El sexo de los curas
El florecimiento de denuncias por pederastia contra sacerdotes cat¨®licos aviva, en los medios, el debate sobre el celibato obligatorio de los susodichos. A m¨ª, perdonen que lo diga con suma brutalidad, me parece que lo que habr¨ªa que debatir es por qu¨¦ los padres cat¨®licos -incluso muchos que no lo son- colocan la educaci¨®n de sus hijos en manos de unos sujetos que, por buenos que sean, y no me cabe duda de que algunos lo son, sufren una mutilaci¨®n emocional importante: aquella que conlleva la privaci¨®n de sexo. Eso en el caso de que se priven realmente. Es decir, en el supuesto, que estoy dispuesta a aceptar, de que ofrezcan a Jes¨²s -que jam¨¢s requiri¨® ese plus de tortura en sus disc¨ªpulos- el supremo sacrificio de no dejarse visitar nunca los bajos por mano ajena ni propia.
"En realidad, la palabra celibatono implica forzosamente castidad"
?Qu¨¦ saben de ternura f¨ªsica un hombre o una mujer que jam¨¢s han sido abrazados por otros, que jam¨¢s han sentido el estremecimiento de la piel desnuda de otro rozando la propia, que nunca han querido dar la vida por ese momento de placer supremo en que el apareamiento se consuma? ?Qu¨¦ pueden saber de riesgo, de peligro, de pecado, de redenci¨®n y de sacrificio, de penitencia y de amor, quienes s¨®lo conocen la teor¨ªa por los libros o por las experiencias recibidas en el confesonario? Puede que algunos privilegiados, a fuerza de reprimirse, consigan colocarse y levitar, lo cual es una forma de realizaci¨®n sexual como cualquier otra, en el campo de las rarezas. Pero, en general, lo l¨®gico es que las pasen canutas o que le den a la pederastia, aprovechando la carne fresca que pasa por all¨ª y su absoluta autoridad sobre los infantes.
En el mejor de los casos, que se repriman, ?qu¨¦ se puede aprender, que sea ¨²til para la vida, de gente que -por mucho que sepa de ciencias o matem¨¢ticas- sostiene que el acto sexual s¨®lo tiene como fin la reproducci¨®n dentro del matrimonio, que condena la homosexualidad y un etc¨¦tera tan largo que me lo salto, de puro tedio?
?No necesitan esos padres un cursillo previo a su decisi¨®n de colocar a su reto?o en semejantes laboratorios de retroceso? ?Por qu¨¦ el tejido social tiene que soportar las consecuencias de sus decisiones?
No es el celibato forzoso lo ¨²nico que nos sobra del catolicismo -pues sus v¨ªctimas son nuestras, forman parte de nuestra sociedad civil-, sino el ramillete completo. La exaltaci¨®n de la virginidad, la condena a todo lo que ayude a las personas a liberarse sexualmente. En realidad, la palabra celibato no implica forzosamente castidad; lo que pasa es que la Iglesia cat¨®lica se adue?¨® hasta del significado de ese t¨¦rmino. Yo soy c¨¦libe, sin ir m¨¢s lejos. No estoy casada, no tengo pareja. Pero no soy casta. Constituye una gran diferencia a mi favor y el de la gente que me rodea, que aviada estar¨ªa soportando mi resentimiento.
Durante la adolescencia, y m¨¢s adelante, el camino de las personas hacia una sexualidad plena est¨¢ lo bastante lleno de obst¨¢culos como para no tener que a?adirle nuevos -quiero decir viejos- escollos. Adolescentes con padres reprimidos que no hablan nunca de sexo, adolescentes que descubren traum¨¢ticamente el sexo viendo hacer el amor a sus padres, adolescentes que, a fuerza de contemplar programas espantosos y series basura en la televisi¨®n, creen que la violaci¨®n y la violencia forman parte natural del acto sexual, adolescentes que han crecido al sexo aliment¨¢ndolo virtualmente en solitario, y que no saben tocar, no saben abrazar, no saben amar. Todo esto puede ocurrir perfectamente en un mundo laico. Ya es bastante. No necesitamos, con la aportaci¨®n de una religi¨®n desfasada, aumentar el n¨²mero de psiquiatras per c¨¢pita ni de hombres y mujeres decepcionados por la frigidez o la impotencia del otro.
S¨¦ lo que van a aducir los padres cat¨®licos convencidos, que hayan realizado el meritorio esfuerzo de leer este art¨ªculo hasta aqu¨ª: "Pues yo fui a un colegio de curas y me ha ido muy bien". Y lo mismo con monjas. Mi respuesta es: "Def¨ªnanme muy bien". En cualquier caso, todo es mejorable. Y m¨¢s vale prevenir que curar.
Por los clavos de Cristo -escribo en Semana Santa, perdonen la intrusi¨®n procesional o sa¨¦tica-, ?estamos en el a?o 2010! Cibern¨¦tica de punta y celibato casto, aliados, s¨®lo pueden producir monstruos.?
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