La Mas¨ªa no est¨¢ en venta
Guardiola ha dado al Barcelona un ideario que funciona igual de bien en el cuerpo a cuerpo y en la larga distancia - Al Madrid no le qued¨® m¨¢s respuesta que la resignaci¨®n
Las victorias m¨¢s se?aladas del Bar?a en Chamart¨ªn siempre hab¨ªan sido nominales hasta la llegada de Guardiola al banquillo del Camp Nou. El 0-5 de 1974 lo firm¨® Cruyff y quien provoc¨® el aplauso de la hinchada blanca en 2005 fue Ronaldinho. A diferencia del club, que desde siempre ha tenido un ideario colectivo definido, la historia del equipo azulgrana ha sido protagonizada mayormente por las actuaciones de los mejores jugadores y la intervenci¨®n de los t¨¦cnicos m¨¢s destacados.
Ha sido el Bar?a un equipo de autor, incluso en los momentos m¨¢s celebrados, cuando se tuvo a bien distinguir la colectividad, como le gusta al pueblo barcelonista y catal¨¢n, tiempos del Bar?a de les Cinc Copes o del dream team, equipos que, en cualquier caso, siempre se personalizaron en Ladislao Kubala y Cruyff.
Los azulgrana se hacen querer por su respeto a la esencia del f¨²tbol como deporte de equipo
Los tiempos han cambiado con Guardiola, por m¨¢s que ahora se se?ale a Messi como el futbolista desequilibrante. Messi es desde hace tiempo el mejor del mundo. Ocurre que La Pulga se ha criado en La Mas¨ªa, la casa en la que tambi¨¦n se form¨® Guardiola, la residencia de siete titulares el s¨¢bado.
Ambos son producto de una misma f¨¢brica y una misma idea, herederos del f¨²tbol total de los a?os setenta, del juego ajaccied de Cruyff. Nadie ha interpretado mejor al t¨¦cnico holand¨¦s y entendido m¨¢s al barcelonismo que Guardiola, capaz de dar una identidad propia y ¨²nica al Bar?a, s¨ªntesis del ideal barcelonista.
Messi juega ni m¨¢s ni menos para que marque la diferencia. El s¨¢bado cumpli¨® a nivel colectivo, cuando meti¨® el gol, y de manera individual porque sac¨® dos palmos a Cristiano despu¨¦s de que le picaran en la prensa y la cancha.
El Barcelona es un equipo tan transparente como ortodoxo: los delanteros est¨¢n para marcar los goles -anotaron Messi y Pedro-, los medios para generar el juego -nadie tiene el ojo de Xavi-, los zagueros para defender -Piqu¨¦, Puyol y Milito no dieron opciones a los atacantes y el capit¨¢n acept¨® sin rechistar ejercer de lateral- y al portero le corresponde parar, extremo que Vald¨¦s cumpli¨® de manera fenomenal.
Los distintos futbolistas cumplieron escrupulosamente con las exigencias del puesto y el equipo funcion¨® con la precisi¨®n de un reloj suizo. La pi?a que formaron despu¨¦s del partido subraya el esp¨ªritu solidario y coral del Bar?a.
El m¨¦rito de Guardiola es tener un plan y saber gestionar la plantilla para que act¨²e al servicio de la causa com¨²n. Ning¨²n cambio es m¨¢s revelador para entender que el ego¨ªsmo est¨¢ prohibido que la suplencia de Henry en beneficio de Pedro. El tinerfe?o fue en Madrid el ejemplo perfecto del ideario de Guardiola, meticuloso y organizado, obsesionado con la perfecci¨®n.
El esp¨ªritu de superaci¨®n del equipo azulgrana, ganador el a?o pasado de los seis t¨ªtulos en juego, contrast¨® con la rendici¨®n del Madrid en la cancha y la resignaci¨®n de la afici¨®n blanca en la grada. No hubo ni siquiera pa?uelos. Fue el Madrid el que ret¨® al Bar?a para el d¨ªa 10 despu¨¦s de ganar la batalla de la propaganda. Una vez puesta la pelota en juego, sin embargo, claudic¨® sin remisi¨®n ante un se?or equipo que madur¨® el partido con sapiencia, sin lamentos por la ausencias de arietes como Ibrahimovic, confiado en su filosof¨ªa futbol¨ªstica.
La serenidad azulgrana contrast¨® con la angustia blanca. Al Madrid de Florentino y Cristiano les qued¨® la misma cara de derrota que al Bar?a de los tiempos de N¨²?ez, Maradona y Schuster. El f¨²tbol no se compra. Nadie lo sabe mejor que Guardiola, s¨ªmbolo de los mejores valores del barcelonismo. La Liga ya s¨®lo depende de un Bar?a que se hace querer por su respeto a la esencia del f¨²tbol como deporte de equipo.
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