Ignacio Aldecoa, el aventurero de las historias
La Biblioteca Nacional rinde homenaje al escritor vasco
Incluso un hombrecillo gris tiene una historia brillante. Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925-Madrid, 1969) cre¨ªa a pies juntillas que todas las almas dan para personajes literarios. Sus cuentos rebosan ejemplos de seres arrinconados en una vida miserable a los que el escritor sorprende en un momento, a veces excepcional. Hay cazadores furtivos de v¨ªboras, maquinistas atrapados en un t¨²nel, boxeadores al l¨ªmite, pescadores de mareas tit¨¢nicas. Donde otros no ver¨ªan nada, Aldecoa daba con el quid oculto que le permit¨ªa montar un relato. Y con ello satisfac¨ªa una de las pasiones que, seg¨²n su hija Susana Aldecoa, le devoraban: la de contar historias.
En vida tuvo un reconocimiento limitado. Tras la publicaci¨®n de Parte de una historia (1967), un periodista le vaticin¨® que tal vez no alcanzar¨ªa gran ¨¦xito. "Te ha tocado, al estilo de Stendhal, jugar un billete de loter¨ªa para la posteridad", recordaba el profesor Fernando Arrojo en la introducci¨®n a una de sus novelas. Cuarenta a?os despu¨¦s de su muerte (falleci¨® en noviembre de 1969), nadie duda de que Aldecoa es uno de los grandes narradores del siglo XX. La peri¨®dica reedici¨®n de sus obras o los homenajes, como el que hoy se celebra en la Biblioteca Nacional con motivo de los 60 a?os de la publicaci¨®n de sus primeros cuentos importantes, parecen darle la raz¨®n. La posteridad le ha incluido entre los cl¨¢sicos. "La pena fue que muri¨® cuando su carrera estaba en ascenso. Es uno de los grandes cuentistas de la posguerra", sostiene ?ngeles Encinar, catedr¨¢tica de Literatura Espa?ola de la Saint Louis University y organizadora del homenaje.
?ngeles Encinar: "Es uno de los grandes cuentistas de la posguerra"
Se sumergi¨® en realidades ajenas para destriparlas en su obra
Desde que public¨® en 1948 su primer cuento, La far¨¢ndula de la media legua, Aldecoa escribi¨® ocho vol¨²menes de relatos, que evidencian, seg¨²n Encinar, su evoluci¨®n desde el realismo social hacia experiencias innovadoras como los microrrelatos de Neutral corner (1962), que se acompa?an de fotos de Ram¨®n Massats. "Le¨ªdos en perspectiva est¨¢n cargados de sentido m¨ªtico en el que el h¨¦roe cl¨¢sico lucha contra el destino", plantea el escritor Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, que lamenta el olvido que rodea a la generaci¨®n de los 50, a la que se adscribe Aldecoa junto a Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Juan Garc¨ªa Hortelano o Carmen Mart¨ªn Gaite.
No cree Susana Aldecoa que su padre se haya olvidado: "Est¨¢ presente en el sentido de que es un autor consagrad¨ªsimo, pero no tiene la repercusi¨®n medi¨¢tica de un autor vivo que puede mover su obra". Le¨ªdo hoy sorprende su recurso casi period¨ªstico a la hora de cazar historias, lo que le permit¨ªa saciar la pulsi¨®n aventurera, otro de sus rasgos caracter¨ªsticos. A veces lo hizo al m¨¢s puro estilo del nuevo periodismo de Truman Capote o Tom Wolfe. En compa?¨ªa del escritor Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos recorri¨® pueblos perdidos de Espa?a donde se empap¨® de la atm¨®sfera para la novela El fulgor y la sangre, (1954) que gira alrededor de cinco esposas de guardias civiles mientras aguardan la llegada del cad¨¢ver de uno de ellos. Siguiendo el consejo de Antoine Saint-Exupery de que para ver, conviene participar, Aldecoa se sumergi¨® en realidades que le eran ajenas para destriparlas en su obra. Escribi¨® Gran Sol, la novela que expone la vida de las tripulaciones que faenan en los caladeros pr¨®ximos a Irlanda, despu¨¦s de embarcarse durante el verano de 1955 como marinero en los barcos Puente Viesgo y Puente Nansa. Dos a?os despu¨¦s recibi¨® el Premio de la Cr¨ªtica por el resultado.
"No es un escritor de laboratorio, ensimismado y encerrado. ?l sale a la calle para rastrear historias, ten¨ªa una inquietud que le hac¨ªa estar pendiente de lo que pasaba", sostiene el escritor Luis Mateo D¨ªez, uno de los que intervendr¨¢ hoy en la Biblioteca Nacional. El mismo retrato que pinta Susana Aldecoa: "No era un funcionario, que escrib¨ªa todos los d¨ªas. Se encerraba a escribir compulsivamente por la tarde cuando ten¨ªa algo que contar". Ella ten¨ªa 15 a?os cuando el escritor falleci¨®. Andaba a vueltas con un libro sobre toros, uno de esos universos singulares que le fascinaba al igual que el boxeo. Cuando muri¨® estaba a punto de salir para una tienta.
Babelia
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