?Moros y cristianos?
La m¨²sica salva a este Rapto en el serrallo, producido entre Bruselas y Francfort y ahora arribado al puerto lice¨ªsta, donde el t¨ªtulo no hac¨ªa escala desde la remota temporada de 1983- 1984.
La m¨²sica de Mozart: joven, directa, vibrante, optimista sobre el futuro que se empieza a labrar en Viena en la d¨¦cada de 1780. Atr¨¢s ha quedado la opresi¨®n de Salzburgo, de la corte del arzobispo Colloredo y la de Leopold, siempre pendiente de que el rentable hijo-prodigio no se tuerza. Al poco del estreno, en 1782, sin el consentimiento paterno, un Wolfgang de 26 a?os se casa con Constanza Weber, que se llama como la protagonista del Rapto. El amor es la bandera de esta ¨®pera: "Lo que parece imposible en este mundo se realiza por la fuerza del amor", canta Belmonte y uno escucha alta y clara la voz rebelde del compositor, confiada y valiente.
EL RAPTO EN EL SERRALLO
De Mozart. Int¨¦rpretes: Diana Damrau, Olga Peretyatko, Christoph Strehl, Norbert Ernst, Franz-Josef Selig y Christoph Quest. Orquesta y Coro del Liceo. Direcci¨®n musical: Ivor Bolton. Direcci¨®n de escena: Christof Loy. Producci¨®n:La Monnaie de Bruselas y ?pera de Francfort. Teatro del Liceo. Barcelona, 12 de abril.
La parte de la m¨²sica queda en el haber; en el debe, la dramat¨²rgica
La m¨²sica de Ivor Bolton al frente de la Orquesta y Coro del Liceo: tempi ligeros, arrolladores. Lectura contrastada, pero sin merma de coherencia, atenta al matiz y al conjunto. C¨®moda para las voces. Un trabajo de concertaci¨®n que brill¨® por encima de deslices puntuales: las "notas justas" que Mozart, seg¨²n la c¨¦lebre an¨¦cdota, consideraba haber puesto en la partitura, en contra de la opini¨®n del emperador de que hab¨ªa demasiadas, dejan en evidencia el m¨ªnimo fallo. La Orquesta del Liceo debe mejorar, es la pata coja de la casa.
La m¨²sica de los solistas vocales: buen nivel. La Konstanze de Diana Damrau puede no tener la homogeneidad can¨®nica de emisi¨®n de la voz requerida por la parte, pero arrastra, convence. Fue muy aplaudida. La Blonde de Olga Peretyatko es segura en el papel de la inglesa secuestrada y rebelde que pone a caldo el trato de la mujer en el mundo isl¨¢mico. Gran Osmin de Franz-Josef Selig, algo apurado hacia el final el Belmonte de Christoph Strehl y asentado el Pedrillo de Norbert Ernst.
La m¨²sica de la propuesta queda de la parte del haber. En la del debe, la parte dramat¨²rgica. El director de escena Christof Loy se empecina en alargar las partes recitadas con largos y espesos silencios que ponen en peligro la vivacidad musical. Realiza una lectura psicologista que le lleva a conclusiones sorprendentes: en lugar del pach¨¢ Selim (papel recitado, incorporado por Chistoph Quest) generoso y justo del libreto, se ve a un gerifalte torturado y dubitativo, al borde del alcoholismo; en lugar del Osmin que encarna c¨®micamente todos los t¨®picos occidentales sobre el mundo turco, y al que tanta miga se le puede sacar desde la actual reflexi¨®n sobre la xenofobia y la multiculturalidad, sale un guardi¨¢n del serrallo indeciso e hist¨¦rico; en lugar del Belmonte todo coraje, arrojo y juventud, transita un timorato que no parece convencido ni de su propia proeza. Y as¨ª. Se comprende que todos los personajes acaben vestidos igual, de camareros, tanto da si son moros como cristianos, hombres como mujeres, viejos como j¨®venes. Me parece que ni los personajes ni los espectadores -que se pusieron a gusto abucheando el montaje- nunca salen iguales despu¨¦s de haber pasado por un Rapto en el serrallo.
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