C¨®mo mantener la calidad y la equidad
La Europa unida surge, despu¨¦s de las guerras mundiales, con el objetivo de construir un modelo social que permita una redistribuci¨®n eficiente de la renta y la riqueza. Un modelo social que encuentra en la intervenci¨®n p¨²blica la garant¨ªa de un crecimiento econ¨®mico y de los mercados sostenibles, la consolidaci¨®n de un pacto entre los diferentes grupos sociales (por la v¨ªa de la fiscalidad) y la promoci¨®n conjunta de la igualdad de oportunidades. La salud, como uno de los pilares fundamentales del Estado de bienestar, ha ejercido un papel de liderazgo en dicha transformaci¨®n, consolidando un modelo sanitario com¨²n de car¨¢cter universal y consiguiendo resultados que sit¨²an la Europa occidental como la regi¨®n mundial con m¨¢s salud y calidad de vida m¨¢s extensa de la historia.
El Estado espa?ol y Catalu?a se sumaron tarde a la construcci¨®n de un Estado de bienestar, a causa de la larga duraci¨®n de la dictadura franquista, pero a ritmos acelerados. En el ¨¢mbito sanitario, Espa?a se dot¨® en 1986 de la Ley General de Sanidad, que creaba un Sistema Nacional de Salud de car¨¢cter p¨²blico, universal, gratuito y financiado a trav¨¦s de impuestos, a la vez que recog¨ªa la descentralizaci¨®n como elemento clave del modelo, de acuerdo con la Constituci¨®n de 1978 y el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a de 1979. Este marco constitucional establec¨ªa la transferencia de la competencia en materia sanitaria a las comunidades aut¨®nomas, que Catalu?a adopt¨® ya desde 1981, concretadas despu¨¦s en la Ley de Ordenaci¨®n Sanitaria de Catalu?a, aprobada en 1990.
Pero los par¨¢metros que actualmente definen las pol¨ªticas p¨²blicas, con especial atenci¨®n a las pol¨ªticas sanitarias, y que han de sustentar el gasto social han cambiado en relaci¨®n con aquellas que definieron el modelo hace m¨¢s de medio siglo. Espa?a tiene que establecer, en los pr¨®ximos a?os, una agenda pol¨ªtica que garantice el crecimiento sostenible de una econom¨ªa que cree ocupaci¨®n de calidad y garantice la cohesi¨®n social en el marco de un nuevo contexto econ¨®mico, social y cultural. Y la sanidad, como instrumento fundamental de cohesi¨®n social y de promoci¨®n de la igualdad de oportunidades, pero tambi¨¦n como motor de la nueva econom¨ªa basada en la innovaci¨®n y la investigaci¨®n, el conocimiento, el trabajo cualificado, la capacidad exportadora y los est¨¢ndares internacionales, debe tener un papel protagonista en el debate.
Mientras en Estados Unidos, el presidente Barack Obama ha iniciado con valent¨ªa el mismo debate que Europa afront¨® el siglo pasado respecto a la universalizaci¨®n de los servicios sanitarios, en Espa?a nos encontramos ahora ante otra cuesti¨®n fundamental: nos jugamos el mantenimiento de la calidad, la equidad y la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.
Los cambios ocurridos en las sociedades occidentales en las ¨²ltimas d¨¦cadas, especialmente la configuraci¨®n de un nuevo paradigma de modelos demogr¨¢ficos duales: envejecimiento de la poblaci¨®n aut¨®ctona e irrupci¨®n de la inmigraci¨®n, mucho m¨¢s joven (en Catalu?a el n¨²mero de tarjetas sanitarias ha aumentado m¨¢s de un mill¨®n y medio en 10 a?os); pero tambi¨¦n la explosi¨®n de la tecnolog¨ªa, con grandes aplicaciones relacionadas con la innovaci¨®n en materia de salud, nos sit¨²an ante la disyuntiva de reconocer los puntos d¨¦biles del sistema y hacerles frente.
El sistema sanitario espa?ol y catal¨¢n se encuentran a¨²n hoy en posici¨®n de infrafinanciaci¨®n respecto al resto de la UE-15, nuestro presupuesto per c¨¢pita deber¨ªa incrementarse entre un 5% y un 10% para poder equipararnos a los est¨¢ndares europeos. Adem¨¢s, necesitamos revisar el rol de los profesionales sanitarios, tanto cuantitativamente como cualitativamente y ordenar la demanda para contener el aumento de la frecuentaci¨®n de los servicios de salud.
Por lo tanto, toca establecer un pacto. Y cabe recordar que somos precisamente aquellos que m¨¢s creemos en el modelo, los que entendemos la necesidad de introducir un debate profundo y responsable, un debate que mantenga la confianza de la ciudadan¨ªa, en torno a los cambios y medidas que habr¨¢ que afrontar para asegurar la pervivencia de la asistencia sanitaria p¨²blica, universal, eficiente, equitativa y de calidad durante los pr¨®ximos 20 o 30 a?os, pero en el que tambi¨¦n debemos tener en cuenta la situaci¨®n a corto plazo y la necesaria austeridad que la crisis econ¨®mica nos impone.
