Las flores del mal
Las referencias orientales est¨¢n siendo aparcadas por la mayor¨ªa de los directores de escena que se acercan en los ¨²ltimos tiempos a Salom¨¦. Se busca algo m¨¢s que el exotismo. Luc Bondy, autor de una puesta en escena sobria y de una gran coherencia dram¨¢tica de esta ¨®pera, afirmaba haber planteado el drama como una historia de familia: "Salom¨¦ me parece una hija que los padres no llegan a controlar, es la versi¨®n sexy de esa autista que es Ivonne, princesa de Borgo?a". Robert Carsen, muy apreciado en Madrid despu¨¦s de una despojada e imponente lectura de Di¨¢logos de carmelitas y de una esteticista Katia Kabanova, ambienta Salom¨¦ en un casino de Las Vegas. "Es un lugar en el que se pueden dar todo tipo de vicios, en el que no hay espacio para la espiritualidad y la protagonista es una ni?a rebelde que trata de lograr algo diferente a lo que le rodea", ha afirmado. Las met¨¢foras del poder y el dinero funcionan en la representaci¨®n. El instinto de perversi¨®n tambi¨¦n.
SALOM?
De Richard Strauss, basada en la obra hom¨®nima de Oscar Wilde.
Con Nina Stemme, Gerhard Siegel, Doris Soffel, Wolfgang Koch y Tomislav Muzek. Sinf¨®nica de Madrid. Director musical: Jes¨²s L¨®pez Cobos.
Director de escena: Robert Carsen. Coproducci¨®n con el Teatro Regio de Tur¨ªn y con el Maggio Musicale Fiorentino. Teatro Real, Madrid, 11 de abril.
Oscar Wilde admiraba a Baudelaire. En un intento de adaptaci¨®n a la sensibilidad de nuestro tiempo, Carsen ha optado por trasladar la ¨®pera de Strauss, inspirada en el texto de Wilde, a un lugar m¨¢s familiar para el espectador que el hist¨®rico propiamente dicho. Los conflictos personales encuentran sus correspondencias. Carsen mueve la escena con oficio y quiz¨¢s lo ¨²nico que chirr¨ªa es su visi¨®n de la danza de los siete velos. Es original, desde luego, pero tiene un punto de crispaci¨®n tal vez de dudoso gusto. Claro que Salom¨¦ no es un cuento de hadas, sino un drama existencial, donde se habla del amor y la muerte, de la violencia y el deseo. Un sector del p¨²blico obsequi¨® al equipo teatral con insultos subidos de tono. El lenguaje zafio de algunos pol¨ªticos hace escuela.
La soprano sueca Nina Stemme borda el personaje de Salom¨¦. Madrid hab¨ªa sido testigo de la identificaci¨®n con el lirismo de Strauss de Montserrat Caball¨¦, a finales de la d¨¦cada de los setenta del pasado siglo, y de la colosal interpretaci¨®n dram¨¢tica de Hildegard Behrens a mediados de los ochenta, ambas en La Zarzuela. Stemme es una digna heredera de ambas. Su l¨ªnea de canto es compacta, emocional e inteligente. Su actuaci¨®n teatral es contenida y con acentos tr¨¢gicos desde una perspectiva cotidiana. Otorga credibilidad a su personaje. Y transmite una fuerza arrolladora. El p¨²blico aclam¨® su actuaci¨®n.
Defini¨® Strauss Salom¨¦ como una "¨®pera de orquesta", en funci¨®n del protagonismo sinf¨®nico que posee. La personalidad de Robert Carsen y Nina Stemme dej¨® quiz¨¢s en segundo plano a L¨®pez Cobos y la Sinf¨®nica de Madrid. Es cuesti¨®n de previsibilidad. En Carsen dominaba el factor sorpresa y en Stemme, la contundencia vocal. L¨®pez Cobos y la Sinf¨®nica de Madrid respondieron como se esperaba de ellos. Fue una lectura sinf¨®nica en¨¦rgica, contrastada, impetuosa y ordenada, aunque de escaso refinamiento y, en todo caso, no demasiado lujuriosa.
Babelia
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