fesselmann del sacerdote que abus¨® de ¨¦l
El obispado de M¨²nich ocult¨® el pasado del cura pederasta durante 30 a?os y abandon¨® a las v¨ªctimas a su suerte
Essen, una ciudad de la zona industrial del Ruhr, tambi¨¦n sufri¨® casos de pederastia. Hasta ahora, cuatro personas han denunciado a un mismo abusador: se trata de Peter Hullermann, quien ejerci¨® como sacerdote en la ciudad a finales de los a?os setenta. "Todos confiaban en ¨¦l y era el t¨ªpico cura que se hac¨ªa amigo de los ni?os", asegura ahora una de sus v¨ªctimas, Wilfried Fesselmann, en una entrevista telef¨®nica con este peri¨®dico. Fue en el curso de un viaje educativo, en el verano de 1979 a las colinas de Eifel, cuando empez¨® a tener una actitud ambigua. "Una noche de agosto de 1979 me hizo dormir con ¨¦l", relata. "Entonces me di cuenta de lo que suced¨ªa".
"Habl¨¦ con un compa?ero: le dije que el sacerdote obligaba a los ni?os a tener sexo con ¨¦l. 'Ten cuidado que no te pase a ti tambi¨¦n', le advert¨ª. ?l fue a hablar con sus padres, quienes en septiembre decidieron discutir el tema con otros padres. En esa ocasi¨®n salieron a la luz otros tres casos. En el obispado de Essen exist¨ªa entonces un protocolo de actuaci¨®n para estas situaciones. Dijeron que, para proteger a los ni?os, no hac¨ªa falta que los padres presentaran una denuncia: el sacerdote iba a ser trasladado a M¨²nich y no volver¨ªa a trabajar con j¨®venes".
Los padres de Fesselmann ni siquiera participaron en esa discusi¨®n porque eran "cat¨®licos intransigentes"; y a pesar de que su propio hijo se?alara al sacerdote y dijera que le hab¨ªa obligado a practicarle sexo oral, los padres consideraron inadmisible denunciar a un cura. "Esto simplemente no se hac¨ªa", asegura ahora la v¨ªctima.
En conversaci¨®n con este diario, el portavoz del obispado de Essen, Ulrich Lota, ha reconstruido los acontecimientos de aquellos meses. "Entonces las cosas eran distintas de ahora", explica. "Se pensaba que se pod¨ªa tratar eficazmente a los pederastas con una terapia, y por esto se decidi¨® trasladar al cura a M¨²nich, donde se contaba con el psic¨®logo Werner Huth, experto en este tipo de casos". El responsable del personal del obispado de Essen avis¨® a los colegas de M¨²nich de que el sacerdote Peter Hullermann hab¨ªa abusado de menores en su di¨®cesis y de que esta era precisamente la causa de su petici¨®n de traslado.
Joseph Ratzinger, arzobispo de M¨²nich entre 1977 y 1982, puso su firma en el documento que aceptaba el traslado de ese cura a su di¨®cesis en 1980. El texto impon¨ªa al sacerdote una psicoterapia y se?alaba que no deb¨ªa volver a trabajar con ni?os. Sin embargo, en una decisi¨®n cuya responsabilidad se atribuy¨® el entonces vicario general Gerard Gruber (de 81 a?os en la actualidad), el cura abusador fue puesto a trabajar enseguida como "gu¨ªa espiritual" en una parroquia de M¨²nich. "No quer¨ªamos que estuviera inactivo, aparte de la hora diaria de terapia", declar¨® el ex vicario a la prensa cuando se destap¨® el caso. "Esta decisi¨®n habr¨ªa sido tomada por una iniciativa personal del vicario y sin que Joseph Ratzinger se enterara", afirma el obispado de M¨²nich en un comunicado difundido hace dos semanas.
Seg¨²n el psiquiatra Huth, el obispado de M¨²nich ignor¨® repetidas advertencias suyas, escritas y orales, en las que aseguraba que el sacerdote en cuesti¨®n era peligroso para los ni?os. Huth, quien ahora tiene 80 a?os, era consultor del obispado para casos de pederastia. Asegura p¨²blicamente que Hullermann, quien al empezar el tratamiento ten¨ªa 32 a?os, no deber¨ªa haber trabajado con menores, porque era muy narcisista, un rasgo t¨ªpico de los ped¨®filos, y tampoco reconoc¨ªa sus errores ni se tomaba en serio la terapia. En varias ocasiones, el psic¨®logo aconsej¨® directamente al sacerdote que no tomara alcohol y que se buscara un supervisor. Los abusos, siempre seg¨²n el terapeuta, de los que estaba acusado hab¨ªan sido cometidos bajo los efectos del alcohol.
