ERP: Espacio Religioso Polivalente
Tuve yo un decano que, enfrentado al uso que pod¨ªa darse a un s¨®tano amplio y bien ventilado de la facultad, sugiri¨® al claustro que lo dedic¨¢ramos a ERP. Ven¨ªa ¨¦l de una facultad anterior en que la capilla se usaba para las clases de l¨®gica, dadas las apreturas de aulas en las que nos mov¨ªamos. As¨ª que, en no sabiendo qu¨¦ hacer con algo que para clases no daba el m¨ªnimo, decidi¨® confortarnos con esa broma.
Pero las siglas me resultaron tan simp¨¢ticas que las he retenido durante un par de d¨¦cadas. Espacio Religioso Polivalente. Un genio del marketing resultaba ser aquel colega. Me fij¨¦ m¨¢s tarde en que en algunos aeropuertos hay espacios de estos, que igual pueden ser mezquitas, que sinagogas, que iglesias o pagodas. Son, digamos, templos multiuso. En realidad, casi nadie, si no directamente nadie, los usa. De vez en cuando, si se asoma el curioso, ve a un par de homeless que hacen all¨ª estaci¨®n. O a una pareja que tiene un vuelo muy retrasado y charla. O a una lectora compulsiva. Y poco m¨¢s.
Los cultos monote¨ªstas conviven en el mejor de los casos, pero en espacios distintos
Los templos como es debido est¨¢n "radicados", sobre todo si son antiguos. Y, es m¨¢s, a veces se han edificado unos sobre otros. Santa Mar¨ªa de Roma ocupa el solar del templo de Minerva. Y San Clemente de los Irlandeses tiene sucesivamente un mitraeum, una iglesia paleocristiana y otra medieval. Donde hab¨ªa sinagogas se hicieron iglesias y donde iglesias, mezquitas, y donde d¨®lme-nes, capillas, porque toda santidad previa por lo com¨²n se aprovecha. Y se apropia y resignifica, por supuesto. Por ello en C¨®rdoba la gran mezquita se apropi¨® del suelo de San Vicente, por ejemplo. Y lo mismo se hizo en diferentes templos cristianos en todo el territorio musulm¨¢n. Donde fue posible, el cristianismo hizo lo propio. Ya fue milagro que el edificio original se salvara del derribo.
Pero el arte a veces logra tocar el alma de las gentes. Algunas grandes o bellas construcciones, simplemente, se han reutilizado una vez re-sacralizadas. En Europa son pocas y se cuentan con los dedos de una mano las que han pasado del islam al cristianismo. Y, por lo com¨²n, tienen tambi¨¦n un pasado cristiano previo en su origen. Algunas iglesias en el norte de ?frica est¨¢n reconvertidas a uso sacro, pero otras han dado en restaurantes. Otras, como la impresionante Santa Sof¨ªa de Constantinopla, est¨¢n des-sacralizadas.
En fin, que pese a los buenos deseos de esas religiones "universales y sint¨¦ticas" que siempre juntan a muy pocos fieles, los ERPs s¨®lo llevan trazas de existir en espacios tan asombrosos y futuristas como los aeropuertos.
Dicho lo cual, conviene recordar ahora la virtud de la tolerancia por ver si puede sernos de ayuda en algunos casos. La tolerancia, cuyo origen es religioso -exactamente del fin de las guerras civiles europeas causadas por y tras la Reforma-, nos pide que respetemos cualquier culto y a sus mantenedores, siempre que ambos no pongan en riesgo la paz civil. Si los cristianos tienen iglesias, los musulmanes pueden hacer mezquitas y los jud¨ªos, sinagogas. Y los dem¨¢s, lo que bien entiendan. El Estado proteger¨¢ a todos. Dar¨¢ libertad al culto, porque la religi¨®n es un asunto privado, no clandestino.
Los tres monote¨ªsmos tienen una larga historia de intolerancia que no est¨¢ de m¨¢s recordar. La tolerancia lleg¨® a expresarse cuando el Estado pudo mantenerla porque dej¨® de comprometerse con una creencia en concreto. Y no ha sido mal sistema. En esto, unas partes del mundo llevan adelanto a otras, pero ninguna ha llegado al ERP. De modo que la tolerancia pide que respetemos las creencias de los dem¨¢s y sus espacios de rezo. Pero no puede jam¨¢s ponernos en la tesitura de ceder los nuestros a otros. Los cultos conviven, si es que lo hacen, pero en espacios distintos.
Cuando Lessing escribi¨® Nat¨¢n el Sabio, imagin¨® la leyenda seg¨²n la cual un padre que pose¨ªa un anillo poderoso y ¨²nico, se lo habr¨ªa dejado a cada uno de sus tres hijos, para lo cual hizo copias. Cada cual pensaba que el suyo era el verdadero. Y hasta el final de los tiempos la inc¨®gnita tendr¨ªa que mantenerse. Pero nunca se dijo que los tres anillos ten¨ªan que guardarse en un mismo joyero.
A las religiones, se dice, las funda Dios, pero las carga el diablo. De modo que todo ser humano bien constituido sabe que admiten pocas bromas. Cada uno en su templo y Dios en el de todos. Los templos ajenos se pueden visitar, con el debido respeto y decoro, que var¨ªa bastante. Y punto final.
Antes de que otra oleada de falsa tolerancia nos inunde, conviene dejar sentadas algunas de estas cosas. Acuerdos puntuales para usar conjuntamente un espacio religioso pueden ser deseables, pero exigir¨¢n siempre negociaciones parsimoniosas. Habr¨¢ que asegurar que las sensibilidades no se exciten, lo que en estos asuntos es muy complicado.
Y la m¨¢s elemental prudencia aconseja distinguir entre el respeto por las creencias y el respeto por los espacios en que ¨¦stas se recrean como rituales.
Amelia Valc¨¢rcel es fil¨®sofa.
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