Nueva doctrina nuclear
Obama redefine los l¨ªmites para el empleo del arma at¨®mica fijados en la era Bush
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sigue dando pasos para abordar la pr¨®xima revisi¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n (TNP) con alguna posibilidad de ¨¦xito. En v¨ªsperas de viajar a Praga para firmar el nuevo acuerdo de desarme con Rusia, ha hecho p¨²blica la redefinici¨®n de la doctrina nuclear norteamericana.
Dentro de Estados Unidos, los republicanos le han acusado de haber ido demasiado lejos en las limitaciones para el uso del arma at¨®mica y los pacifistas de haberse quedado corto. Son cr¨ªticas injustificadas, que en el primer caso parecen ignorar que Obama no ha hecho otra cosa que adecuar la capacidad de respuesta a las amenazas reales y, en el segundo, que una iniciativa realista de desarme s¨®lo se puede abordar de manera consensuada, no de forma unilateral.
En l¨ªneas generales, la nueva estrategia de EE UU se propone consolidar la frontera entre el uso de fuerzas convencionales y la escalada nuclear, difuminada por el presidente Bush al contemplar la posibilidad de una respuesta at¨®mica a ataques de otra naturaleza, como los qu¨ªmicos y los biol¨®gicos. Mientras ha estado vigente, la doctrina ahora revisada no ha aumentado la disuasi¨®n, sino la proliferaci¨®n, al mismo tiempo que ha deteriorado los instrumentos que, como el TNP, siguen siendo imprescindibles para acotar primero, y reducir despu¨¦s, un riesgo que se ignor¨® tras la guerra fr¨ªa y que el programa nuclear iran¨ª ha vuelto a situar en el primer plano.
Ni siquiera estas iniciativas cuidadosamente dise?adas y ejecutadas con precisi¨®n pueden garantizar el ¨¦xito de la revisi¨®n del TNP, puesto que, en el ¨¢mbito internacional, los actores son independientes y no resulta f¨¢cil inducir todas y cada una de sus respuestas, sobre todo cuando se trata de reg¨ªmenes como el de Corea del Norte o Ir¨¢n. Pero sin estas iniciativas lo ¨²nico garantizado era el fracaso, abriendo las puertas a una carrera nuclear de imprevisibles consecuencias. Estados Unidos est¨¢ haciendo el trabajo que le corresponde sin disminuir su capacidad de disuasi¨®n ni, eventualmente, de respuesta graduada, tanto en el ¨¢mbito convencional como en el estrat¨¦gico.
Ahora falta que tambi¨¦n lo hagan los dem¨¢s. En concreto, potencias como India, Pakist¨¢n e Israel, que no han firmado el TNP pese a disponer de armas at¨®micas; y, sobre todo, aspirantes a una nuclearizaci¨®n que, se sospecha, podr¨ªa ir m¨¢s all¨¢ de los usos civiles, como Ir¨¢n.
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