Sin culpa pero culpables
La menor de Sese?a confes¨® sin inmutarse que hab¨ªa matado a otra - La falta de arrepentimiento puede esconder una psicopat¨ªa, pero esta dolencia no exime de responsabilidad
A los psic¨®logos que asistieron al interrogatorio de la menor les llam¨® la atenci¨®n. La chica de 14 a?os apenas se inmut¨®, no mostr¨® ni rastro de sentimiento de culpa. Asesin¨®, presuntamente, a otra chica. Le propin¨® m¨²ltiples golpes y le hizo una herida en la mu?eca por la que se desangr¨®. Permaneci¨® callada varios d¨ªas mientras la mitad de los vecinos del pueblo de Sese?a (Toledo) buscaban a la desaparecida Cristina Mart¨ªn. Cuando la descubrieron, confes¨® lo que hab¨ªa hecho sin arrepentimiento aparente.
El caso Sese?a, un asunto bajo investigaci¨®n y que ha conmocionado a la sociedad porque implica a dos menores, deja al descubierto ese matiz impactante, com¨²n a otros cr¨ªmenes que en su d¨ªa tambi¨¦n tuvieron mucho eco y que ya est¨¢n resueltos. Ocurri¨® con el crimen de San Fernando, en el que dos adolescentes asesinaron a Klara Garc¨ªa, de 16 a?os, en un descampado. O con el del asesino del rol, Javier Rosado, que buscaba el asesinato perfecto cuando mat¨® a un padre de familia en una parada de autob¨²s y asegur¨® no estar loco. No se arrepintieron al contarlo. No titubearon.
El perfil de homicida es el del incapaz de ponerse en lugar del otro
Dos desconocidas mataron a Klara "para experimentar lo que se sent¨ªa"
No basta con hablar del individuo, hay que tener en cuenta la din¨¢mica grupal
La imagen de la presunta asesina ha circulado por Internet
La falta de arrepentimiento no es materia del C¨®digo Penal
Los ni?os empiezan a desarrollar la empat¨ªa entre los seis y los 12 a?os
?Qu¨¦ se esconde detr¨¢s de esa aparente frialdad? ?Es lo mismo si ocurre en el caso de un adulto o cuando muestra indiferencia un adolescente? ?Se puede corregir? ?Qu¨¦ efecto puede tener sobre una condena o en la futura reinserci¨®n de un criminal? En la mayor¨ªa de los casos, seg¨²n los expertos, se esconde una falta de empat¨ªa, la incapacidad de ponerse en el lugar del otro, lo que lleva al homicida a considerarlo un objeto en sus manos que ni siente ni padece.
En pocas ocasiones, este comportamiento es la se?al de que nos encontramos ante un psic¨®pata, un criminal de dif¨ªcil o imposible reinserci¨®n que tiene una gran inteligencia, elevada capacidad de seducci¨®n y ausencia total de escr¨²pulos. En las dem¨¢s ocasiones, lo que puede esconder la aparente frialdad es que el criminal actu¨® bajo los efectos del alcohol o de alguna droga. Eso le har¨¢ recordar con menor nitidez lo que ha hecho y, por lo tanto, tener una sensaci¨®n de culpa menos acusada. La falta de empat¨ªa, la carencia de arrepentimiento o la presencia de una psicopat¨ªa no exime al criminal de la responsabilidad de lo que ha hecho ni de la condena, aunque la actitud contraria (admitir lo ocurrido y lamentarlo) s¨ª que puede jugar a su favor.
Observemos un caso que en su d¨ªa tambi¨¦n conmocion¨® a la sociedad y que ya est¨¢ resuelto. La joven Klara, de San Fernando, fue asesinada por dos conocidas, de 16 y 17 a?os, en el a?o 2000. Planearon y ensayaron el crimen meticulosamente. Cuando fueron descubiertas, dieron dos razones para su crimen. Quer¨ªan ser famosas y "experimentar lo que se sent¨ªa". Tras asestarle 18 pu?aladas en un descampado, se cambiaron la ropa ensangrentada y se fueron de marcha. Aparentemente, no repararon en el dolor de la v¨ªctima, no se pusieron en su lugar. No tuvieron empat¨ªa.
"La capacidad de ponerte en el lugar de otro desde el punto de vista emocional, la empat¨ªa, es un mecanismo fundamental porque nos ayuda a relacionarnos socialmente", explica Alfredo Calcedo Barba, profesor titular de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. A algunas personas les falla esa capacidad por diversos motivos, influyen tanto factores biol¨®gicos como psicol¨®gicos. Una de las claves para su desarrollo es c¨®mo se vive la infancia, c¨®mo se desarrollan los primeros a?os de vida. "La mayor¨ªa de los grandes criminales de la historia han tenido infancias dif¨ªciles, en las que sufrieron malos tratos o vivieron sus primeros a?os de manera catastr¨®fica", seg¨²n el especialista en Psicolog¨ªa.
