La biograf¨ªa intelectual de La¨ªn Entralgo
Sobre la obra y la personalidad de Pedro La¨ªn Entralgo han escrito muy bien y desde varios enfoques algunos de sus disc¨ªpulos y otros estudiosos. En su larga vida de m¨¢s de noventa a?os (1908-2001) La¨ªn ejerci¨® como intelectual de gran prestigio, dej¨® una producci¨®n literaria y cient¨ªfica asombrosamente variada y extensa (media centena de libros y much¨ªsimos ensayos). Fue miembro significativo de la llamada generaci¨®n del 36 y tuvo un destacado papel en la ideolog¨ªa pol¨ªtica durante las etapas iniciales del r¨¦gimen franquista, para adoptar luego una actitud cr¨ªtica y liberal. (Como es sabido, estuvo en el bando vencedor, llevado por sus ideas de joven cat¨®lico y falangista, pero luego su talante conciliador le fue distanciando y enfrentando a la l¨ªnea dogm¨¢tica y reaccionaria del franquismo atrincherado en la represi¨®n, divergencia que ¨¦l cont¨® con honda sinceridad en su testimonial y sincero Descargo de conciencia, ya en 1976).
Voluntad de comprensi¨®n. La aventura intelectual de Pedro La¨ªn Entralgo Diego Gracia
Diego Gracia
Triacastela. Madrid, 2009
717 p¨¢ginas. 39 euros
Pero este riguroso estudio biogr¨¢fico de Diego Gracia, su disc¨ªpulo de muchos a?os y su sucesor en la c¨¢tedra de Historia de la Medicina, no se centra tanto en trazar su perfil biogr¨¢fico y social como en ofrecer un an¨¢lisis a fondo, y una interpretaci¨®n cr¨ªtica, de su extensa y significativa "aventura intelectual". A lo largo de sus setecientas p¨¢ginas nos va contando, con profusi¨®n de citas de sus escritos, etapa por etapa, su trayectoria espiritual y su comprometida evoluci¨®n ideol¨®gica, subrayando lo que fue su vocaci¨®n y lema permanente de toda una vida: su tenaz "voluntad de comprensi¨®n". Comprender sinceramente a los otros, y a la naci¨®n, y al ser humano en su diversidad, y, por a?adidura, apostar por la amistad y la esperanza, con una esforzada "voluntad de concordia". Tal fue, en definitiva, la persistente actitud magn¨¢nima y generosa, caracter¨ªstica de La¨ªn, a lo largo de su vida. Por ello, por sus gestos y su cultura de amplios horizontes, de ciencias y de letras, se le ha calificado como un "humanista" ("uno de los ¨²ltimos"), arduo oficio en tiempos de especialistas y dogm¨¢ticos.
Las influencias fundamentales en su formaci¨®n intelectual las se?al¨® muy bien el propio La¨ªn: Dilthey, Heidegger y, sobre todo, Max Scheler; y entre los espa?oles, Ortega, D'Ors y Zubiri. Diego Gracia pondera muy bien el peso de unos y otros fil¨®sofos. Ciertamente, la influencia de Ortega fue honda y constante en sus reflexiones sobre "el problema de Espa?a", mientras que la de Zubiri, con el que compart¨ªa la fe cat¨®lica y al que admir¨® muy pronto tambi¨¦n por su rigor sistem¨¢tico, se revela muy decisiva en los fundamentos filos¨®ficos de sus ¨²ltimas teor¨ªas sobre el destino humano. (La influencia de Eugenio d'Ors fue significativa, puntual y m¨¢s anecd¨®tica).
Al joven La¨ªn, ya m¨¦dico, temprano converso a la filosof¨ªa, le habr¨ªa ilusionado ser profesor de "antropolog¨ªa filos¨®fica", pero hubo de conformarse con la c¨¢tedra de "Historia de la Medicina", donde desarrollar¨ªa una f¨¦rtil labor universitaria, inspirada siempre en esa amplia perspectiva antropol¨®gica, un rasgo distintivo de muchos de sus mejores libros. En este recorrido se destaca muy bien el inter¨¦s de La¨ªn por las ciencias contempor¨¢neas, a la vez que sus inquietudes literarias y filos¨®ficas, en las que destaca su af¨¢n por valorar lo mejor de la tradici¨®n hisp¨¢nica (Men¨¦ndez Pelayo y los escritores del 98, por ejemplo). Supo alternar pues los trabajos sobre historia de la medicina (por ejemplo, La medicina hipocr¨¢tica, de 1970) y su ense?anza universitaria con sus ¨¢giles ensayos cr¨ªticos sobre la sociedad espa?ola. Y al tiempo que con sus llamadas a la tolerancia y al di¨¢logo preludiaba el "esp¨ªritu de la transici¨®n" sigui¨® preocupado por comprender, en una teor¨ªa radical, la estructura ¨ªntima del ser humano, evolucionado desde sus or¨ªgenes animales a individuo consciente de lo real, dotado de raz¨®n y alma.
Resulta sorprendente observar aqu¨ª, en los ¨²ltimos cap¨ªtulos, c¨®mo el vivaz pensamiento de La¨ªn revis¨® en sus ¨²ltimos escritos con tensa y constante reflexi¨®n cr¨ªtica su teor¨ªa sobre el cuerpo y el alma, y su destino, mortal o inmortal, espoleado por las tesis del ¨²ltimo Zubiri, pero yendo incluso m¨¢s all¨¢. Diego Gracia va analizando con admirable precisi¨®n todas las sendas de esa inagotable aventura, y subraya con agudeza cr¨ªtica las valiosas interpretaciones y aportaciones en los muchos campos que La¨ªn cultiv¨® con claro estilo y voluntad hermen¨¦utica. Voluntad de comprensi¨®n es un t¨ªtulo muy justo para esta biograf¨ªa intelectual de un inolvidable y singular humanista contempor¨¢neo, escrita por el mejor conocedor de su extens¨ªsima y variada obra.
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