"El c¨®mic de la Guerra Civil me cost¨® dos amigos"
Hab¨ªa una taberna idealizada donde Carlos Gim¨¦nez (Madrid, 1941) quer¨ªa comer: el Boquer¨®n, sanctasanct¨®rum de las gambitas en Lavapi¨¦s. La cosa se fue posponiendo por vicisitudes varias: un flem¨®n, un viaje, un festivo, hasta que de repente lleg¨® la fecha -un lunes sin flemones, viajes ni festivos- y nos encontramos frente a un burl¨®n cartel que se interpon¨ªa entre nosotros y las gambas: "Cerrado hasta el nos¨¦cu¨¢ntos". Aggg. Gim¨¦nez reacciona.
-Se me ocurre una cervecer¨ªa junto al Congreso. Si tambi¨¦n est¨¢ cerrada, lo mejor es que t¨² te vayas a tu casa y yo a la m¨ªa.
Estaba abierta. Y con una mesa disponible mirando hacia la iglesia de Jes¨²s de Medinaceli. El dibujante se desprendi¨® de su gorra, sugiri¨® unas tostas y, durante tres horas, habl¨® por los codos. Aquella ma?ana hab¨ªa perfilado una cocina medieval con criados, infantes y un traidor para su nuevo c¨®mic, A?o 1000: la sangre, un ¨¢lbum de encargo que se leer¨¢ en 2011. En ¨¦l no hay vivencias directas como en Paracuellos, la saga sobre internados de posguerra en manos del Auxilio Social sobre los que atrajo la atenci¨®n de historiadores, ni cercanas como Malos tiempos (36-39), el c¨®mic sobre la Guerra Civil. "Soy un mendigo de historias, las m¨ªas las he contado casi todas". Por las suyas, las de Paracuellos, ha recibido este a?o el Premio Patrimonio del Festival de Angulema. Por las otras, las de Malos tiempos, ha sacrificado a dos personas queridas. "Ese ¨¢lbum ha molestado. Nunca he tenido problemas por meterme con pol¨ªticos, pero la guerra levanta ampollas. Me ha costado perder a dos amigos, supongo que esperaban que no contradijese la historia franquista".
El dibujante mendiga historias: "Las m¨ªas las he contado casi todas"
Carlos Gim¨¦nez, amante del picante y de meter el dedo en el ojo, dibuja a trav¨¦s de un ni?o a los sufridos habitantes de un Madrid bombardeado y hambriento. Un pasado atroz. Y, sin embargo, m¨¢s sugerente para el dibujante que el futuro. "El mundo al que vamos me interesa cada vez menos. Ser viejo te da conocimiento. Mi vida ha sido muy interesante. Hay una parte de mi biograf¨ªa que no he elegido, pero otra la he hecho yo. El momento que vivo me gusta".
Bueno, un matiz: "Quiz¨¢s me gustar¨ªa tener 45 a?os. No usaba gafas, ten¨ªa pelo y ya sab¨ªa dos cosas fundamentales: abordar a una mujer y saber decir no sin enfadarme". La, digamos, progresiva retirada del pelo es un atentado a la cuidada est¨¦tica de Carlos Gim¨¦nez, que abraz¨® el negro de joven por una veleidad macarra y lo mantiene por su efecto rebajakilos. Coqueto, imp¨²dico, emocionado al recordar a su madre -"una hero¨ªna"- y libre. Entre bocado y bocado, el dibujante se va dibujando a grandes trazos. "Puedo entrar y salir, enamorarme, leer mis libros, escuchar mi m¨²sica y tener a mis amigos". Sus amigos no s¨®lo est¨¢n en sus tebeos, tambi¨¦n en su vida. "Cuando te haces mayor te das cuenta de tu incapacidad para hacer nuevas amistades y tu facilidad para resucitar viejos fantasmas".
Hace un par de a?os recibi¨® un mensaje de alguien que deseaba reencontrarse con ¨¦l. "Viv¨ªa en mi rellano. Ten¨ªa un cesto lleno de juguetes y una madre enfermera que ol¨ªa muy bien, a alcohol e inyecciones". Los ni?os eran ¨ªntimos. Saltando sobre las d¨¦cadas, han retomado su amistad donde la dejaron y siguen llam¨¢ndose Alfonsito y Carlines. Tienen cena y cine una vez a la semana. De ah¨ª sale otra historieta.
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