"No queremos otro golpe de Estado"
El portavoz de los 'camisas rojas' dice que s¨®lo desean elecciones anticipadas - 20.000 opositores se hacen fuertes en el distrito financiero de Bangkok
"No queremos un nuevo golpe de Estado", afirma en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S Sean Boonpracong, portavoz del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (FU), uno de los grupos que lideran la oposici¨®n al primer ministro de Tailandia, Abhisit Vejjajiva.
Miembro del movimiento de los camisas rojas, Boonpracong asegura que la formaci¨®n a la que pertenece no pretende que sus protestas den pie a una nueva intervenci¨®n militar, sino una nueva convocatoria electoral tras la "disoluci¨®n del Parlamento y la marcha de Vejjajiva".
La formaci¨®n que representa naci¨® tras la asonada militar de 2006 contra el entonces jefe de Gobierno Thaksin Shinawatra, actualmente en el exilio. "Estamos aqu¨ª para quedarnos", manifiesta Boonpracong, tras denunciar la persecuci¨®n sistem¨¢tica de "todo lo que signifique camisas rojas" y la muerte en la ¨²ltima semana de al menos 18 de los miles de manifestantes que protestan en las calles de Bangkok.
El impacto de la crisis en el turismo puede hacer caer dos puntos el PIB
Preguntado por la posible disoluci¨®n del partido del primer ministro -a propuesta, el lunes, de la comisi¨®n electoral tailandesa por financiaci¨®n ilegal del mismo-, el portavoz de la marea roja afirma que no ser¨ªa la soluci¨®n a la crisis, pues el proceso legal podr¨ªa durar a?os.
El movimiento de los camisas rojas se acanton¨® ayer en Rachaprasong, el principal distrito comercial de Bangkok, mientras el acosado primer ministro, Abhisit Vejjajiva, sigue refugiado en un cuartel del Ej¨¦rcito de las afueras de la capital, ya que la sede de Gobierno est¨¢ cercada desde hace casi un mes por los manifestantes. Tras semanas de revueltas, la inestabilidad pol¨ªtica amenaza con pasar factura, en t¨¦rminos de ingresos tur¨ªsticos e inversiones extranjeras, a la segunda econom¨ªa del sureste asi¨¢tico. El banco de inversiones Morgan Stanley calcula que el crecimiento econ¨®mico podr¨ªa recortarse dos puntos porcentuales este a?o por el impacto de la crisis en el turismo, que constituye el 6% del PIB y emplea a 1,8 millones de tailandeses, de una poblaci¨®n de 68 millones.
La Bolsa de Bangkok reabrir¨¢ ma?ana, tras tres d¨ªas festivos cerrada por la celebraci¨®n del Songkran (a?o nuevo tailand¨¦s), y varios m¨¢s de p¨¦rdidas acumuladas por la generalizaci¨®n de las protestas y los disturbios, cuyo balance de v¨ªctimas mortales se eleva a 23. Diversas agencias crediticias han advertido tambi¨¦n del riesgo de p¨¦rdidas que la inestabilidad pol¨ªtica entra?a para las finanzas del pa¨ªs. Standard & Poor anunci¨® ayer que mantiene su calificaci¨®n negativa de la deuda tailandesa.
Otro escenario de riesgo a?adido podr¨ªa ser la eventual brecha entre partidarios de la represi¨®n y los incalculables simpatizantes rojos en el seno de las Fuerzas Armadas, verdadero ¨¢rbitro del juego institucional en Tailandia desde hace d¨¦cadas, y ¨²nico garante del orden por ausencia de la vida p¨²blica del rey Bhumibol. El monarca se halla hospitalizado desde hace meses y a sus 82 a?os es el soberano en ejercicio m¨¢s longevo del mundo.
Un total de 20.000 camisas rojas rechazaron ayer por tercer d¨ªa consecutivo la posibilidad de negociar con el Gobierno y se declararon "preparados" para una "batalla final" que culmine con el desalojo del poder del jefe del Ejecutivo, en un escenario que preocupa seriamente a los analistas financieros: el distrito de Rachaprasong, el centro comercial y financiero de la capital. Rachaprasong es uno de los lugares m¨¢s frecuentados por extranjeros, as¨ª como uno de los emblemas de la bonanza del tigre asi¨¢tico.
El enfrentamiento entre camisas rojas y el establishment tailand¨¦s, encarnado en la debilitada figura de Vejjajiva, refleja adem¨¢s la pugna entre dos realidades bien distintas: la Tailandia predominantemente rural y obrera de los partidarios del Frente Unido, y la ¨¦lite tradicional y urbana, alimentada por la corte y los oficiales del Ej¨¦rcito en Bangkok.
Para el Gobierno, los partidarios de Thaksin no son sino "terroristas con las manos manchadas de sangre", a los que pretende "exterminar".
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