Otra clave es una alteraci¨®n cerebral concreta que impide a la persona empatizar con los dem¨¢s, que le trastoca la escala de valores. "La falta de empat¨ªa, en s¨ª misma no es un problema, no produce criminales, hay gente que no tiene remordimientos pero s¨ª una educaci¨®n f¨¦rrea que evitar¨¢ que pueda hacer algo grave fuera de la ley", se?ala Ignacio Fern¨¢ndez, profesor de la Cl¨ªnica Universitaria de Psicolog¨ªa de la Complutense.
Es una carencia educacional, una anomal¨ªa cerebral o una mezcla de ambas cosas. Y, con el tiempo, puede ir a peor. Por eso los distintos expertos diferencian entre las psicopat¨ªas de los adultos y las actuaciones de los menores, con muchos m¨¢s matices a tener en cuenta, tanto para explicar lo que han hecho como para condenarles por ello. "La consideraci¨®n de una patolog¨ªa de la personalidad no se puede plantear antes de los 18 a?os, no se debe hablar de algo cerrado antes de la mayor¨ªa de edad", a?ade Enrique Garc¨ªa Bernardo, el jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del hospital Gregorio Mara?¨®n (Madrid) .
"Las personalidades no est¨¢n maduradas ni formadas en el caso de los adolescentes, no tienen las escalas de valores como los adultos, pueden presentar rasgos m¨¢s narcisistas, la p¨¦rdida de autoestima o de prestigio puede mediatizar su conducta", se?ala Miguel Guti¨¦rrez, catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco y vicepresidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Psiquiatr¨ªa.
Los ni?os desarrollan la empat¨ªa entre los seis y los 12 a?os, cuando est¨¢n aprendiendo a vivir en sociedad. "En sus primeros a?os, no tienen conciencia de lo que est¨¢ bien o mal, el ni?o por naturaleza es cruel, se deja llevar por sus instintos", a?ade Garc¨ªa Bernardo.
Sus personalidades est¨¢n en periodo de formaci¨®n, son complejos. La psiquiatra Orlanda Varela, una profesional con amplia experiencia en el ¨¢mbito penitenciario, explica que precisamente por eso es tan importante analizar el grupo en el que se relaciona el adolescente como a la persona en s¨ª. "En casos como el de Sese?a, hablar del individuo sin hacer menci¨®n a las din¨¢micas de grupo ser¨ªa como hablar de coches sin aludir primero a los motores", ejemplifica. Varela, que ha seguido por los medios de comunicaci¨®n las primeras pistas del caso Sese?a, subraya un aspecto que considera "impactante" en lo ocurrido en el pueblo de Toledo: la reacci¨®n del entorno de las dos chicas, que estudiaban en el mismo instituto aunque en cursos diferentes. "He o¨ªdo declaraciones de otros chicos del municipio en las que normalizaban la violencia como v¨ªa de resoluci¨®n de conflictos y autoafirmaci¨®n". El d¨ªa del sepelio, conocidos de Cristina Mart¨ªn explicaban ante las c¨¢maras de televisi¨®n que en el pueblo es normal quedar para pegarse y que fue lo que hicieron las dos chicas el d¨ªa que muri¨® Mart¨ªn -ninguno de los detalles que han trascendido de la investigaci¨®n policial arroja luz sobre cu¨¢l fue el motivo del encuentro y el posterior desenlace-. Lo comentaron tambi¨¦n los padres de dos compa?eros de la menor que ayudaron a buscarla. Las peleas entre chicos "son habituales, como en cualquier otro sitio", seg¨²n uno de ellos, "pero de esto a lo que ha pasado es demasiado". Varela analiza esas declaraciones para ofrecer otra posible clave: "Este tipo de entornos puede hacer que un adolescente no vea tan r¨¢pido las consecuencias de sus actos, los puede normalizar".
La identidad y la imagen de la presunta homicida de Cristina Mart¨ªn ha circulado con impunidad por las redes sociales. Su perfil personal de Tuenti (una red muy utilizada por los adolescentes para relacionarse en internet) fue clausurado. Pero a los pocos d¨ªas, una usuaria de otra red, Facebook, cre¨® un foro para reclamar justicia por la ni?a muerta. Los abonados se cuentan por miles y, entre sus aportaciones, han incluido fotograf¨ªas de la supuesta agresora, que lleva desde 5 de abril internada por orden del juez, a la que dedican comentarios a veces insultantes. Aparece su rostro y tambi¨¦n ilustraciones que albergaba supuestamente en su perfil de Tuenti. Entre otros, un dibujo de la parca que vigila a una chica que se corta las venas o un par de rostros ensangrentados. La chica, que jam¨¢s llam¨® la atenci¨®n de sus profesores ni mereci¨® un parte disciplinario, es relacionada desde estos foros con el movimiento gore y con la est¨¦tica g¨®tica.