Iniciamos el pacto el pasado 18 de marzo en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. En un ejercicio de responsabilidad compartida entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas llegamos a un acuerdo para reducir el gasto farmac¨¦utico en 1.500 millones de euros. Se trata de un paso adelante fundamental, pero insuficiente. El debate tranquilo que debemos mantener con todos los agentes implicados en el sistema requiere de m¨¢s visi¨®n de futuro, es el largo plazo el que tenemos que afrontar cuando a¨²n estamos a tiempo.
Debemos ratificar el modelo que establece el Sistema Nacional de Salud, porque es un buen modelo, pero evidenciando que el coste real para su mantenimiento en los pr¨®ximos a?os dista mucho del coste asumible como sociedad. Debemos decidir entre todos qu¨¦ financiamos con los recursos que disponemos, sin sacrificar la calidad y la cobertura equitativa que disfrutamos ahora. Asimismo, habr¨¢ que estudiar qu¨¦ garant¨ªas de financiaci¨®n tiene ahora mismo el sistema, teniendo en cuenta tanto la financiaci¨®n finalista como aquella proveniente de la fiscalidad general (impuestos indirectos), y empezar a concienciar a los ciudadanos de la necesidad de estudiar la introducci¨®n de aportaciones directas por parte de los usuarios.
Esta medida que ya existe en la financiaci¨®n de la factura farmac¨¦utica, en que el usuario debe pagar una parte del coste del medicamento, en su forma actual tiende a la inequidad y la injusticia porque se aplica de forma regresiva, en funci¨®n de la edad y no del nivel de renta. Por eso hace falta repensar el modelo, a la vez que se estudia la necesidad de introducirlo tambi¨¦n para algunas nuevas prestaciones, siempre en funci¨®n del nivel de renta del usuario y del valor de la propia prestaci¨®n. Las ¨²nicas condiciones para el debate deber¨ªan ser, a mi entender, no romper la equidad del sistema.
Debemos estudiar tambi¨¦n formas alternativas, como reintroducir desgravaciones fiscales para los seguros privados que, en definitiva, son una forma voluntaria de copago, o revisar el papel asistencial de las mutuas laborales y de accidentes, as¨ª como los seguros escolares, en el marco de sus competencias.
Los y las profesionales, como elemento clave del sistema, deben formar parte activa tambi¨¦n de este acuerdo. Estamos trabajando en la planificaci¨®n de las necesidades futuras de profesionales, tanto en volumen como en perfiles, y debemos invitarles a implicarse, a trav¨¦s de ¨®rganos de participaci¨®n establecidos, en la organizaci¨®n y la gesti¨®n de los centros. Adem¨¢s, desde Catalu?a hemos apostado por la definici¨®n de un nuevo modelo de reconocimiento profesional y retribuci¨®n, que permita flexibilizar las condiciones de trabajo y adaptarse a la autonom¨ªa profesional.
Hoy en d¨ªa, tenemos una ciudadan¨ªa m¨¢s y mejor informada, m¨¢s capacitada para responsabilizarse de sus propios procesos de salud y preparada para participar en las decisiones asistenciales que afectan a su calidad de vida. Por ello, las actividades de promoci¨®n, prevenci¨®n e informaci¨®n que no buscan penalizar al usuario, sino orientarlo, deben asumir la centralidad de unas pol¨ªticas de salud transversales y orientadas a la comunidad y a la salud p¨²blica. La ciudadan¨ªa debe sentirse propietaria del sistema y asumir su corresponsabilidad.
Finalmente, las organizaciones sanitarias deben asumir tambi¨¦n un compromiso en pro de la excelencia, la equidad y la transparencia en sus resultados y procedimientos, bas¨¢ndose en la cooperaci¨®n entre proveedores y a la evaluaci¨®n de resultados, de manera que los mecanismos de benchmarking permitan la mejora dentro del sistema y la toma de decisiones m¨¢s eficientes.
Por todo esto, es el momento de encarar la reforma, y de hacerlo poniendo en com¨²n todos aquellos valores compartidos que nos unen en la defensa de las grandes conquistas sociales: equidad, ho- nestidad, transparencia, responsabilidad compartida, solidaridad, sostenibilidad y, por encima de todo, consenso social. Un debate tranquilo y normalizado, sin perjuicios, con todos los actores que forman parte del sistema para garantizar su futuro es, en estos momentos, una apuesta estrat¨¦gica de futuro.
Marina Geli es consejera de Sanidad de la Generalitat de Catalu?a.
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