Cuando Ratzinger se encontraba ya en Roma, en 1985, el cura Hullermann volvi¨® a agredir a un menor y fue condenado por un tribunal de la Alta Baviera a 18 meses de c¨¢rcel -que no cumpli¨® porque qued¨® en libertad provisional, aunque durante ese periodo fue suspendido como sacerdote- y a una multa de 4.000 marcos (unos 2.000 euros de hoy). Al a?o siguiente volvi¨® a trabajar en una casa para ancianos. Posteriormente fue trasladado a la comunidad b¨¢vara de Garching, de 15.000 habitantes, donde ejerci¨® durante 21 a?os. En 2008 se mud¨® de nuevo, en este caso a Bad T?lz, siempre en Baviera, donde trabaj¨® hasta que fue suspendido hace dos semanas.
Despu¨¦s de la condena de 1986, antes citada, no se le hab¨ªan vuelto a atribuir abusos, Sin embargo, esta misma semana se ha interpuesto otra denuncia contra Hullermann, a quien los padres de un joven acusan ante la fiscal¨ªa de Garching de haber abusado sexualmente de su hijo en 1998. Este nuevo asunto puede ser decisivo porque, a diferencia de la mayor¨ªa de los delitos denunciados hasta ahora, todav¨ªa no ha prescrito. En Alemania, el delito de abuso de menores no prescribe hasta pasados 10 a?os de la mayor¨ªa de edad de la v¨ªctima.
Durante los 30 a?os en los que el obispado de M¨²nich ha ocultado el pasado del sacerdote pederasta, las v¨ªctimas fueron abandonadas a su suerte. Wilfried Fesselmann guardaba, oculto, su trauma. Ni siquiera sus padres le hab¨ªan cre¨ªdo. Fueron a?os terribles y siguieron otros muy duros.
"Mi situaci¨®n personal fue ignorada", afirma. "Obviamente, esto me caus¨® problemas porque tuve que callar. No lograba salir de la situaci¨®n a la que me hab¨ªan llevado. Esto explica que, a?os despu¨¦s, sufriera ataques de p¨¢nico. Y todav¨ªa tengo problemas a la hora de conducir. Tuve que recibir terapia, primero con un neur¨®logo y despu¨¦s con un psiquiatra. Este especialista me dijo que todo pod¨ªa deberse a un acontecimiento traum¨¢tico en mi ni?ez. Y esta es la ¨²nica experiencia traum¨¢tica grave que tuve. Indiqu¨¦ el nombre de Hullermann, cont¨¦ la historia y logr¨¦ entender el porqu¨¦ de todo".
A continuaci¨®n, se le ocurri¨® buscar al sacerdote a trav¨¦s de Google. "Me di cuenta de que todav¨ªa ejerc¨ªa y que todav¨ªa se iba de vacaciones con ni?os. Todo segu¨ªa igual. Por eso le escrib¨ª dos correos electr¨®nicos donde le preguntaba si no ten¨ªa mala conciencia por lo que hab¨ªa hecho. Tambi¨¦n le pregunt¨¦ si se acordaba de m¨ª. No recib¨ª respuesta". Eso fue en 2006. "Dos a?os m¨¢s tarde, en 2008, le mand¨¦ otro correo. Me contest¨® entonces una persona llamada Sigfried Kneissel. Me explic¨® que era el encargado de ocuparse de los casos de abusos en el obispado de M¨²nich y me pregunt¨® qu¨¦ tipo de denuncia quer¨ªa hacer. Dije que se trataba de un caso de abuso del sacerdote Hullermann".
En abril de 2008, la polic¨ªa llam¨® a la puerta de la v¨ªctima. Eran los agentes de la ciudad de Essen acompa?ados por dos oficiales de Baviera. Quisieron inspeccionar su ordenador para comprobar si hab¨ªa mandado los correos electr¨®nicos ("estaba claro que los hab¨ªa enviado", comenta ahora Wilfried Fesselmann). En esta ocasi¨®n, la v¨ªctima volvi¨® a repetir su historia, y la polic¨ªa le confirm¨® que su versi¨®n coincid¨ªa con la de las otras tres v¨ªctimas de entonces. El nombre de Fesselmann no aparec¨ªa en ning¨²n informe, ya que sus padres no hab¨ªan denunciado el caso al obispado. "En esta ocasi¨®n tuve una confirmaci¨®n de que conoc¨ªan el caso".