Para los expertos, este posible inter¨¦s est¨¦tico no supone necesariamente el origen del problema. "Ir de g¨®tico es una cosa, tiene un componente social de imitaci¨®n y puede ser divertido, lo peligroso aqu¨ª es convertir esas im¨¢genes en algo obsesivo", seg¨²n Alfredo Calcedo. "En casos como este, el forense debe comprobar el entorno familiar de la chica, la educaci¨®n que ha recibido, cu¨¢l es su relaci¨®n con otros compa?eros de clase y con la v¨ªctima, su rendimiento acad¨¦mico...", enumera el profesor de Psicolog¨ªa de la Complutense.
"La Ley del Menor establece que todo eso es importante, se necesita un estudio completo de la personalidad y de los aspectos familiares de la menor y, a partir de ah¨ª, decidir", a?ade Octavio Garc¨ªa P¨¦rez, profesor titular de Derecho Penal y secretario de la Asociaci¨®n Grupo de Estudios de Pol¨ªtica Criminal.
Se trata de hacer un puzle con las posibles causas y sus consecuencias, porque en el caso de los menores el sentimiento de culpa puede llegar m¨¢s tarde, o estar camuflado en una percepci¨®n de que lo que se est¨¢ haciendo cuenta con el visto bueno del entorno.
Pero, ?qu¨¦ ocurre cuando hablamos de adultos, de hombres o mujeres hechos y derechos que confiesan lo que han hecho con frialdad y distancia? ?Se les puede corregir la falta de empat¨ªa? ?Se puede curar a un psic¨®pata? ?Son menos responsables de sus actos? Parece que no, seg¨²n los distintos especialistas. Un no rotundo para algunos expertos, un no con matices a juicio de otros.
El catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa Miguel Guti¨¦rrez considera que los casos de psicopat¨ªa pueden tener rehabilitaci¨®n, "y en mucha mayor medida cuanto m¨¢s joven es la persona a tratar". Alude a protocolos de reeducaci¨®n y psicoterapias para encauzar al que es incapaz de ponerse en la piel del otro. Calcedo rebate que es un tratamiento "bastante complicado, se trata de hacer aflorar algo que no ha aflorado antes, que brote en un paisaje seco, no en vano son los criminales que tienen peor pron¨®stico". Garc¨ªa Bernardo es el m¨¢s contundente en su diagn¨®stico: "Las psicopat¨ªas cl¨¢sicas tienen un patr¨®n muy claro, espec¨ªfico, constante y absolutamente intratable".
No se cura o se cura mal y no exime a nadie de sus actos. "Tener una psicopat¨ªa no conlleva una merma de la capacidad para discernir, como ocurrir¨ªa con un trastorno psic¨®tico o con un criminal que tenga problemas con el alcohol", considera Ignacio Fern¨¢ndez. El psic¨®pata que cometa un crimen se sentar¨¢ ante un tribunal y tendr¨¢ la misma consideraci¨®n que cualquier otro.
La falta de arrepentimiento, adem¨¢s, no aparece en el C¨®digo Penal. "En el ¨¢mbito de la moral, el arrepentimiento puede merecer cierta consideraci¨®n, pero el derecho penal no es un c¨®digo moral, no pretende que las personas sean m¨¢s o menos buenas, sino que respeten las leyes", justifica el catedr¨¢tico de Derecho Penal y crimin¨®logo Jos¨¦ Luis D¨ªaz Ripoll¨¦s, que a?ade a rengl¨®n seguido algunas consideraciones sobre este asunto que s¨ª pueden influir en un tribunal. Mostrarse arrepentido, por ejemplo, puede ser un indicio de que el criminal no volver¨¢ a cometer hechos delictivos.
"La ley no dice nada pero los jueces tienen un margen de discreci¨®n en el que influyen estas cuestiones", seg¨²n el crimin¨®logo Garc¨ªa P¨¦rez. La pena por asesinato oscila entre 15 y 25 a?os. ?se es el margen de trabajo de un juez y donde puede influir de alguna manera la actitud del autor del delito. "La confesi¨®n de la infracci¨®n conlleva una rebaja porque el autor soluciona la tarea de la administraci¨®n de justicia a la hora de descubrir el delito", ejemplifica D¨ªaz Ripoll¨¦s. Y arrepentirse puede indicar "que la energ¨ªa criminal, la peligrosidad del autor o el reproche que se le puede hacer son menores", concluye.
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