Todo coincide tambi¨¦n con la reconstrucci¨®n del obispado de Essen. "Nos enteramos del cuarto caso a trav¨¦s de la prensa", explica Lota, su portavoz. "Estamos convencidos de que a partir de ahora podr¨ªan aparecer m¨¢s denuncias".
No obstante, Fesselmann fue citado a juicio por supuesto intento de chantaje al cura. "Es cierto que en uno de los correos electr¨®nicos habl¨¦ de una remuneraci¨®n", admite, "pero nunca chantaje¨¦ a nadie". El juicio, que la v¨ªctima interpreta como una intimidaci¨®n y un intento de callarle, se cerr¨® con la absoluci¨®n de Wilfried Fesselmann. En agosto de 2008, el sacerdote pederasta fue trasladado al que ser¨ªa su ¨²ltimo destino, la comunidad de Bad T?lz, en Baviera, en la que fue encargado de ejercer como gu¨ªa espiritual para turistas, con la indicaci¨®n expl¨ªcita de que no trabajara con ni?os.
Desde que se destaparon en Alemania los primeros casos de abusos, la ministra de Justicia federal, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, del partido liberal FDP, invit¨® a las v¨ªctimas a que denunciaran sus casos. Wilfried Fessemann le escribi¨® una nota con su historia. Hasta ese momento, la v¨ªctima no era consciente de que el actual papa Benedicto XVI pudiera ser responsable de la ocultaci¨®n del abusador.
Lo cierto es que la fecha del traslado coincide con la etapa en que Joseph Ratzinger era cardenal arzobispo de M¨²nich (1977-1982). Una coincidencia que asocia por primera vez al Papa, de forma directa, con uno de los cientos de casos escalofriantes que conmocionan actualmente a Alemania.
Desde entonces han ca¨ªdo, bajo el efecto domin¨®, algunas instituciones prestigiosas de la Iglesia alemana, como el Coro de las Voces Blancas de Ratisbona, los Domspatzen. Aqu¨ª los abusos denunciados se cometieron a lo largo de quince a?os, desde 1958 hasta 1973. Georg Ratzinger, el hermano del actual Pont¨ªfice, fue el director de ese coro entre 1964 y 1993. A pesar de que las acusaciones involucran a tres educadores y al entonces director del internado donde el coro se alojaba, el hermano del Papa asegur¨® no tener conocimiento ni haber intentado ocultar caso alguno de pederastia. Su funci¨®n de director art¨ªstico le manten¨ªa al margen de la gesti¨®n directa del internado.
Despu¨¦s de que el caso de Fesselmann saltara a la prensa hace dos semanas, Hullermann fue suspendido. Otro p¨¢rroco que ofici¨® la misa el domingo siguiente en Bad T?lz fue interrumpido en su serm¨®n por un hombre que pidi¨® explicaciones sobre las verdaderas razones del cese del sacerdote pederasta. Varios fieles abandonaron la iglesia. La imagen parece resumir la de la Iglesia mundial, comprometida por los casos de abusos y sorda frente a las v¨ªctimas, que antes eran fieles.
Benedicto XVI, en la carta pastoral enviada el pasado domingo a los cat¨®licos irlandeses, no mencion¨® en ning¨²n momento el drama que est¨¢ afectando a su pa¨ªs natal. No fue suficiente su rotunda denuncia de la pederastia clerical y tampoco sus palabras de "verg¨¹enza y remordimiento": la omisi¨®n fue duramente criticada en Alemania por numerosas asociaciones cat¨®licas, entre ellas Wir Sind Kirche [Somos Iglesia]. Y no sirvi¨® de nada que la canciller Angela Merkel defendiera "el significado universal" de su mensaje. El pa¨ªs est¨¢ que arde.
"Ratzinger escondi¨® el caso. ?l lo sab¨ªa", repite ahora Wilfried Fesselmann. Tambi¨¦n dice que se siente mejor tras haber contado su historia. Cree que su gesto puede convencer a otros para saldar cuentas con el pasado. Espera tambi¨¦n una indemnizaci¨®n econ¨®mica que le compense por los problemas sufridos en su vida personal y laboral. Sin embargo, asegura: "Lo que necesitamos las v¨ªctimas ante todo es que se reconozca lo que ha pasado. Que se sepa. Porque, de lo contrario, van a seguir ocult¨¢ndolo".
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